Marcus
“Jess no lo veo. Como te he dicho,
creo que has bebido demasiado.”
Jess se
cruzó de brazos y puso mala cara. Estaba empezando a pensar que esto era una
encerrona y eso me molestó. Cuando Jess había venido a pedirme ayuda para que la
acompañara al coche, le dije que buscase a Rock, pero ella dijo que no lo
encontraba y que había dos perros bloqueando el camino hacia su coche. Me
molestó tener que dejar a Willow con Preston. Ella estaba empezando a perder el
control con nuestra danza. Yo necesitaba poner un poco de espacio entre
nosotros para poder pensar con claridad. Cuando ella empezó a temblar entre mis
brazos mientras le pasaba las manos por la parte superior de sus muslos pensé
que me lo estaba imaginando, pero luego lo hizo otra vez. Por dios, sólo yo
quería ser testigo de su orgasmo. Mi corazón parecía que se iba a salir de mi
pecho y yo estaba tan malditamente duro, estaba bastante seguro de que hubiera
sufrido un daño permanente si no hubiera conseguido salir de la pista de baile,
y eso me tranquilizó.
La aparición
de Jess había sido la distracción que necesitaba para perder mi erección y
recuperar el aliento. Tratar con los perros callejeros despejaría mi cabeza.
Así podría volver y dar ese paseo prometido por la playa con Willow. Quería que
esta noche fuera especial. Darle un tirón a ese vestidito y deslizar mis manos
entre sus piernas no era lo que quería que sucediera. Sobre todo teniendo en
cuenta que tenía que ser muy inexperta para tener un orgasmo con sólo tocarla.
Despacio Marcus. Tenía que tomar las cosas con calma.
“Pues bien. Supongo que ya puedes
volver dentro con tu cita,” se quejó Jess.
“Sí, creo que ya estás a salvo,” le contesté y me dirigí hacia el
interior por la puerta de atrás. Nunca había habido ningún perro, de eso estaba
seguro.
Me detuve en
la barra, cogí nuestras bebidas y me dirigí a la mesa. Preston y Dewayne
estaban solos y las duras miradas en sus caras me hicieron pararme. ¡AH NO! Soy
idiota. Golpeé con las bebidas en la mesa, estudié sus rostros y lo supe, sin
preguntar.
“¿Cuándo se ha ido?”
Me las
arreglé para ignorar el nudo de mi estómago.
“Justo después de que te fueras de la
mano de Jess,” contestó
Preston.
“Dijo que necesitaba aire, pero todos
sabemos que no es así,” intervino Dewayne.
“¿Por qué no haces algo?” apenas podía contener el rugido en mi
pecho. Preston se encogió de hombros mirándome un poco triste.
“Yo lo hice, le dije que
probablemente no era lo que parecía.”
“¿Probablemente no era lo que
parecía? ¿En serio, Preston? ¿Eso es lo mejor que podías decirle?”
“Ey, a mí no me gruñas. El tonto has
sido tú por irte con Jess, después de casi tener sexo con Low en la pista de
baile.”
Me estaba
poniendo enfermo. Fui rapidísimo a la puerta queriendo desesperadamente correr.
¿Habría llamado a Cage, para salvarla de mí? Al abrir la puerta me metí en el
aparcamiento que estaba lleno de coches, pero no había gente, no estaba Willow.
¿Por qué no
le dije a dónde iba? ¿No se daba cuenta de que estaba haciendo todo lo que
podía para no encontrar un rincón vacío para pasar mis manos y mi lengua por
todo su cuerpo? ¿Cómo iba a pensar que
yo la dejaría por otra persona? ¿No había hecho perfectamente obvio mi interés
hacia ella? Subí a la camioneta y mis ojos se posaron en su bolso en el asiento
desocupado. Su teléfono. Cogí la pequeña bolsita roja que hacía juego con sus
tacones rojos. En el interior estaba el móvil, lo saqué y había un mensaje de
Cage.
“Me voy a Destin esta noche bebé.
Debería estar de vuelta en la mañana. Envíame un mensaje cuando estés a salvo
en casa.”
Dejé caer el
bolso y saqué la camioneta del estacionamiento. Había tenido que caminar hasta
casa, en la oscuridad. El aspecto de la cosa más malditamente sexy en el
planeta. Mi corazón latía en el pecho por otras razones ahora. Por favor, Dios,
que ella esté bien.
Poco a poco
me dirigí de nuevo al apartamento buscando por las aceras oscuras a Willow. No
había ni rastro de ella cuando por fin entré en el aparcamiento del
apartamento. Ella no podía haber caminado a casa. No le había dado tiempo a
llegar, o ella ya estaba aquí y alguien la había traído. Negué con la cabeza,
no quería pensar en eso. Estaba empezando a entrar en pánico. No podía pensar
de esa manera, tenía que mantener la cabeza en calma. Corrí por las escaleras,
abrí la puerta y entré a un apartamento muy tranquilo y oscuro.
