viernes, 21 de febrero de 2014

CAPÍTULO 21

Cage

“Mueve tu culo y tu maldito dedo y consíguenos un par de bellezas. Para esta noche quiero una pelirroja con tetas muy grandes y de silicona,” gritó Preston sobre la música a todo volumen.
“Estoy aquí sólo para beber,” le contesté. Se lo había dicho ya, no podía tener más sexo barato, no servía de nada. Sólo me hacía sentirme más hijo de puta de lo que ya me sentía.
“Vamos hombre, las chicas con tetas grandes acuden siempre a ti. Por favor, ve a buscarme algunas tetas gordas para que estén conmigo esta noche.”

Me gustaba Preston, pero me estaba poniendo de los nervios, no quería conseguirle nada. ¿Se daba cuenta de lo imbécil que sonaba?

“Ya te he dicho que no estoy aquí por eso.”
Preston dejó su cerveza en la mesa y cogió el taburete vacío que había a mi lado.
“Por favor, no me digas que esto es sobre la chica que trajiste hace un par de semanas. No puedo pasar por esta mierda contigo también. Primero Marcus y ahora tú. Demonios, ¿qué os pasa? ¿Por qué iba alguien a renunciar a un montón de chicas?”

El teléfono me vibró en el bolsillo, lo saqué y vi un número desconocido. Respondí y me tapé el otro oído para poder escuchar bien.

“¿Hola?”
“Ey, Cage, soy Jeremy. ¿Dónde estás?”
¿Qué coño quería Jeremy ahora?
“En Sea Breeze, ¿por qué?”
“Joder, necesito un favor muy grande. Es Eva.”
Me puse de pie y comencé a caminar hacia la puerta a grandes pasos.
“¿Qué pasa con Eva?”
“Estoy en Louisana, se ha ido y se ha destrozado de nuevo. Acabo de recibir una llamada de Nelly, me dijo que estaba bailando en el maldito bar.”
“Mierda,” gruñí y eché a correr.

Excavé en el bolsillo para encontrar las llaves y las metí en la cerradura cuando llegué a mi Mustang. No debería conducir en el estado que iba, pero tenía que ir a por ella. ¿Y si alguien la tocaba? El corazón me latía frenéticamente en el pecho.

“Nelly la está vigilando, pero me dijo que alguien tenía que venir a por ella y odiaba tener que llamar a Wilson, se pondría furioso. Además se ha ido de pesca.
“Llama a Nelly, dile que Eva se siente en la barra y que se asegure de que nadie la toca o ella va a tener una pelea en el bar cuando yo llegue,” gruñí.
Jeremy se quedó en silencio un segundo y finalmente dijo: “Está bien, lo haré. ¿Puedo hacerte una pregunta?”
NO.
“¿Qué?”
“¿Es ella otra chica cualquiera para ti, o es diferente?”
Agarré el volante con fuerza tratando de controlar todas las emociones que pasan a través de mí.
“Eva siempre ha sido diferente,” le dije con los dientes apretados.
“Bueno…,” suspiró, “voy a llamar a Nelly.”

Colgué el teléfono y lo tiré al asiento del pasajero.
Todo esto era culpa mía… si alguien la tocaba sería mi culpa. También sería mi culpa si algún hijo de puta la tocaba.
Me detuve en el estacionamiento de Nelly, tenía abierta la puerta antes de parar por completo. Me las había arreglado para hacer el camino de una hora en tan sólo treinta minutos. Era un milagro que no estuviera tras las rejas.
La pesada puerta de madera se abrió y vi a Becca con unos tacones de aguja y colgando del brazo de un vaquero. Sus ojos vidriosos se encontraron con los míos y me dio una sonrisa de borracha.

“Cage York, ¿qué estás haciendo aquí?”
“¿Dónde está Eva?”
Becca se echó a reír y se encogió de hombros.
“La última vez que la vi estaba bailando en el bar.”
Entré y escaneé la habitación en busca de Eva.
“¿Estás aquí por Eva?” me dijo la camarera.
“Sí,” le respondí, caminando hacia ella, “¿dónde está?”
La dama tiró una toalla sobre su hombro y salió de detrás de la barra.
“Ven conmigo.”
La seguí mientras abría una puerta a la izquierda de la barra y se metió en un pasillo oscuro.
“La traje aquí, no quiero peleas, Jeremy me dijo que te podías volver loco si Eva estaba bailando sobre una mesa. Así que la puse en mi oficina.”
La mujer abrió una puerta al final del pasillo y dio un paso atrás.
“Ahí está. Tengo que volver al bar, tómate tu tiempo,” dijo y se dio la vuelta.

