Preston
Dejar que Amanda se fuera a casa fue difícil. Quería que se quedara aquí. Cada vez que salía por la puerta, me preocupaba que no fuera a volver, porque se iba a enterar de la verdad sobre mí. Esta noche tenía cena familiar en su casa. Su hermano le había dicho que no quería que le dijera nada a su madre, ella no estaba muy estable para tratar con esto ahora mismo.
Además, no esperaba que su madre me aceptase.
Ella sabía que yo vivía en el lado equivocado de la ciudad, sabía que yo había tenido problemas en secundaria y que Marcus me había ayudado. Era un caso de caridad para ella y nunca sería lo suficientemente bueno para su hija.
El teléfono vibró en mi bolsillo, recordándome mi cita. Cada vez que tenía que ir a trabajar, me odiaba más. Había empezado a buscar en el periódico un trabajo que me pagaran lo suficiente para cuidar a los niños y que se adaptara a mi horario de clases y al béisbol. Hasta ahora no había encontrado nada, pero no iba a abandonar. No sabía hacer nada bien, pero no iba a abandonar. Tenía que encontrar una manera de salir de esto. Quería ser digno de Amanda y sabía que no podía alargar lo que estaba haciendo.
Estiré las manos y cogí las llaves. Tenía que hacer esto, si quería mantener la beca y alimentar a los niños, tenía que hacer esto.
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Subí las escaleras de atrás de la casa de ladrillo de tres pisos que perteneció a nuestro ilustre alcalde. Él se estaba tirando a su secretaria y su esposa me estaba pagando por el mismo servicio, durante más de un año.
Tuve que aparcar a un kilómetro, subir desde la parte trasera de la casa y usé la puerta de atrás. Ella la dejaba abierta.
Al abrir la puerta, entré y me dirigí a la escalera. A veces me esperaba con una pieza ridícula de ropa interior, y a veces estaba arriba esperándome en la cama completamente desnuda, bebiendo vino. Dependía de su estado de ánimo.
Subí el primer escalón y escuché voces. Mierda. Ella siempre estaba sola cuando me llamaba. Me congelé y escuché. Era otra mujer. Reconocí la voz, pero no sabía quién era. Dudaba que la hubiera invitado para hacer un trío. Cobraba más por eso, y ahora mismo no estaba seguro de poder lograrlo. Últimamente tenía que cerrar los ojos y fingir, era lo único que funcionaba.
"Entonces, te veré en la reunión del comité la semana que viene. Gracias por ofrecerte a ayudar, Janice. Tener tu nombre detrás de esto atraerá a más voluntarios."
Janice era la esposa del alcalde y estaba tratando con una visita improvisada. Llegaron a la esquina. Mierda.
Había empezado a irme cuando la señora Hardy dobló la esquina y nuestros ojos se encontraron. Joder.
Janice me miró y sus ojos se abrieron por la sorpresa. Ella tampoco pensaba que nos iban a atrapar.
Me quedé sin poder moverme. ¿Cómo explico esto? No necesitaba a esta mujer para saber lo que hice. Iba a encontrar otro trabajo, y cuando lo hiciera, iba a ser digno de Amanda. Si su madre supiera este sucio secreto lo arruinaría todo. Ella se lo diría a Amanda y si alguna vez se enterase de lo nuestro, se lo diría.
"Oh, Preston. Estoy tan contenta de que estés aquí. Oh, el inodoro que se ha roto está arriba a la izquierda. No para de coger agua." La sonrisa forzada de Janice y su voz aguda no fueron muy convincentes. "Corre y arréglalo." Ella agitó la mano y sonrió a la madre de Amanda.
Los ojos de la señora Hardy seguían fijos en los míos. Maldita sea, estaba conectando los puntos.
"Sí, señora. Pensé que había dicho que su lavadora se había roto también."
Yo era mucho más convincente.
Ella asintió con nerviosismo.
"Sí, claro, pero ve y arregla el inodoro primero."
