lunes, 2 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 22

Marcus

“Él es nuestro padre, Marcus. Eso no va a cambiar nunca,” dijo Amanda acaloradamente mientras paseaba por delante de la mesa donde yo había estado tratando de elegir los cursos de verano.
“Además, todavía me sigo acordando de esa carita y esos rizos rubios sabiendo que es nuestra hermana. Ella es un bebé que no hizo nada malo, ella nació, no es su culpa. Quiero conocerla Marcus. Quiero tener a mi padre en mi vida otra vez, odio esto. Mamá quiere que vayamos a verlo, bueno a ellos. Ella piensa que va a ser bueno para nosotros, sobre todo para ti.”

Gimiendo me recosté en mi silla y me quedé mirando a mi hermana muy decidido. ¿Qué mierda pasaba con Amanda? Odiaba a nuestro padre y no quería volver a verlo. Yo quería que Amanda volviera ser como antes, nos sentíamos de la misma manera, excepto por la parte de Larissa. Cada vez que pensaba en ella me dolía el pecho… Todo el tiempo había estado fascinado con sus rizos rubios, sus pequeños aplausos y sus gritos felices, sin darme cuenta de que era mi hermana. ¿Ese había sido el plan de Willow? ¿Ella pensaba meter a Larissa en mi vida para que me acostumbrase a ella y aceptar lo que mi padre había hecho? Dios, cómo podía haber estado tan ciego… Esos malditos hoyuelos, me perdí cuando la miré. Ella parecía tan herida e inocente y todo el maldito tiempo había sabido exactamente lo que su hermana le estaba haciendo a mi madre, lo que había hecho era imperdonable. Ella me mintió, a mí y a mi familia, y lo más jodido de todo es que yo todavía estaba enamorado de ella.

“Ellos van a estar en el bloque de apartamentos esta semana. Él nos ha invitado y voy a ir, y quiero que me acompañes. Te necesito allí Marcus, por favor,” me rogó Amanda.

Cena con mi padre, la otra mujer y la niña, no era mi pensamiento de un buen momento… Me acordé de la sonrisa de Larissa y de cómo me pedía que jugase con ella y eso tiró de mí.

“Está bien, voy a ir, pero sólo porque quieres que no esté mal, no porque quiera hacer las paces con él. Si quieres hacerlas tú, me parece bien, pero yo no.”

Amanda frunció el ceño, me asintió y me dio un beso en la cabeza.

“Gracias. Realmente me gustaría que dejaras ir todo ese enfado y pudierais volver a estar como antes. Entonces verás el cuadro grande que todo el mundo ve, estás viviendo en un túnel y si sigues ciego por más tiempo vas a perder.”

¿Qué mierda significaba eso? Miré hacia ella, sonrió y luego salió de la habitación. Supongo que pensaría que lo que me dijo era profundo y significativo, sería la letra de una terrible canción.

“Amanda,” dijo mi padre con gusto y la cogió para abrazarla.

Él le acarició la cabeza, la besó en la sien y le susurró algo al oído. Ella asintió con la cabeza y sus ojos se elevaron para encontrarse con los míos.

“Marcus, me alegro de que hayas venido.”
Yo no, pero obviamente Amanda necesitaba esto. Asentí con la cabeza y le seguí al interior.
“MARTUS,” un grito fuerte me sobresaltó y miré para ver a Larissa correr hacia mí con los brazos en el aire, sonriendo.
Dos dientes brillaron hacia mí, la cogí y olía igual.
“¿Cómo está mi princesa? Veo que tienes dos dientes.”
Señaló sus nuevos dientes.
“Dos ientes,” ella estuvo de acuerdo y me dio un beso húmedo.
“Marcus ven,” había añadido nuevas palabras a su vocabulario.
La bajé y le cogí la mano.
“Guíame,” le dije y me puse detrás de ella y me guio a la sala donde estaban todo tipo de juguetes esparcidos por el suelo.

Rápidamente examiné la habitación y no vi a Tawny por ninguna parte. Dejé escapar un suspiro de alivio, me senté como me pidió Larissa y ella tiró un cubo de bloques de color rosa brillante hacia mí.

