miércoles, 26 de junio de 2013

CAPÍTULO 11

Marcus

“Jess no lo veo. Como te he dicho, creo que has bebido demasiado.”

Jess se cruzó de brazos y puso mala cara. Estaba empezando a pensar que esto era una encerrona y eso me molestó. Cuando Jess había venido a pedirme ayuda para que la acompañara al coche, le dije que buscase a Rock, pero ella dijo que no lo encontraba y que había dos perros bloqueando el camino hacia su coche. Me molestó tener que dejar a Willow con Preston. Ella estaba empezando a perder el control con nuestra danza. Yo necesitaba poner un poco de espacio entre nosotros para poder pensar con claridad. Cuando ella empezó a temblar entre mis brazos mientras le pasaba las manos por la parte superior de sus muslos pensé que me lo estaba imaginando, pero luego lo hizo otra vez. Por dios, sólo yo quería ser testigo de su orgasmo. Mi corazón parecía que se iba a salir de mi pecho y yo estaba tan malditamente duro, estaba bastante seguro de que hubiera sufrido un daño permanente si no hubiera conseguido salir de la pista de baile, y eso me tranquilizó.
La aparición de Jess había sido la distracción que necesitaba para perder mi erección y recuperar el aliento. Tratar con los perros callejeros despejaría mi cabeza. Así podría volver y dar ese paseo prometido por la playa con Willow. Quería que esta noche fuera especial. Darle un tirón a ese vestidito y deslizar mis manos entre sus piernas no era lo que quería que sucediera. Sobre todo teniendo en cuenta que tenía que ser muy inexperta para tener un orgasmo con sólo tocarla. Despacio Marcus. Tenía que tomar las cosas con calma.

“Pues bien. Supongo que ya puedes volver dentro con tu cita,” se quejó Jess.
“Sí, creo que ya estás a salvo,” le contesté y me dirigí hacia el interior por la puerta de atrás. Nunca había habido ningún perro, de eso estaba seguro.

Me detuve en la barra, cogí nuestras bebidas y me dirigí a la mesa. Preston y Dewayne estaban solos y las duras miradas en sus caras me hicieron pararme. ¡AH NO! Soy idiota. Golpeé con las bebidas en la mesa, estudié sus rostros y lo supe, sin preguntar.

“¿Cuándo se ha ido?”
Me las arreglé para ignorar el nudo de mi estómago.
“Justo después de que te fueras de la mano de Jess,” contestó Preston.
“Dijo que necesitaba aire, pero todos sabemos que no es así,” intervino Dewayne.
“¿Por qué no haces algo?” apenas podía contener el rugido en mi pecho. Preston se encogió de hombros mirándome un poco triste.
“Yo lo hice, le dije que probablemente no era lo que parecía.”
“¿Probablemente no era lo que parecía? ¿En serio, Preston? ¿Eso es lo mejor que podías decirle?”
“Ey, a mí no me gruñas. El tonto has sido tú por irte con Jess, después de casi tener sexo con Low en la pista de baile.”

Me estaba poniendo enfermo. Fui rapidísimo a la puerta queriendo desesperadamente correr. ¿Habría llamado a Cage, para salvarla de mí? Al abrir la puerta me metí en el aparcamiento que estaba lleno de coches, pero no había gente, no estaba Willow.
¿Por qué no le dije a dónde iba? ¿No se daba cuenta de que estaba haciendo todo lo que podía para no encontrar un rincón vacío para pasar mis manos y mi lengua por todo su cuerpo?  ¿Cómo iba a pensar que yo la dejaría por otra persona? ¿No había hecho perfectamente obvio mi interés hacia ella? Subí a la camioneta y mis ojos se posaron en su bolso en el asiento desocupado. Su teléfono. Cogí la pequeña bolsita roja que hacía juego con sus tacones rojos. En el interior estaba el móvil, lo saqué y había un mensaje de Cage.

“Me voy a Destin esta noche bebé. Debería estar de vuelta en la mañana. Envíame un mensaje cuando estés a salvo en casa.”

Dejé caer el bolso y saqué la camioneta del estacionamiento. Había tenido que caminar hasta casa, en la oscuridad. El aspecto de la cosa más malditamente sexy en el planeta. Mi corazón latía en el pecho por otras razones ahora. Por favor, Dios, que ella esté bien.
Poco a poco me dirigí de nuevo al apartamento buscando por las aceras oscuras a Willow. No había ni rastro de ella cuando por fin entré en el aparcamiento del apartamento. Ella no podía haber caminado a casa. No le había dado tiempo a llegar, o ella ya estaba aquí y alguien la había traído. Negué con la cabeza, no quería pensar en eso. Estaba empezando a entrar en pánico. No podía pensar de esa manera, tenía que mantener la cabeza en calma. Corrí por las escaleras, abrí la puerta y entré a un apartamento muy tranquilo y oscuro.