Asentí con la cabeza y me dirigí hacia las escaleras, rezando para que la señora Hardy se creyera esta mierda.
"Dulce niño. Él puede arreglar cualquier cosa," dijo Janice con el mismo tono nervioso y agudo.
"¿Ah, sí?" preguntó la señora Hardy. El tono de su voz me hizo un nudo en el estómago. Lo sabía.
A la mierda todo. Lo sabía.
Amanda
Preston se había ido a entrenar hoy otra vez. Había recibido una llamada de su entrenador y tuvo que salir de forma inesperada. Iba de camino hacia su casa, íbamos a ir a la playa. Sólo quedaban un par de semanas de calor antes de que el aire de otoño hiciera imposible disfrutar de la playa.
Miré mis mensajes de texto para matar el tiempo, y vi una respuesta de Jason. Habían pasado dos semanas desde que la había enviado y no había enviado más. Había estado tan ocupada con Preston que me había olvidado de él.
Yo: Lo siento por no haberte respondido.Al empezar la universidad y todo lo demás, he estado muy ocupada.
Puede ser que tuviera que llamarlo, dos semanas era más que desagradable. La respuesta de Jason apareció en la pantalla.
Jason: Está bien. He hablado con Sadie. Sé que estás viendo a alguien. Chico con suerte.
Sadie no había mencionado a Jason cuando habíamos hablado el otro día. Ella estaba feliz por mí, pero también sonaba preocupada.
Yo: Sí, eso también. Sin embargo, debería haber respondido. Lo siento muchísimo.
Jason: No te preocupes por eso. Prométeme que si las cosas no salen bien, me llamarás. Guarda mi número.
Era muy dulce. Si las cosas no salían bien, me gustaría ser aplastada. No llamaría a nadie más.
Yo: Lo tendré en cuenta. Gracias de nuevo por la oferta. Volar a Nueva York para cenar sería increíble.
Jason: La oferta sigue en pie, sólo tienes que aceptar.
La puerta del apartamento se abrió y Preston entró con el ceño fruncido. Sólo había estado ausente una hora y media. Tampoco estaba muy sudoroso.
"Ey," dije, bajando mi teléfono, levantándome y yendo hacia él.
Él levantó las manos para alejarme.
"Estoy sucio, voy a darme una ducha primero." Él no dijo nada más, sólo fue hacia el cuarto de baño y cerró la puerta fuertemente.
¿Estaba enfadado porque estaba aquí?
Mi teléfono sonó y alargué la mano para cogerlo.
Jason: Tengo una invitación para la boda de tu hermano. Willow debió haberla enviado cuando pensaba que había algo entre nosotros.
Yo: ¿Vas a venir?
Por favor, no. No sería bueno para Preston. No sería capaz de hablar con él si quería mantener a Preston en calma.
Jason: Quiero ir.
¿Qué quería decir con eso? No podía ser grosera, Jax y Sadie venían.
La puerta del baño se abrió.
"Lo siento, estaba de mal humor cuando llegué," dijo Preston, saliendo del cuarto de baño.
Levanté la vista del teléfono.
"Está bien. Estaba preocupada porque a lo mejor querías que me fuera. Puedo irme si tienes cosas que hacer."
Preston frunció el ceño y cerró la distancia entre nosotros.
"Dios, no. Te quiero conmigo. Sólo que he tenido una tarde malo. Odiaba tener que dejarte."
"No has tardado mucho. Tenemos un montón de tiempo para estar en la playa antes de que se haga de noche."
Preston se inclinó y me besó. Sonó mi teléfono.
Oh, mierda.
Preston se echó hacia atrás y miró mi teléfono.
Jason: No me digas que no. Tomo eso como un sí.
No me moví. Preston lo había leído. No sabía cómo iba a reaccionar, así que esperé una reacción.
"¿Jason? ¿Jason Stone?"
Asentí con la cabeza. El gruñido de rabia en su voz me dijo que esto sería un problema muy grande.