“Boques pincesas,” explicó señalando la ilustración de Cenicienta en uno de los bloques.
“Mis favoritos,” le aseguré, y ella se rio alegremente esperando a que construyera una torre de bloques para poderla derribar.
“Ella te ha mencionado varias veces,” dijo mi padre cuando entró en la habitación.

No lo miré a los ojos ni le respondí. Había venido aquí por dos razones: mis dos hermanas. Amanda se sentó en el suelo al otro lado de Larissa.

“Larissa, esta en Manda,” le dije mientras ella la miraba.
“Mana,” repitió.
Amanda le sonrió y asintió.
“Sí, y es muy agradable conocerte Larissa. ¿Puedo jugar yo también?”
Larissa sonrió alegremente. Amanda había dicho su palabra favorita.
“Mana puede juar también,” ella empujó algunos bloques hacia Amanda.
Amanda empezó a apilarlas ansiosamente. Larissa tenía ese efecto en la gente, era difícil resistirse, al igual que su tía. Oh, maldición. Larissa me estudiaba y la observé mientras su sonrisa desaparecía, se volvió a mirar a su padre y luego a mí.
“Nooo, mi Lowlow,” susurró mientras empezaban a caerle lágrimas.
Papá de inmediato se acercó y la cogió en brazos.
“No llores mi amor. Marcus está aquí para jugar contigo y Amanda también. ¿Recuerdas que te dije que Lowlow iba a venir mañana a verte? Está bien,” su voz era tan suave.
¿Habría hablado con nosotros así alguna vez? Era difícil ver así a mi padre…
Larissa resopló y asintió con la cabeza.
“Bájame,” exigió Larissa y papá la puso de nuevo donde estaba antes.
Larissa me sonrió.
“Lowlow va a venir también.”

Me dolía el pecho tan fuerte que tenía problemas para respirar. ¿Sería alguna vez más fácil ver a Larissa? ¿Los recuerdos de Willow me iban a perseguir siempre y a destrozarme de nuevo? Me aclaré la garganta y asentí con la cabeza.

“¿Me puedes enseñar tus otros juguetes?”, preguntó Amanda.

Ella sabía que yo estaba pasando un mal momento y estaba tratando de distraer a Larissa para que no dijera más sobre Willow. Larissa se levantó asintiendo y le tendió la mano a Amanda.

“Vamos a verlos.”

Amanda siguió a la pequeña chica rubia, finalmente Amanda tenía una verdadera muñeca para jugar, ella siempre había querido una hermanita pequeña. Supongo que ella finalmente la consiguió. Yo me había quedado solo. Mierda.

“¿Tienes planes para el verano?”, me preguntó para elegir un tema neutral.
“Los cursos online,” le respondí, poniéndome de pie y acercándome a los grandes ventanales con vistas al golfo.
“¿Estás intentando ir rápido y terminar?”
“No, estoy recuperando el tiempo perdido.”

Él no se merecía más de una explicación, había optado salir de mi vida. Me di la vuelta antes de que pudiera decir nada y le dije:
“¿Dónde está la mujer?”
“Le pedí hacer esto yo solo.”
“¿Por qué? ¿Temías que yo hiriese sus sentimientos?”

Mi padre negó con la cabeza.

“No, es que no la quiero aquí mientras me visitaban mis hijos.”
“Sólo estoy aquí por Amanda.”
“Y por Larissa… No soy tonto, hijo. Veo la forma en que la miras, puede que no quieras preocuparte por ella, pero lo haces.”
No hay razón para mentir.
“Me preocupaba Larissa antes de saber todo esto, ella es un bebé y no tiene culpa de nada.”
“Y ella es tu hermana.”
“Y ella es mi hermana…” estaba de acuerdo.
No tenía sentido discutir, era la verdad.
“¿Has hablado con Willow desde…?” no terminó, no hacía falta.
“No.”
Él no tenía respuesta para eso. Había echado a andar hacia la habitación de Larissa cuando su voz me detuvo.
“Ella no lo sabía.”
Me quedé helado.
“Ella estaba devastada, acababa de descubrirlo… Ella estaba aquí, en la casa, y tuvo una crisis emocional cuando te fuiste.”
Tragué saliva. ¿Quería escuchar esto?
“Ella me hizo una lista de todas las personas a las que había hecho daño con mis acciones. Señaló todos los pecados que había cometido, y elogió a la única persona que había sido capaz de recoger los pedazos. Ella lo alabó y con pasión. Me dijo cómo estaba manteniendo a mi familia unida, también me contó lo mucho que lo amaba, y que las acciones de su hermana y las mías iban a ser el motivo por el que lo iba a perder.”