“Willow.”

 Corrí a la habitación de Cage, pero la cama estaba vacía, ella no estaba aquí. Me di la vuelta con miedo. ¿Dónde puede estar? La había perdido. Tengo una cita con ella y la pierdo. Ni siquiera puedo cuidar de ella una noche. Mi cabeza estaba palpitando en sintonía con mi corazón. Me gustaría volver y detener a la gente en el camino, tal vez alguien la había visto. Tal vez alguien la recogió y se fue a otro sitio primero. Alguien tuvo que haber visto algo. Corrí hacia puerta, la abrí, empecé a bajar las escaleras de dos en dos. Tenía que encontrarla, tenía que hacerlo.

“¿Marcus?”

Me detuve y me di la vuelta para ver a Willow caminar por la playa con sus tacones colgando de la mano. Empecé a correr hacia ella, ella estaba aquí, estaba a salvo. Nadie le había hecho daño. Sólo tuve un momento para disfrutar de sus grandes y expresivos ojos verdes llenos de sorpresa antes de envolverla entre mis brazos.

“Estás bien,” declaré con la necesidad de que mi cerebro supiera que Willow estaba bien.
“Sí,” respondió ella con voz vacilante.

Le pasé la mano por el pelo con la necesidad de sentirla, para saber que era real y que estaba aquí. Me tomó un segundo darme cuenta de que sus manos me estaban alejando. Le solté y di un paso atrás. El dulce rostro que había estado sonriendo hace un momento había desaparecido, lo había sustituido un ceño fruncido. ¿Por qué había estado llorando? Oh, me había olvidado de por qué ella se había ido: Jess.

“Low escucha, No…”
“No, Marcus escucha. Me doy cuenta de que no soy el tipo de chica con las que sales habitualmente. Yo no estoy en el círculo social de tu familia y seamos sinceros no tengo un cuerpo de modelo de traje de baño, pero tengo sentimientos. Probablemente mucho más sensibles que las mujeres guapas con las que sales normalmente. Si quieres irte con otra chica al menos avísame para que alguien me lleve a casa. No me dejes allí como una tonta.”

Ella pasó junto a mí y comenzó a subir las escaleras. Me quedé atónito mirándola.
“Low,” grité corriendo tras ella.
Se detuvo y luego lentamente, se dio la vuelta.
“¿Qué?”
“Yo nunca te he dejado por cualquier persona. Soy un idiota, cometí un error. Debería haberte hablado de los perros y ayudar a Jess a llegar a su coche. Pero honestamente yo necesitaba una distracción, ya que estaba tan caliente que apenas podía caminar.”

Tomando una respiración profunda esperé mientras ella asimilaba mi explicación. Me espero sin saber qué hacer. Incluso me pondría de rodillas.
“¿Los perros?”
Yo quería reír de alivio.
“Sí, los perros. Los perros callejeros estaban bloqueando el camino de Jess entre la puerta de atrás y su coche. Ella no podía encontrar a Rock. Yo fui a ayudarla porque necesitaba un poco más de tiempo antes de acercarme a ti otra vez.”
Apareció un pequeño ceño fruncido en su frente.
“¿Qué significa que estabas caliente?” Se detuvo.
“Quiero decir, duro como una roca Low.”

Una pequeña sonrisa apareció en su rostro, no esperé a que dijera algo más. Cerré la distancia entre nosotros y le agarré la cara con las manos antes de besarla. Ella hizo un pequeño sonido de sorpresa, pero era difícil llegar porque ella estaba descalza. Los tacones habían ayudado mucho antes. Me agaché, la agarré por la cintura y la levanté hasta que ella envolvió sus piernas alrededor de mi cintura. Oh sí.


Willow

Me di cuenta de que Marcus estaba abriendo la puerta justo cuando él nos apoyó en el interior del oscuro apartamento. Estaba tan perdida en su beso que me perdí el hecho de que me había llevado por las escaleras. Abrí los ojos el tiempo suficiente para verlo caminar hacia el sofá y hundirnos en él conmigo a horcajadas encima suya. Retirándose me miró fijamente.

“Vamos a tener que parar pronto, estoy al límite,” su voz era ronca.
“¿Límite?,” le pregunté antes de seguir dándole besos por la mandíbula y el cuello.
“Ah, mi límite Low. Ya sabes,” él estaba teniendo problemas para hablar y me hizo sentirme poderosa. 