Cogió el teléfono de mis manos. No había dicho nada malo. Se desplazó hacia arriba y leyó nuestros mensajes. Cuando llegó al último, levantó los ojos para encontrarse con los míos.
"¿Eso es lo que quieres, Manda? ¿Un jet privado que te lleve a Nueva York?" Lanzó el teléfono sobre la mesa y se fue a su habitación. Salté cuando la puerta se cerró detrás de él.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Ni siquiera me había permitido explicarme. No me había dicho que era lo que quería. Yo estaba siendo educada.
La puerta se abrió y me di la vuelta, no sabía si dejarle ir o defenderme. No estaba acostumbrada a que un hombre se enfadara conmigo. Daba miedo.
Mi padre nunca me había gritado, y hasta anoche Marcus tampoco. El corazón me latía muy rápido y sentí que iba a vomitar.
Preston señaló el teléfono.
"¿Hablas con él a menudo?"
Negué con la cabeza.
"Nooo," balbuceé.
"Seguro. Él tiene dinero y tu hermano seguro que aprueba que le hayas mandado una invitación de la boda."
"No sabía nada de la invitación hasta ahora."
Preston dejó escapar una risa enojada y dura.
"Pero si sabías lo del paseo en jet a Nueva York, ¿no es así? Parece que estás hasta mandándole mensajes hoy."
"Me había olvidado de su último mensaje. Estaba tratando de ser cortés, es el hermano de Jax," le expliqué.
Preston se dió la vuelta y dió un puñetazo en la pared.
"Al diablo con eso, Manda. Le escribiste. Tú querías hablar con él."
Una lágrima rodó por mi cara, y no sabía qué decir para que me entendiera. Estaba muy enfadado. Por primera vez, quería salir de su apartamento, quería irme sola y llorar.
Me levanté, cogí el teléfono del sofá, mi bolsa de playa me dirigí a la puerta. No le miré. No podía o rompería a llorar ahora.
No quería que me viera llorar. Quería estar enfadada con él, gritarle y decirle lo estúpido que estaba siendo, pero el nudo en la garganta me paraba.
Corrí hacia la puerta y bajé las escaleras. Cuando mi pie golpeó el último escalón, eché a llorar. No había sido capaz de llegar al coche. Me limpié la cara, me puse las gafas de sol, que las tenía en la parte superior de la cabeza y empecé a andar hacia mi coche.
Me asustaron los pasos pesados detrás de mí, y me di la vuelta para ver a Preston corriendo detrás de mí.
"Manda, espera. Lo siento. No te vayas, por favor."
Una persona inteligente hubiera seguido andando, pero yo no era una persona inteligente.
La cara de pánico de Preston era más poderosa que el sentido común.
"Soy un idiota. Dios, nena. Lo siento mucho. Estaba enfadado, vi el mensaje y me enfadé todavía más. No voy a mentir, estoy celoso como el infierno. Eres mía, y él está detrás de ti. Él tiene dinero y la aprobación de tu familia. Dos cosas que yo no tengo. Quiero ser capaz de llevarte a Nueva York en un maldito jet, y cualquier otro lugar al que desees ir, pero no puedo."
Esa era la única explicación que yo necesitaba. Lo entendí. Andé los pocos pasos que nos separaban, le agarré la cara y lo besé con fiereza en la boca. Era posesiva. Quería que entendiera que tenía de él todo lo que quería. No quería un paseo en avión ni una cena de lujo.
Él gimió, me pasó las manos por el pelo y me acercó más a él. Controlé el beso. Le mordí el labio, tiré de su lengua dentro de mi boca, y le chupé con fuerza antes de empezar a ponerme caliente. Cuando por fin rompí el beso, los dos estábamos respirando pesadamente.
"Joder," susurró.
"Nadie se compara a ti. Nadie. Que te entre eso en la cabeza," le dije y deslicé mi mano por su pecho. "No necesito jets ni sitios de lujo. Sólo te necesito a ti."
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