Entré en la habitación. Una sola lámpara iluminaba la habitación, vi a Eva acurrucada en el sofá descolorido de la esquina. Tenía los ojos cerrados y parecía tan tranquila… Dios, la echaba de menos. Ya la había abrazado una vez cuando había dormido así.
Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a ella. Me agaché y rocé los rizos de su cara, pasé mi pulgar sobre la suave piel de debajo de su oreja. Me había preocupado de que si dejaba que se acercase demasiado me rompería. Por desgracia, me había preocupado por eso demasiado tarde, ya que ya estaba roto.
El Cage que era antes de conocer a Eva, ya no existía. Por mucho que no quisiera admitirlo, me he enamorado de ella. Había permitido que entrase y ella no me había querido a mí, no había sido lo suficientemente bueno, nunca lo fui.
Al ver su carita dulce, perfecta, inocente, me hacía más daño. Yo no era lo suficientemente bueno para ella, se merecía a otro Josh en su vida. Se merecía un hombre que no había vivido una vida tan difícil, por lo menos había caminado cerca del cielo y le había echado un vistazo. El infierno que había vivido antes de ella ya no me atraía.
Me levanté y la cogí en mis brazos, ella se acurrucó contra mí.

“¿Cage?” susurró aturdida contra mi pecho.
“Sí, estoy aquí, nena. Duérmete otra vez, te llevaré a casa.”


Eva

Abrí los ojos y miré al techo. Estaba en casa, en mi cama, pero no me acuerdo de haber llegado hasta aquí. Todavía estaba oscuro fuera, eché un vistazo al reloj y vi que eran las cuatro de la mañana. Había un vaso de agua y un bote de aspirinas en la mesilla con una pequeña nota. “Es posible que tengas que tomarte otra aspirina cuando te despiertes. Bébete el agua también. TODO esto.”
Cage. Podía olerlo en mi camisa. Saltando, corrí a la ventana y miré hacia el granero. ¿Estaba allí?
Comencé a correr por las escaleras y tomé una bocanada del olor a tabaco de mi ropa. Me desnudé y me duché rápidamente. Tuve que lavar el hedor del bar.
Después de estar limpia y vestida, corrí hacia el granero. No llamé a la puerta, la abrí lentamente. La luz de la luna caía sobre Cage. Mi corazón se disparó… había venido a buscarme, él me trajo a casa.
Los ojos de Cage se abrieron y me miró. Sabía que tenía que decir algo, pero sólo de verlo aquí y saber que volvió a por mí se me obstruyó la garganta por la emoción.

“¿Qué estás haciendo, Eva?” su voz no sonaba enfadada, sonaba derrotado.
“Me desperté y estaba en casa. Entonces, vi la nota y vine a ver si estabas aquí.” Balbuceé, no quería que me echara.
“Estoy aquí, ahora vuelve a la cama,” me respondió.
“Cage, por favor habla conmigo. Te echo de menos.”

No tenía intención de sonar tan patética, pero no pude evitarlo. Él había venido por mí, necesitaba saber por qué, tenía que sentir algo por mí. No quiero ser sólo otra chica de la que había disfrutado y la había echado de lado. Estar con él había significado algo para mí, él significa algo para mí. Cage dejó escapar un suspiro de cansancio y se sentó. Apartó las sábanas y su pecho desnudo casi me hizo olvidar lo que quería decir.

“No me puedes decir cosas así, Eva. No es justo.”
“¿No es justo que te diga cómo me siento? No es justo que me dejases cuando te aburriste de mí. Te has ido y te has follado a un montón de putas sin ningún problema.”
La mueca de enojo en su rostro me sobresaltó.
“¿Qué? Yo no te dejé porque me aburrí, ¡tú me rechazaste! Todo lo que veía mientras estaba con ellas era a ti. Cerraba los ojos y te imaginaba, SÓLO A TI.”

Había estado pensando en mí, ¿me dolía que me lo dijese o me ponía contenta? Odiaba que él hubiera estado con otras chicas, pero el hecho de saber que era duro para él y que había pensado en mí me aliviaba un poco el dolor.
Todo había empezado con mi estúpida necesidad de complacer a la madre de Josh. Toda esta angustia sólo porque la madre de Josh me había hecho sentir culpable.

“Estaba confundida,” admití.
Cage dejó escapar una risa dura.
“Sí, bueno, pero yo no.”
Di un paso hacia él, pero negó con la cabeza.
“No te acerques.”
“Por favor, escúchame. Me puedo explicar.”

Se pasó una mano por el pelo oscuro y pude ver por su expresión la batalla interna que había en su interior. Necesitaba explicárselo mientras él estaba débil.

“Cometí un error. Alguien me dijo cosas sobre ti, aunque no te conocía. Dejé que mis temores salieran a la superficie y la cagué mucho.”
Cage dejó caer la mano a su regazo y sus ojos tristes se encontraron con los míos.
“Pero lo escuchaste y le creíste. Algo que la madre de Josh dijo tenía sentido para ti. Por mucho que me cueste admitirlo ella probablemente tenía razón. Tenías razón al alejarte de mí.”
Ya había descubierto que ella había hablado conmigo.
“No, Cage, no fue así.”
“Sí, Eva, sí que lo fue. Yo no soy el chico bueno… no soy el tipo que puedes presentarle a tu padre. Te avergüenzas porque la gente sabe que del grande y poderoso Josh Beasley has pasado al perdedor Cage York. Te mereces a alguien como Josh.”

Mi corazón se rompió mientras veía el odio que se tenía a sí mismo en su cara. Me odiaba por ponerlo en esa situación, él no era Josh, no se parecía en nada a él. Era mucho más.

“Cage, por favor, no,” le rogué, cerrando la distancia entre nosotros.

Retrocedió, agarré su cara con mis manos y le besé. Al principio no me correspondió, pero cuando me senté a horcajadas sobre su regazo y me quité la camiseta, se derrumbó. Sus manos se deslizaron hasta el dorso de mis piernas mientras su lengua se deslizaba en mi boca, y siguió besándome. El gemido que brotó de su pecho me volvió loca. Necesitaba esto desesperadamente, necesitaba sentirme cerca de él otra vez.
Empecé a quitarle la camisa, ignorando su propuesta. Cogí su cara otra vez y presioné mi pecho desnudo contra el suyo. Su piercing estaba frío y me hacía cosquillas en los pezones, me estremecí. Lo cogí y tiré de él, besé cada esquina de su boca, me mordisqueó el labio inferior y me chupó con fuerza. Cuando sus manos ahuecaron mis pechos, grité y me presioné sobre él. Su erección se presionó sobre mí.
Esta noche esto no era suficiente, necesitaba estar más cerca… por poco lo había perdido, necesitaba más.
Lo empujé hasta que cayó sobre el colchón debajo de mí. Al verlo, mirándome con esos ojos que reflejaban lo que estaba sintiendo me despejó todas las dudas de la cabeza. Me puse de pie y comencé a quitarme los pantalones cortos.

“Eva, no… joder,” gimió Cage cuando me quité la ropa interior y me arrastré encima de él.

Quitó la colcha para que pudiera quitarle los bóxer y su erección se liberó. Cage dormía casi desnudo…
Bajé la mano y la deslicé, Cage dejó escapar un gemido.

“Ahhh, Eva no quieres hacer esto,” dijo en una declaración ronca y desesperada.

Claro que quería… quería hacer esto más de lo que quería respirar.
Deslicé mis manos por su pecho y bajé mi cuerpo sobre el suyo. Mantuve las piernas a cada lado de sus caderas, cerré los ojos sintiendo un placer puro. Yo nunca había hecho esto, pero había leído lo suficiente para saber que sería difícil hacer esto la primera vez si yo estaba arriba. Lo necesitaba para que cambiara luego.
Me deslicé sobre él varias veces lo que causó que maldijera y agarré la sábana que había debajo de él en un abrazo mortal.

“Cage, te quiero dentro de mí. Quiero que me hagas el amor,” le susurré al oído y sentí que él temblaba debajo de mí.
Era una sensación poderosa y me encantó. Cage gimió y me agarró de la cintura. Puso mi pecho cerca de su boca, extendió la mano y lo cubrió con su boca. Gimiendo, le presioné la cabeza más cerca de mí, quería más. Mordió suavemente mi pezón, mi cuerpo no podía más.

“Sí, por favor,” le supliqué.

Dejó ese, pasó al otro e hizo lo mismo con él. Empecé meciéndome hacia adelante y hacia atrás. Cage movió las caderas y me quedé helada cuando su erección entró dentro de mí. Cerré los ojos y quise advertirle, pero se sentía tan bien que no podía encontrar las palabras.

“A la mierda cariño, estás tan caliente…” gimió cuando sus manos agarraron mis caderas. Me presioné más hacia abajo y el dolor que sentí era emocionante.
“Para, no lo hagas, te voy a hacer daño. Por favor, dame un minuto. Tengo que hacerte esto fácil,” su respiración era dificultosa y sus palabras entrecortadas.
Siguió despacio y grité cuando el dolor se intensificó. Él se quedó quieto.
“¿Eva?” me preguntó con pánico en la voz.
¿Me dolía demasiado o estaba demasiado apretado?
“¿Sí?” Por favor, no dejes que pare.
“Eres virgen.”
Tragué nerviosamente.
“Sí.”
“Oh, joder,” gruñó y empezó a quitarme.
“No, por favor, no pares,” le rogué cuando me levantó de encima de él.
“Quiero esto, pero no me lo merezco, pero lo necesito tanto… ¿Estás segura?” su rostro estaba desgarrado. Extendí la mano y le cogí la cara frotando mi pulgar por su mejilla.
“Sí, por favor, Cage. Esto es lo que quiero,” le contesté.
Cerró los ojos y dejó escapar una respiración irregular.
“Está bien.” Se acomodó entre mis piernas manteniéndose por encima de mí. “Nunca he estado con una mujer virgen, Eva. Voy a hacerlo todo con cuidado para no hacerte daño.”
“¿Vas a hacerme daño?” le pregunté, pensando en la expresión de dolor que había puesto cuando me había quejado.
Él me sonrió.
“Vas a estar lo más cerca del cielo, nena.”

Oh, Dios.
Observé su rostro mientras se metía dentro de mí. Cuando me estiré para ajustarme a él, el dolor ya no me molestaba. Al ver el placer en su cara mientras se hundía más profundamente dentro mí, me dieron ganas de moverme. Me encantó saber que podía hacer que se sintiera tan bien.
Se detuvo y sus ojos se clavaron en mí.

“Esta es la parte que te va a dolor. Voy a hacerlo rápido y entonces estaré quieto hasta que te acostumbres.”
“Está bien.”

Cage cerró los ojos con fuerza, se apretó con fuerza contra mí y un dolor agudo en mi interior me dejó sin aliento. Enterró su cara en mi cuello y empezó a darme besos mientras susurraba lo bien que se sentía.

“Estás tan caliente y apretada… eres como un maldito guante, cariño.”

Al oír eso, hizo que mi placer volviera con toda su fuerza. Yo quería que se moviera. Levanté las caderas y se sacudió profundamente en mí.

“Oh, Dios, Eva,” gimió mientras se deslizaba lentamente de nuevo en mi interior.
Levanté las piernas hasta sus caderas y dejó escapar un gemido de placer.
“Eso es perfecto. Eres perfecta,” dijo jadeando.
No quería que esto terminara. Su respiración se hizo más desigual mientras sus brazos se flexionaban con cada embestida.
“Joder nena, me encantas…”
Me levanté para satisfacerle más. Necesitaba más, quería más. Cage gruñó y se quitó.
“No, no,” lloré mientras extendía mis piernas y enterraba su cara en ellas. Su lengua me hizo volar, oí mi grito de placer y me vine abajo. Dejó escapar un fuerte gemido mientras continuaba. Disminuyó la velocidad y finalmente levantó la cabeza. Por increíble que hubiera sido, lo quería de nuevo dentro de mí.
“¿Por qué has parado?”
Se limpió la boca con el dorso de la mano y se puso a mi lado.
“No tenía puesto el condón, nunca lo había olvidado antes. Siempre he tenido uno, siempre. No me di cuenta hasta que estaba a punto de estallar dentro de ti. Tenía que quitarme.”
“Así que no…”
Él se rio entre dientes.
“¡Oh, no, no lo hice!”
Con el ceño fruncido, me di la vuelta para mirarlo.
“Voy a necesitar cambiar las sábanas.”
“Oh,” le contesté. Quería hacerlo de nuevo, lo quería dentro de mí. “¿Tienes un condón?” le pregunté.
“Siempre tengo un condón,” me respondió.
Sonreí, besándole el piercing.
“¿Cuánto tiempo necesitas para poder hacerlo de nuevo?”
Levantó las cejas con sorpresa.
“No se trata de mí, puedo hacerlo ahora mismo, pero a ti te va a dolor,” me pasó el pulgar por el labio inferior, “porque estabas tan increíblemente apretada. Te juro Eva, que nada se compara con eso.”
“No estoy dolorida,” le aseguré, moviéndome para ponerme a horcajadas encima suyo.
“Sí lo estás. Espérate a mañana y verás.”
Hice pucheros, me senté y crucé los brazos por debajo de mis pechos. Sus ojos se concentraron en ellos e intenté no echarme a reír.
“¿Cuándo vamos a poder hacerlo de nuevo?”
Cage se apoyó en los codos y sus ojos se clavaron en los míos.
“Cualquier maldita vez que quieras. Soy todo tuyo.” Me sonrió. “Si sigues haciendo pucheros voy a tratarte el dolor de otra manera.”
Curiosa, me incliné sobre él.
“¿Qué significa eso?”
Me dio un beso en la parte superior de uno de mis pechos.


“Eso significa que te voy a besar y lo haré mejor.”

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