Me agarré a la silla que tenía al lado, me fallaban las rodillas… El dolor de escuchar que Larissa llamaba a Willow no era nada con el dolor punzante que tenía ahora en el pecho. Me acordé de las cosas que le dije… Oh dios, no.

“Ella ha dejado toda su vida, es una buena chica. Larissa la adora. A su hermana le faltan muchos rasgos honorables, porque creo que Willow se los llevó todos.”

Yo la había dejado, era lo que ella temía. Me acordé de su cara cuando entró en la habitación antes de que llamase mi hermana. Ella me había mirado completamente rota, devastada y perdida. Sólo lo había averiguado y quería decírmelo, pero yo me había tenido que ir… Ella no lo sabía.

“¿Qué pasa?” dijo Amanda al entrar en la habitación.
Levanté la cabeza y la miré.
“No lo sabía…” le susurré horrorizado por las palabras que resonaban en mi cabeza, las que yo le había gritado esa noche mientras ella me rogaba que parara.
“Siempre había pensado que ella no lo sabía,” me respondió Amanda.
La tristeza en su voz era inconfundible.
“Traté de decirle que yo estaba segura de que era inocente pero no me quiso escuchar. No me permitía siquiera escuchar su nombre. Cada vez que trataba de hablar contigo sobre Willow terminabas tan borracho que no podías andar.”

Ella sabía de sobra cómo estaba por Low, y todo era culpa mía…


Willow

La cena con Tawny y Jefferson no había sido tan mala… Larissa se había aferrado a mí y no me había soltado. Incluso la había metido en la cama y le había leído hasta que se quedó dormida. La forma en la que se aferraba a mí me recordó lo que sentía. Tenía miedo de perder a alguien que quería, no iba a estar lejos por más tiempo. Yo discutí con Tawny y conseguí que me dejara a Larissa una noche a la semana, así podría pasar más tiempo sola con ella y no tendría que venir tanto a esta casa.
Sorprendentemente Jefferson estaba de acuerdo con mí al cien por cien. Al parecer no le gustaba que Larissa estuviera llorando porque yo no estaba. Quería odiarlo pero cuando lo veía con Larissa me costaba. Hay cosas que pasan en la vida y no puedes controlarlas, es una mierda pero tienes que seguir adelante. Odiar a Tawny y a Jefferson no tenía sentido, sólo hacía daño a Larissa y ella era inocente. La puerta del dormitorio de Cage se abrió y él salió con el ceño fruncido.

“¿Estás segura de que estás bien con esto? Me sentiría mejor si pudieras venir conmigo.”

Negué con la cabeza, no quería que fuera más mi sombra. Tenía que volver a su vida. Esta noche tenía que salir y pasar un buen rato con sus amigos, yo estaba muy bien aquí.

“Tengo helado de chocolate y dos temporadas de True Blood. Así que vete. El vampiro Eric y yo estaremos bien, te lo prometo.”

Él suspiró, se acercó y me abrazó.

“Está bien, me voy a ir, pero me llamas si tienes un ataque de ansiedad o simplemente si me necesitas o…”
“Cage, vete ahora,” le señalé la puerta.
“Me voy, pero llevo mi teléfono.”
“Te he oído, Cage. Vete.”

Una vez que cerró la puerta, saqué mi helado de chocolate y me dirigí hacia el sofá. Esta noche me iba a olvidar de todo menos de los guapos vampiros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario