sábado, 7 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 24

Marcus

Había visto atisbos de Willow en el bar, ella nunca estaba mucho tiempo. Normalmente ella estaba en el trabajo y necesitaba algo del almacén. Siempre sonreía y era amable, eso fue todo. Mirarla se había convertido en mi único pasatiempo, estaba empezando a preguntarme si no me estaba convirtiendo en un acosador. La única cosa que me mantenía cuerdo era que ella no estaba con otro hombre. Rara vez estaba con Cage. Vivía con él, pero él no estaba allí a menudo, lo había oído. Al parecer estaba recuperando el tiempo perdido. Eché un vistazo alrededor del restaurante nerviosamente, buscando a Low. Necesitaba conseguir un sitio en su sección antes de que entrase en el comedor. Seguí la espalda de la chica que me había asegurado que Willow trabajaba esta noche.

“Low estará contigo en un momento,” la voz aguda de la chica me sobresaltó.
Asentí con la cabeza.
“Gracias,” y rápidamente tomé asiento, colocando el pequeño paquete que había traído conmigo en el asiento y fuera de la vista.

No quería que tuviera la oportunidad de rechazarlo. Tenía la intención de dejarlo sobre la mesa antes de irme, de esta forma si ella no quería el regalo tendría que venir a buscarme.
Ella entró con el pequeño estropajo en la mano. Se metió un lápiz detrás de la oreja y se hizo un moño desordenado. La echaba tanto de menos… Vi como ella levantaba la cabeza, esos grandes y expresivos ojos que me atormentaban en sueños se clavaron en mí y tropezó. El impulso de saltar e ir a tocarla era insoportable. Me obligué a permanecer en mi silla, pero mis ojos se la comieron mientras ella se tranquilizaba.

“Marcus,” dijo sonriendo nerviosamente.
“Hola Low,” le contesté.
“¿Esperas a alguien?”
Negué con la cabeza y sonreí.
“No, sólo yo.”
El alivio en su cara me dio esperanza.
“Oh, está bien. En ese caso, ¿qué quieres de beber?”
“Me gustaría un poco de té dulce, por favor.”
Willow cogió el lápiz escondido detrás de su oreja y rápidamente lo anotó. Nunca la había visto hacer eso.
“Está bien, ahora vuelvo,” me dedicó una sonrisa que no llegó a sus ojos y rápidamente se dio la vuelta y se dirigió directamente a la cocina.

No se detuvo en ninguna mesa más, necesitaba un momento a solas, por mi culpa. Por primera vez en semanas tuve la oportunidad de tomar una respiración profunda. Sólo tal vez, podría volver a ser ella de nuevo. Los malditos y gruesos muros que había erigido alrededor de su corazón me asustaban.



Willow

Puedo hacer esto. Puedo hacer esto. PUEDO hacer esto.

“¿Estás bien Low?” me preguntó Seth deteniéndose a mi lado con una bandeja de bebidas.
“Mmm sí, estoy bien. Sólo necesitaba un respiro,” me obligué a sonreír y cogí el té dulce que había pedido Marcus.

Seth asintió con la cabeza y se dirigió hacia la puerta del comedor. Yo tenía que hacer lo mismo. Me pasé la mano por el pelo y me alisé el delantal hacia abajo. Este era Marcus, me había roto el corazón, no me importaba lo que pensara de mí. Mi aspecto no servía de nada…
Me dirigí de nuevo hacia el comedor y me detuve en mis otras mesas para ver si querían algo. Tenía que coger una botella de salsa tártara, un vaso de agua y limones. Llevaba todavía la bebida de Marcus en mis manos, tenía que llevársela. Estaba recostado en la mesa mirándome mientras me acercaba. Sentí que me miraba mientras iba a las otras mesas, y empecé a ponerme nerviosa…

“Aquí tienes,” puse el té enfrente de él.
“¿Sabes qué quieres de comer?”
“El mero suena bien,” respondió.
Quería acurrucarme en su regazo, eso era ridículo… Sólo oírle hablar me daba la necesidad de tocarlo y sentir sus brazos alrededor de mí otra vez.
“¿No me lo recomiendas?”
Volví a la realidad y le miré.
“¿Eh?”
Marcus me sonrió y mi estómago se encogió.
“Estás frunciendo el ceño. Me preguntaba si me había equivocado con la elección.”
Mi cara se puso roja durante un instante y negué con la cabeza mirando hacia el cuaderno de pedidos, intentando ocultarlo.
“Oh no, eso está muy bueno. El mero está rico y fresco.”
“¿Me sugieres que pruebe las batatas fritas?”
“Bueno, son diferentes, tal vez quieras patatas fritas normales.”
Marcus asintió con la cabeza y me entregó la carta.
“Entonces patatas fritas normales.”

Cogí su menú y reprimí el impulso de mirarlo. Sabía que él me estaba mirando, si levantaba la cabeza me encontraría con sus ojos. No era tan fuerte todavía, algún día lo sería, pero necesitaba tiempo. Deslicé el menú bajo el brazo y me apresuré a volver a la cocina. Necesitaba otro respiro.

Después de darle la cuenta a Marcus me escabullí una vez más a la cocina. Me dejé caer contra la pared del lavavajillas y dejé escapar un gemido de frustración. Esto había sido una tortura… Marcus había sido amable y simpático, se fijaba en todos mis movimientos como si fueran lo más fascinante del mundo. Yo, sin embargo, estaba de los nervios.
Dos niñas, yo no sabía que lo conocían, habían ido a hablar con él e intentaron hacer todo lo posible porque bailara con ellas, pero él las echó con dureza y eso me encantó. Cada vez que había perdido la batalla lo miraba y sus ojos se centraban exclusivamente en mí.

“Low, tu amigo dejó una propina y una caja con tu nombre escrito en la mesa.”

No pude ocultar mi curiosidad, me apresuré y fui a la mesa donde había estado Marcus. Había dejado un billete de 50 dólares para pagar su comida de 20. Fruncí el ceño, me guardé el dinero y cogí el paquete que había dejado. Pasé el dedo por mi nombre, reconocí su letra claramente.

“Ey Seth, ahora vuelvo,” le grité mientras me dirigía hacia la puerta de atrás.
Necesitaba privacidad. Una vez que estaba escondida en un sitio seguro, lo abrí. Era una camiseta de Guns & Roses de 2006 y estaba firmada por todos los miembros de la banda. Había una pequeña nota escondida dentro de ella y la cogí antes de que cayera al suelo.

Willow, hay una historia detrás de esta camiseta. De hecho, fui a este concierto en Miami. Ha sido una de mis posesiones más preciadas desde entonces. Es especial porque es lo único que me dio mi padre, él sabía las ganas que tenía de ir. Yo acababa de cumplir 15 años y él vino a mi habitación una noche con dos entradas, no eran sólo entradas, eran pases para el back stage. Había utilizado todos sus contactos para poder darme esas entradas, es el único buen recuerdo que tengo de mi padre. Tal vez por eso es tan especial. De todos modos, quiero que la tengas. Me gustaría que te la pusieras tú en vez de que esté en el cajón de mi cómoda. Es una de mis cosas buenas y me gustaría saber que está en tus manos.
Te quiero y siempre lo haré.

Marcus

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