viernes, 4 de abril de 2014

PRÓLOGO JUST FOR NOW

"Bueno, si no quieres salir Manda, nos vestimos y salimos a jugar."

El agua que estaba bebiendo se me atragantó. Me cubrí la boca para ahogar mi tos seca. Yo había aparecido por aquí esta noche por una razón: para ver a Preston Drake. Qué mala suerte tengo cuando por fin se fija en mí, empiezo a toser.
Preston me golpeó la espalda y eso me humilló más.

"Lo siento Manda, no sabía que mi presencia te pondría así."

Cuando pude hablar de nuevo, me di la vuelta para mirar a la persona que había estado apareciendo en mis fantasías nocturnas desde hace un par de años. Todo lo que me había arreglado para parecer irresistible no había servido de nada. Preston me sonreía como siempre lo hacía, le divertía. Él sólo me veía como la hermana pequeña e inocente de su mejor amigo, Marcus Hardy. Típico.
¿Cuántas novelas románticas había leído sobre una chica que cae perdidamente enamorada del mejor amigo de su hermano? Incontables.

"Me has asustado," dije intentando explicar mi repentino estallido de tos.
Preston le pegó un trago a su cerveza y bebió un trago mientras me miraba.

"¿Estás segura de que no fue porque yo soy muy guapo y como te susurré al oído eso causó tu falta de oxígeno?"

Sí, probablemente, el chico sabía que era guapo. No le iba a subir más el ego. Cruzo los brazos sobre mi estómago, intentando adoptar una pose defensiva.
Nunca supe cómo hablar con Preston ni qué decirle. Tenía tanto miedo de que él me mirara los ojos y saber que cuando cierro los ojos por la noche me lo imagino haciendo cosas muy malas con él.

"Maldita sea, Manda," dijo en voz baja y ronca mientras sus ojos bajaban por mis pechos.
Yo llevaba una blusa con escote esta noche y un sujetador con push-up, con la esperanza de que por lo menos Preston viera que mi cuerpo había crecido. Además, sabía que tenía obsesión por los senos. Era obvio por las chicas con las que salía... Bueno, en realidad no salía con ellas, sólo se acostaba con ellas.
Mis pechos no eran grandes, pero con un buen sujetador push-up y la posición correcta no estaban mal.

"Esa camisa te sienta muy bien."
Me estaba mirando de verdad, o a ellas-pero eran parte de mí-, así que era lo mismo.

"Gracias," le contesté con voz normal que traicionó el hecho de que estaba respirando un poco más rápido ahora.
Preston dio otro paso hacia mí, cerrando lo poco que nos separaba.
Sus ojos todavía estaban mirando a mi escote, y cuando se acercó tuvo una vista completa.

"Quizás no es muy inteligente que lleves esa camisa, Manda." Su voz profunda me hizo temblar. "Joder, chica, no hagas eso. No tiembles."

Una mano grande me tocó la cintura. Su pulgar me rozó el estómago y empujó suavemente el dobladillo de mi camisa hacia arriba.

"Llevo bebiendo desde las cuatro, cariño. ¡Tienes que pararme porque no creo que pueda detenerme yo solo!"

Un pequeño gemido. Oh, sí. ¿Debo empezar?
Preston levantó los ojos para encontrarse con los míos. Su largo cabello rubio cayó hacia adelante sobre uno de sus ojos. No pude evitarlo. Extendí la mano y metí los mechones sueltos detrás de su oreja. Cerró los ojos e hizo un sonido satisfecho.

"Manda, eres muy dulce. Jodidamente dulce, y no soy el tipo de chico que tiene que estar cerca tuya." Su voz era casi un susurro, mientras sus ojos se clavaban en los míos. Pude ver la mirada vidriosa que confirmaba que había bebido demasiado.
"Soy una chica mayor, puedo decidir a quien tener cerca," le contesté, moviendo las caderas para que tuviera una mejor vista de mi camisa.
"Mmm, a ver, aquí es donde creo que podrías estar equivocada, porque pequeños cuerpos vírgenes como el tuyo, fresco y dulce, no debe tentar a los chicos que sólo buscan follar."

Esa palabra dicha por él, me encendía. Él era demasiado bonito y siempre lo había sido. Sus pestañas demasiado largas, su rostro parecía como esculpido, añadiéndole los labios y el pelo, obteniendo así un paquete letal.

"A lo mejor no soy tan pura como tú piensas," le dije, esperando que no detectase la mentira. Quería ser una de esas chicas malas que no le importaba hacerlo en un cuarto trasero contra la pared.
Preston bajó la boca para apenas rozar la piel de mi hombro.

"¿Me estás diciendo que está dulzura ya lo ha hecho?"

No.