Sintiéndome valiente lamí rápidamente mi cuello, olía tan bien. Gimiendo él se puso debajo de mí hasta que su erección se apretaba en mi entrepierna. La sensación era demasiado y grité de placer y sorpresa.
“Y ese es mi límite,” dijo Marcus mientras me empujaba y se ponía de pie.

Empecé a pensar que había hecho algo malo de nuevo, pero la forma en la que respiraba era como si acabara de correr una maratón, así que pensé que debería ser bueno.
“¿Qué pasa?,” le pregunté mirándole y deseando que volviera a donde estaba. Me encontré algo que me gustó. Marcus cerró los ojos con fuerza y dejó escapar un gemido.
“Low, cariño, por favor bájate el vestido,” suplicó.
Al mirar hacia abajo me di cuenta de que mi vestido se me había subido hasta la cintura.
“Ups,” dije riendo y tirando hacia abajo.

Marcus dejó escapar una risita y luego se encontró con mi mirada interrogante.
“Low esta noche ha sido increíble. A excepción de la parte en la que te he hecho daño y escapé y tú te fuiste. Estar contigo es increíble, quiero hacerlo de nuevo. Mañana, y al día siguiente,” me reí, él sonrió y continuó. “Tú eliges, pero aquí está la cosa. No quiero ir demasiado rápido contigo. Tengo que trabajarlo, porque estoy acostumbrado a moverme muy rápido.”

Entonces, ¿por qué tenía que ir despacio conmigo? Fruncí el ceño y me puse de pie. Apenas le llegaba a los hombros sin los tacones. Yo llevaba tacones en todos mis zapatos.

“No te estoy pidiendo que vayas despacio.”

Se frotó la cara y se pasó la mano por el pelo y dejó escapar una risa apretada y extraña.

“Ya lo sé, pero quiero hacerlo. Eres diferente y si estoy en lo cierto eres muy inexperta.”

La calidez inundó mi cara, debería habérselo dicho. Mis besos no son a los que está acostumbrado.

“No Low, me estás entendiendo mal,” él se acercó a tocarme y se detuvo a sí mismo.
“Escúchame. Nadie, quiero decir que nadie ha conseguido ponerme tan caliente solo con besos. Eres perfecta, todo en ti es perfecto.”

Bueno, eso me hizo sentirme mejor. Me hizo sentirme poderosa. Me gustó eso. Di un paso hacia Marcus y él se rio en voz baja.

“No te burles de mí Low,” declaró.
Junté mis labios en un mohín y fruncí el ceño hacia él.
“Bien bien. Te dejaré en paz.”

Me dirigí a la habitación de Cage.

“¿Low?”
“¿Sí?” me miró inseguro y nervioso. Me dieron ganas de ir a abrazarlo y asegurarle que todo estaba bien.
“¿Podría…? Quiero decir que si yo…,” hizo una pausa y respiró hondo.
“Si yo duermo en el sofá, ¿podrías dormir en mi cama?”
Yo no esperaba eso.
“¿Por qué?”
“Porque no puedo dormir sabiendo que estás en la cama de Cage.”
Su explicación simple me hizo sentir un hormigueo en todo el cuerpo.
“Está bien,” le contesté incapaz de mantener la sonrisa tonta de mi cara. Dejó escapar un suspiro como si lo hubiera estado conteniendo.
“Gracias.”

Sonreí y me encogí de hombros.

“De nada.”
“Pero tengo que ir allí y coger mi pijama,” le expliqué.
“Acabo de dejar allí toda mi ropa.”

Me reí.

“Marcus no puedes dormir en el sofá, eso no sería justo. Tienes una cómoda cama en tu habitación, no deberías tener que dormir en el sofá.”
“Entonces duerme en mi cama conmigo. Es eso lo que haces con Cage, ¿no?”
“Sí, pero no me siento atraída por Cage.”
“Vamos a trabajar eso. Por favor trae tus cosas a mi habitación.”

Eso sonaba tan maravilloso como si me hubiera pedido que me fuese a vivir con él.

“Entonces, ¿vamos a estar viviendo juntos? Eso es lo que sería, vamos rápido.”

Marcus frunció el ceño y miró hacia el sofá.

“Tienes razón, voy a dormir en el sofá por ahora. Más tarde… cuando estemos listos, me mudaré a la cama.”
“¿Estás seguro de esto?,” le pregunté.
“Sí. Quiero ver a donde va lo nuestro y no puedo hacer eso si duermes en la cama de Cage cada noche. Te quiero aquí, pero no allí,” dijo apuntando hacia la habitación de Cage.


Con una explicación así, ¿cómo iba a decirle que no?

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