Marcus
“Él es nuestro padre, Marcus. Eso no
va a cambiar nunca,” dijo
Amanda acaloradamente mientras paseaba por delante de la mesa donde yo había
estado tratando de elegir los cursos de verano.
“Además, todavía me sigo acordando de
esa carita y esos rizos rubios sabiendo que es nuestra hermana. Ella es un bebé
que no hizo nada malo, ella nació, no es su culpa. Quiero conocerla Marcus.
Quiero tener a mi padre en mi vida otra vez, odio esto. Mamá quiere que vayamos
a verlo, bueno a ellos. Ella piensa que va a ser bueno para nosotros, sobre
todo para ti.”
Gimiendo me
recosté en mi silla y me quedé mirando a mi hermana muy decidido. ¿Qué mierda
pasaba con Amanda? Odiaba a nuestro padre y no quería volver a verlo. Yo quería
que Amanda volviera ser como antes, nos sentíamos de la misma manera, excepto
por la parte de Larissa. Cada vez que pensaba en ella me dolía el pecho… Todo
el tiempo había estado fascinado con sus rizos rubios, sus pequeños aplausos y
sus gritos felices, sin darme cuenta de que era mi hermana. ¿Ese había sido el
plan de Willow? ¿Ella pensaba meter a Larissa en mi vida para que me
acostumbrase a ella y aceptar lo que mi padre había hecho? Dios, cómo podía
haber estado tan ciego… Esos malditos hoyuelos, me perdí cuando la miré. Ella
parecía tan herida e inocente y todo el maldito tiempo había sabido exactamente
lo que su hermana le estaba haciendo a mi madre, lo que había hecho era
imperdonable. Ella me mintió, a mí y a mi familia, y lo más jodido de todo es
que yo todavía estaba enamorado de ella.
“Ellos van a estar en el bloque de
apartamentos esta semana. Él nos ha invitado y voy a ir, y quiero que me
acompañes. Te necesito allí Marcus, por favor,” me rogó Amanda.
Cena con mi
padre, la otra mujer y la niña, no era mi pensamiento de un buen momento… Me
acordé de la sonrisa de Larissa y de cómo me pedía que jugase con ella y eso
tiró de mí.
“Está bien, voy a ir, pero sólo
porque quieres que no esté mal, no porque quiera hacer las paces con él. Si
quieres hacerlas tú, me parece bien, pero yo no.”
Amanda
frunció el ceño, me asintió y me dio un beso en la cabeza.
“Gracias. Realmente me gustaría que
dejaras ir todo ese enfado y pudierais volver a estar como antes. Entonces
verás el cuadro grande que todo el mundo ve, estás viviendo en un túnel y si
sigues ciego por más tiempo vas a perder.”
¿Qué mierda
significaba eso? Miré hacia ella, sonrió y luego salió de la habitación.
Supongo que pensaría que lo que me dijo era profundo y significativo, sería la letra
de una terrible canción.
“Amanda,” dijo mi padre con gusto y la cogió
para abrazarla.
Él le
acarició la cabeza, la besó en la sien y le susurró algo al oído. Ella asintió
con la cabeza y sus ojos se elevaron para encontrarse con los míos.
“Marcus, me alegro de que hayas
venido.”
Yo no, pero
obviamente Amanda necesitaba esto. Asentí con la cabeza y le seguí al interior.
“MARTUS,” un grito fuerte me sobresaltó y miré
para ver a Larissa correr hacia mí con los brazos en el aire, sonriendo.
Dos dientes brillaron
hacia mí, la cogí y olía igual.
“¿Cómo está mi princesa? Veo que
tienes dos dientes.”
Señaló sus
nuevos dientes.
“Dos ientes,” ella estuvo de acuerdo y me dio un
beso húmedo.
“Marcus ven,” había añadido nuevas palabras a su
vocabulario.
La bajé y le
cogí la mano.
“Guíame,” le dije y me puse detrás de ella y me
guio a la sala donde estaban todo tipo de juguetes esparcidos por el suelo.
Rápidamente
examiné la habitación y no vi a Tawny por ninguna parte. Dejé escapar un
suspiro de alivio, me senté como me pidió Larissa y ella tiró un cubo de
bloques de color rosa brillante hacia mí.
“Boques pincesas,” explicó señalando la ilustración de
Cenicienta en uno de los bloques.
“Mis favoritos,” le aseguré, y ella se rio alegremente
esperando a que construyera una torre de bloques para poderla derribar.
“Ella te ha mencionado varias veces,”
dijo mi padre cuando
entró en la habitación.
No lo miré a
los ojos ni le respondí. Había venido aquí por dos razones: mis dos hermanas.
Amanda se sentó en el suelo al otro lado de Larissa.
“Larissa, esta en Manda,” le dije mientras ella la miraba.
“Mana,” repitió.
Amanda le
sonrió y asintió.
“Sí, y es muy agradable conocerte
Larissa. ¿Puedo jugar yo también?”
Larissa
sonrió alegremente. Amanda había dicho su palabra favorita.
“Mana puede juar también,” ella empujó algunos bloques hacia
Amanda.
Amanda
empezó a apilarlas ansiosamente. Larissa tenía ese efecto en la gente, era
difícil resistirse, al igual que su tía. Oh, maldición. Larissa me estudiaba y
la observé mientras su sonrisa desaparecía, se volvió a mirar a su padre y
luego a mí.
“Nooo, mi Lowlow,” susurró mientras empezaban a caerle
lágrimas.
Papá de
inmediato se acercó y la cogió en brazos.
“No llores mi amor. Marcus está aquí
para jugar contigo y Amanda también. ¿Recuerdas que te dije que Lowlow iba a
venir mañana a verte? Está bien,” su voz era tan suave.
¿Habría
hablado con nosotros así alguna vez? Era difícil ver así a mi padre…
Larissa
resopló y asintió con la cabeza.
“Bájame,” exigió Larissa y papá la puso de nuevo
donde estaba antes.
Larissa me
sonrió.
“Lowlow va a venir también.”
Me dolía el
pecho tan fuerte que tenía problemas para respirar. ¿Sería alguna vez más fácil
ver a Larissa? ¿Los recuerdos de Willow me iban a perseguir siempre y a
destrozarme de nuevo? Me aclaré la garganta y asentí con la cabeza.
“¿Me puedes enseñar tus otros
juguetes?”, preguntó
Amanda.
Ella sabía
que yo estaba pasando un mal momento y estaba tratando de distraer a Larissa para
que no dijera más sobre Willow. Larissa se levantó asintiendo y le tendió la
mano a Amanda.
“Vamos a verlos.”
Amanda
siguió a la pequeña chica rubia, finalmente Amanda tenía una verdadera muñeca
para jugar, ella siempre había querido una hermanita pequeña. Supongo que ella
finalmente la consiguió. Yo me había quedado solo. Mierda.
“¿Tienes planes para el verano?”, me preguntó para elegir un tema
neutral.
“Los cursos online,” le respondí, poniéndome de pie y
acercándome a los grandes ventanales con vistas al golfo.
“¿Estás intentando ir rápido y
terminar?”
“No, estoy recuperando el tiempo
perdido.”
Él no se
merecía más de una explicación, había optado salir de mi vida. Me di la vuelta
antes de que pudiera decir nada y le dije:
“¿Dónde está la mujer?”
“Le pedí hacer esto yo solo.”
“¿Por qué? ¿Temías que yo hiriese sus
sentimientos?”
Mi padre
negó con la cabeza.
“No, es que no la quiero aquí
mientras me visitaban mis hijos.”
“Sólo estoy aquí por Amanda.”
“Y por Larissa… No soy tonto, hijo. Veo
la forma en que la miras, puede que no quieras preocuparte por ella, pero lo
haces.”
No hay razón
para mentir.
“Me preocupaba Larissa antes de saber
todo esto, ella es un bebé y no tiene culpa de nada.”
“Y ella es tu hermana.”
“Y ella es mi hermana…” estaba de acuerdo.
No tenía
sentido discutir, era la verdad.
“¿Has hablado con Willow desde…?” no terminó, no hacía falta.
“No.”
Él no tenía
respuesta para eso. Había echado a andar hacia la habitación de Larissa cuando
su voz me detuvo.
“Ella no lo sabía.”
