miércoles, 11 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 26

Marcus

“Quiero hablar contigo. ¿Puedes venir al apartamento?”
Me quedé mirando el último mensaje de Willow. De pie frente a la puerta del apartamento de nuevo tuve un deja vu. La última vez que había venido aquí la cosa no había acabado muy bien. Ahora estaba de vuelta. Levanté la mano para llamar y me congelé. ¿Quería hacer esto? Si ella había decidido que no necesitábamos estar cerca uno de otro aunque yo seguía profesándole mi amor.
Mis nudillos golpearon la madera suave. Yo estaba aquí. La puerta se abrió casi de inmediato y Willow se quedó allí sonriendo nerviosamente.

“Has venido,” me dijo.
Podía oír el alivio de su voz. ¿Realmente había pensado que no iba a venir?
“Tú me has preguntado y yo he venido.”
Ella se mordió el labio inferior y miró hacia otro lado. No podía pensar en sus labios.
“Adelante, ¿quieres tomar algo?”
Ella se retorcía las manos y no paraba de morderse los labios, estaba nerviosa.
“No, estoy bien.”
Quería que pasara ya lo que tuviera que pasar. Nuestra energía nerviosa combinada me estaba volviendo loco. Quería agarrarla y tranquilizarla, pero no podía, nunca más.
“Oh.”
Miró  a su alrededor y luego a mí.
“Bien bien, entonces ¿te importaría sentarte?”
Esto se estaba poniendo cada vez más interesante. Me acerqué y me dejé caer en el sofá desgastado donde habían pasado muchos de mis momentos favoritos con Willow.
“¿Vas a sentarte?” le pregunté mientras ella no paraba de caminar.
“Uh, no, no creo que pueda.”
Está bien.
“Low, ¿qué pasa?”
Ella se detuvo y se puso justo delante de mí, sólo nos separaba una mesa.
“Te quiero.”
Mi corazón casi dejó de latir. Ella no había dicho esas palabras desde la última vez que la tuve entre mis brazos.
“Tú me dejaste… pero volviste. Nadie ha vuelto, me dejan y eso es todo. Quieren dejarme. Tú no lo hiciste, volviste.”
Quería levantarme, saltar por encima de la mesa y abrazarla, pero no estaba seguro de si me podía mover. Necesitaba escuchar todo lo que me tenía que decir.
“Sí, he vuelto. Mi corazón nunca te dejó.”
“Te echo de menos.”
Esta vez me puse de pie y caminé alrededor de la mesa.
“Te echo de menos, cada segundo del día,” le susurré.
Sus ojos me siguieron hasta que estaba a centímetros de ella.
“Yo confío en ti.”
Necesitaba más que eso.
“¿Confías en mí?” repetí.
Ella asintió con la cabeza y su mano se acercó y me acarició.
“Quiero volver a intentarlo.”
Esas eran las palabras que necesitaba escuchar.


Willow

Su boca estaba en la mía antes de que pudiera responder. Di un grito ahogado de sorpresa y su lengua se aprovechó de ello y se enredó con la mía. Le agarré el pelo mientras me levantaba con fuerza contra él. Estábamos en el sofá. Su boca dejó la mía y empezó a darme besos por toda la cara y el cuello. Me dijo lo mucho que me quería, me cogió de la espalda, bajó por el trasero y me atrajo otra vez hacia él.
Gemí en su boca y le mordisqueé. Sentí que me levantaba la camisa y que Marcus me rozaba la piel.

“Levanta el brazo.”

No le discutí. Levanté mis brazos y me quitó la camisa, entonces las manos de Marcus volvieron a mi cara y empezó a besarme otra vez. Sus manos viajaron lentamente por mi cuello y por mi clavícula. Gemí de frustración. Luego sus manos cubrieron mi sujetador y grité de la sensación. El cierre frontal se deshizo y mi sujetador cayó, deslizándose por mis brazos. Marcus dejó de besarme y se sentó mientras sacaba lentamente el sujetador de mi muñeca y lo tiró a un lado.

“Te quiero,” me susurró levantando la mirada de mi pecho desnudo a los ojos.
“Yo también te quiero,” le contesté sin aliento.
“Te quiero, Low.”
Asentí con  la cabeza. No podía hablar. Tiré de mí hacia él, me besó y empecé a quitarle la camiseta.
“No,” le susurré.
En un rápido movimiento se la quitó y me apretó contra él, suspiré ante la sensación de su cálida piel desnuda contra la mía.
“Low,” gimió en mi oído mientras me besaba por el cuello.
Dejé de respirar cuando vi que me besaba en la parte superior del pecho. Su cálido aliento me hacía cosquillas en los pezones. Cuando su boca finalmente me besó, grité su nombre y me dejé llevar. Estaba dispuesta a confiar en Marcus, completamente.

Cuando abrí los ojos vi los pectorales definidos del pecho de Marcus. Estaba envuelta en sus brazos y nuestras piernas se habían enredado, lo que me parecía aún más delicioso. No estaba segura de la ropa que llevaba puesta, si es que llevaba alguna. Definitivamente estaba en topless. Enterré mi cara en su pecho para amortiguar mi risita.
“¿Qué es tan divertido?” me preguntó Marcus divertido con voz soñolienta.
“Estoy desnuda.”
Su pecho vibraba de risa.
“Sí, y es increíble,” respondió.
Se agachó y tiró de la manta por encima de nosotros.
“No puedo creer que nos las arreglásemos para dormir en este sofá,” le susurré, preguntándome si Cage había llegado a casa y nos había visto.
“Tengo que hablar con Cage para comprar este sofá. Ahora tiene unos intensos y bonitos recuerdos para mí. Lo quiero.”
No podía dejar de sonreír, incliné la cabeza hacia atrás y le miré a los ojos.
“¿Cómo te sientes?” me preguntó estudiándome.
“Maravillosa,” le contesté con sinceridad.
Una sonrisa atractiva asomó a sus labios.
“Yo también.”
Su cálida mano se movió por mi espalda y comenzó a acariciar mi cadera.
“Eres tan suave…” murmuró.
“Cage podría estar aquí,” le recordé deslizando mi pierna entre las suyas.
“Mmm, sí está.”
Mis ojos se abrieron de par en par. Marcus se echó a reír.
“Relájate que no vio nada. Estaba todo cubierto.”
“¿Qué te dijo?”
“Es hora de hacerlo.”
Riendo me incliné y le besé en la barbilla.
“¿Y qué le dijiste?”
Marcus me besó en la cabeza.
“Estuve de acuerdo, de todo corazón.”


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