“Willow.”
Corrí a la habitación de Cage, pero la cama
estaba vacía, ella no estaba aquí. Me di la vuelta con miedo. ¿Dónde puede
estar? La había perdido. Tengo una cita con ella y la pierdo. Ni siquiera puedo
cuidar de ella una noche. Mi cabeza estaba palpitando en sintonía con mi
corazón. Me gustaría volver y detener a la gente en el camino, tal vez alguien
la había visto. Tal vez alguien la recogió y se fue a otro sitio primero.
Alguien tuvo que haber visto algo. Corrí hacia puerta, la abrí, empecé a bajar
las escaleras de dos en dos. Tenía que encontrarla, tenía que hacerlo.
“¿Marcus?”
Me detuve y
me di la vuelta para ver a Willow caminar por la playa con sus tacones colgando
de la mano. Empecé a correr hacia ella, ella estaba aquí, estaba a salvo. Nadie
le había hecho daño. Sólo tuve un momento para disfrutar de sus grandes y
expresivos ojos verdes llenos de sorpresa antes de envolverla entre mis brazos.
“Estás bien,” declaré con la necesidad de que mi
cerebro supiera que Willow estaba bien.
“Sí,” respondió ella con voz vacilante.
Le pasé la
mano por el pelo con la necesidad de sentirla, para saber que era real y que
estaba aquí. Me tomó un segundo darme cuenta de que sus manos me estaban
alejando. Le solté y di un paso atrás. El dulce rostro que había estado
sonriendo hace un momento había desaparecido, lo había sustituido un ceño
fruncido. ¿Por qué había estado llorando? Oh, me había olvidado de por qué ella
se había ido: Jess.
“Low escucha, No…”
“No, Marcus escucha. Me doy cuenta de
que no soy el tipo de chica con las que sales habitualmente. Yo no estoy en el
círculo social de tu familia y seamos sinceros no tengo un cuerpo de modelo de
traje de baño, pero tengo sentimientos. Probablemente mucho más sensibles que
las mujeres guapas con las que sales normalmente. Si quieres irte con otra
chica al menos avísame para que alguien me lleve a casa. No me dejes allí como
una tonta.”
Ella pasó
junto a mí y comenzó a subir las escaleras. Me quedé atónito mirándola.
“Low,” grité corriendo tras ella.
Se detuvo y
luego lentamente, se dio la vuelta.
“¿Qué?”
“Yo nunca te he dejado por cualquier
persona. Soy un idiota, cometí un error. Debería haberte hablado de los perros
y ayudar a Jess a llegar a su coche. Pero honestamente yo necesitaba una
distracción, ya que estaba tan caliente que apenas podía caminar.”
Tomando una
respiración profunda esperé mientras ella asimilaba mi explicación. Me espero
sin saber qué hacer. Incluso me pondría de rodillas.
“¿Los perros?”
Yo quería
reír de alivio.
“Sí, los perros. Los perros
callejeros estaban bloqueando el camino de Jess entre la puerta de atrás y su
coche. Ella no podía encontrar a Rock. Yo fui a ayudarla porque necesitaba un
poco más de tiempo antes de acercarme a ti otra vez.”
Apareció un
pequeño ceño fruncido en su frente.
“¿Qué significa que estabas
caliente?” Se
detuvo.
“Quiero decir, duro como una roca
Low.”
Una pequeña
sonrisa apareció en su rostro, no esperé a que dijera algo más. Cerré la
distancia entre nosotros y le agarré la cara con las manos antes de besarla.
Ella hizo un pequeño sonido de sorpresa, pero era difícil llegar porque ella
estaba descalza. Los tacones habían ayudado mucho antes. Me agaché, la agarré
por la cintura y la levanté hasta que ella envolvió sus piernas alrededor de mi
cintura. Oh sí.
Willow
Me di cuenta
de que Marcus estaba abriendo la puerta justo cuando él nos apoyó en el
interior del oscuro apartamento. Estaba tan perdida en su beso que me perdí el
hecho de que me había llevado por las escaleras. Abrí los ojos el tiempo
suficiente para verlo caminar hacia el sofá y hundirnos en él conmigo a
horcajadas encima suya. Retirándose me miró fijamente.
“Vamos a tener que parar pronto,
estoy al límite,” su
voz era ronca.
“¿Límite?,” le pregunté antes de seguir dándole
besos por la mandíbula y el cuello.
“Ah, mi límite Low. Ya sabes,” él estaba teniendo problemas para
hablar y me hizo sentirme poderosa.