Me quedé
helado.
“Ella estaba devastada, acababa de
descubrirlo… Ella estaba aquí, en la casa, y tuvo una crisis emocional cuando
te fuiste.”
Tragué
saliva. ¿Quería escuchar esto?
“Ella me hizo una lista de todas las
personas a las que había hecho daño con mis acciones. Señaló todos los pecados
que había cometido, y elogió a la única persona que había sido capaz de recoger
los pedazos. Ella lo alabó y con pasión. Me dijo cómo estaba manteniendo a mi
familia unida, también me contó lo mucho que lo amaba, y que las acciones de su
hermana y las mías iban a ser el motivo por el que lo iba a perder.”
Me agarré a
la silla que tenía al lado, me fallaban las rodillas… El dolor de escuchar que
Larissa llamaba a Willow no era nada con el dolor punzante que tenía ahora en
el pecho. Me acordé de las cosas que le dije… Oh dios, no.
“Ella ha dejado toda su vida, es una
buena chica. Larissa la adora. A su hermana le faltan muchos rasgos honorables,
porque creo que Willow se los llevó todos.”
Yo la había
dejado, era lo que ella temía. Me acordé de su cara cuando entró en la
habitación antes de que llamase mi hermana. Ella me había mirado completamente
rota, devastada y perdida. Sólo lo había averiguado y quería decírmelo, pero yo
me había tenido que ir… Ella no lo sabía.
“¿Qué pasa?” dijo Amanda al entrar en la
habitación.
Levanté la
cabeza y la miré.
“No lo sabía…” le susurré horrorizado por las
palabras que resonaban en mi cabeza, las que yo le había gritado esa noche
mientras ella me rogaba que parara.
“Siempre había pensado que ella no lo
sabía,” me respondió
Amanda.
La tristeza
en su voz era inconfundible.
“Traté de decirle que yo estaba
segura de que era inocente pero no me quiso escuchar. No me permitía siquiera
escuchar su nombre. Cada vez que trataba de hablar contigo sobre Willow
terminabas tan borracho que no podías andar.”
Ella sabía
de sobra cómo estaba por Low, y todo era culpa mía…
Willow
La cena con
Tawny y Jefferson no había sido tan mala… Larissa se había aferrado a mí y no
me había soltado. Incluso la había metido en la cama y le había leído hasta que
se quedó dormida. La forma en la que se aferraba a mí me recordó lo que sentía.
Tenía miedo de perder a alguien que quería, no iba a estar lejos por más
tiempo. Yo discutí con Tawny y conseguí que me dejara a Larissa una noche a la
semana, así podría pasar más tiempo sola con ella y no tendría que venir tanto
a esta casa.
Sorprendentemente
Jefferson estaba de acuerdo con mí al cien por cien. Al parecer no le gustaba
que Larissa estuviera llorando porque yo no estaba. Quería odiarlo pero cuando
lo veía con Larissa me costaba. Hay cosas que pasan en la vida y no puedes
controlarlas, es una mierda pero tienes que seguir adelante. Odiar a Tawny y a
Jefferson no tenía sentido, sólo hacía daño a Larissa y ella era inocente. La
puerta del dormitorio de Cage se abrió y él salió con el ceño fruncido.
“¿Estás segura de que estás bien con
esto? Me sentiría mejor si pudieras venir conmigo.”
Negué con la
cabeza, no quería que fuera más mi sombra. Tenía que volver a su vida. Esta
noche tenía que salir y pasar un buen rato con sus amigos, yo estaba muy bien
aquí.
“Tengo helado de chocolate y dos
temporadas de True Blood. Así que vete. El vampiro Eric y yo estaremos bien, te
lo prometo.”
Él suspiró,
se acercó y me abrazó.
“Está bien, me voy a ir, pero me
llamas si tienes un ataque de ansiedad o simplemente si me necesitas o…”
“Cage, vete ahora,” le señalé la puerta.
“Me voy, pero llevo mi teléfono.”
“Te he oído, Cage. Vete.”
Una vez que
cerró la puerta, saqué mi helado de chocolate y me dirigí hacia el sofá. Esta
noche me iba a olvidar de todo menos de los guapos vampiros.
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