Sintiéndome valiente lamí rápidamente mi
cuello, olía tan bien. Gimiendo él se puso debajo de mí hasta que su erección
se apretaba en mi entrepierna. La sensación era demasiado y grité de placer y
sorpresa.
“Y ese es mi límite,” dijo Marcus mientras me empujaba y se
ponía de pie.
Empecé a
pensar que había hecho algo malo de nuevo, pero la forma en la que respiraba
era como si acabara de correr una maratón, así que pensé que debería ser bueno.
“¿Qué pasa?,” le pregunté mirándole y deseando que
volviera a donde estaba. Me encontré algo que me gustó. Marcus cerró los ojos
con fuerza y dejó escapar un gemido.
“Low, cariño, por favor bájate el
vestido,” suplicó.
Al mirar
hacia abajo me di cuenta de que mi vestido se me había subido hasta la cintura.
“Ups,” dije riendo y tirando hacia abajo.
Marcus dejó
escapar una risita y luego se encontró con mi mirada interrogante.
“Low esta noche ha sido increíble. A
excepción de la parte en la que te he hecho daño y escapé y tú te fuiste. Estar
contigo es increíble, quiero hacerlo de nuevo. Mañana, y al día siguiente,” me reí, él sonrió y continuó. “Tú eliges, pero aquí está la cosa. No
quiero ir demasiado rápido contigo. Tengo que trabajarlo, porque estoy
acostumbrado a moverme muy rápido.”
Entonces,
¿por qué tenía que ir despacio conmigo? Fruncí el ceño y me puse de pie. Apenas
le llegaba a los hombros sin los tacones. Yo llevaba tacones en todos mis
zapatos.
“No te estoy pidiendo que vayas
despacio.”
Se frotó la
cara y se pasó la mano por el pelo y dejó escapar una risa apretada y extraña.
“Ya lo sé, pero quiero hacerlo. Eres
diferente y si estoy en lo cierto eres muy inexperta.”
La calidez
inundó mi cara, debería habérselo dicho. Mis besos no son a los que está
acostumbrado.
“No Low, me estás entendiendo mal,” él se acercó a tocarme y se detuvo a
sí mismo.
“Escúchame. Nadie, quiero decir que
nadie ha conseguido ponerme tan caliente solo con besos. Eres perfecta, todo en
ti es perfecto.”
Bueno, eso
me hizo sentirme mejor. Me hizo sentirme poderosa. Me gustó eso. Di un paso
hacia Marcus y él se rio en voz baja.
“No te burles de mí Low,” declaró.
Junté mis
labios en un mohín y fruncí el ceño hacia él.
“Bien bien. Te dejaré en paz.”
Me dirigí a
la habitación de Cage.
“¿Low?”
“¿Sí?” me miró inseguro y nervioso. Me
dieron ganas de ir a abrazarlo y asegurarle que todo estaba bien.
“¿Podría…? Quiero decir que si yo…,” hizo una pausa y respiró hondo.
“Si yo duermo en el sofá, ¿podrías
dormir en mi cama?”
Yo no
esperaba eso.
“¿Por qué?”
“Porque no puedo dormir sabiendo que
estás en la cama de Cage.”
Su
explicación simple me hizo sentir un hormigueo en todo el cuerpo.
“Está bien,” le contesté incapaz de mantener la
sonrisa tonta de mi cara. Dejó escapar un suspiro como si lo hubiera estado
conteniendo.
“Gracias.”
Sonreí y me
encogí de hombros.
“De nada.”
“Pero tengo que ir allí y coger mi
pijama,” le
expliqué.
“Acabo de dejar allí toda mi ropa.”
Me reí.
“Marcus no puedes dormir en el sofá,
eso no sería justo. Tienes una cómoda cama en tu habitación, no deberías tener
que dormir en el sofá.”
“Entonces duerme en mi cama conmigo.
Es eso lo que haces con Cage, ¿no?”
“Sí, pero no me siento atraída por
Cage.”
“Vamos a trabajar eso. Por favor trae
tus cosas a mi habitación.”
Eso sonaba
tan maravilloso como si me hubiera pedido que me fuese a vivir con él.
“Entonces, ¿vamos a estar viviendo
juntos? Eso es lo que sería, vamos rápido.”
Marcus
frunció el ceño y miró hacia el sofá.
“Tienes razón, voy a dormir en el
sofá por ahora. Más tarde… cuando estemos listos, me mudaré a la cama.”
“¿Estás seguro de esto?,” le pregunté.
“Sí. Quiero ver a donde va lo nuestro
y no puedo hacer eso si duermes en la cama de Cage cada noche. Te quiero aquí,
pero no allí,” dijo
apuntando hacia la habitación de Cage.
Con una
explicación así, ¿cómo iba a decirle que no?
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