"Sí," le respondí.
"Ven a dar un paseo conmigo," me dijo al oído mientras sus dientes tiraban suavemente de mi oreja.
"Está bien."
Preston se movió y asintió con la cabeza hacia la puerta.
"Vamos."
Probablemente esto no era una buena idea. Si Rock, Dewayne o cualquier otro amigo de mi hermano nos vieran salir juntos, no podría pasar nada. Y quería que pasara algo. No me quería conformar con soñar con él por las noches, lo quería de verdad.
Me pregunto por qué Preston no había pensado por dónde salir. ¿Quería que los chicos nos detuviesen?
Miré a nuestra mesa de siempre, y vi que Rock no nos estaba prestando ninguna atención. Sin embargo, Dewayne me guiñó un ojo y se volvió a hablar con una chica.
Me volví a mirar al camarero.

"Tengo que pagar primero."
Preston me empujó hacia la puerta.
"Ya la he pagado yo. Tú vas a meterte en mi Jeep."

Oh, sí. Quería estar en su Jeep.
Esto también nos haría salir por separado.
Asiento con la cabeza, corro hacia la puerta, pensando que acabo de ganar la lotería.
Miro al estacionamiento buscando el Jeep de Preston. Cuando no lo veo, me voy a la parte de atrás del edificio para ver si lo ha aparcado allí. La mayoría de las personas no los dejaban allí porque no había luces.
Al empezar a buscar en la oscuridad, me pregunté si esto era inteligente. Una chica no debería estar aquí sola por la noche. Tal vez debería volver a la parte del aparcamiento donde había suficiente luz.

"No te vayas ahora, me estoy volviendo ya medio loco por esto."

Las manos de Preston me agarraron por la cintura y me atrajo con fuerza contra su pecho. Sus manos se deslizaron hacia arriba y cubrieron mis pechos, apretándolos, entonces tiró de mi top hasta que estuvo lo suficientemente bajo para poder sentir la piel expuesta de mi escote.

"Dios qué dulces, las de verdad se sienten tan condenadamente bien," murmuró.
No podía respirar profundamente, sus manos me estaban tocando. Quería que me tocara más. Me desabroché los botones de mi camisa y la dejé caer abierta. Encontré el cierre frontal del sujetador y rápidamente lo desabroché antes de que pudiera volver atrás. Estábamos en medio de un estacionamiento muy oscuro, y estaba siendo una completa perra.

"Maldita sea, bebé. Mete tu culo ya en mi Jeep," me gruñó Preston mientras me empujaba me adelantó unos pasos más, y luego me di la vuelta para seguirle. Su Jeep apareció delante de nosotros. Estaba bastante segura de que no podíamos hacerlo ahí.
"¿Podemos hacerlo aquí?" le pregunté mientras se da la vuelta para mirarme. Incluso en la oscuridad su pelo claro destacaba. Sus párpados se bajaron y esas largas pestañas casi rozan sus mejillas.
"¿Que si lo hacemos aquí? ¿Qué es lo que quieres hacer? Porque me enseñas esas bonitas tetas y me vuelvo loco."

Me apretó contra su Jeep mientras bajaba la cabeza y tiraba de uno de mis pezones, lo chupó fuerte antes de chasquear con la lengua. Nadie había besado mis tetas.
La explosión inmediata que se disparó en mi ropa interior mientras gritaba su nombre no había sido a propósito.
Mi cabeza fue presionada de nuevo contra la ventana del Jeep, y mis rodillas estaban a punto de dejarme caer.
Las manos de Preston me sostienen firmemente por la cintura para impedir que me caiga.

"Joder," gruñó, y empecé a pedir disculpas cuando sus manos ahuecaron mi trasero y me cogieron. Me agarré a sus hombros y envolví mis piernas alrededor de su cintura, por miedo a caerme.
"¿A dónde vamos?" le pregunté mientras caminaba hasta el final del estacionamiento. ¿Se había vuelto loco?
"Estoy moviendo tu culo sexy hasta aquí para que puedas quitarte toda la ropa y podamos hacerlo. No puedes hacer cosas así, Manda, y que luego pueda controlar. No lo hago así, pequeña."

Él iba a hacérmelo. Por fin. No es exactamente lo que esperaba para la primera vez que lo hiciéramos, pero sabía que Preston no era de rosas y velas. Él era todo placer, ya lo sabía.
Preston extendió la mano, abrió una puerta detrás de mí y entramos en un cuarto oscuro y un poco frío.

"¿Dónde estamos?" le pregunté mientras me sentaba en una caja.
"El almacén. Está bien, lo he usado antes."

¿Lo había usado antes? Oh.
Casi no podía verle, pero sabía por la sombra de sus movimientos que se estaba quitando la ropa. Primero se quitó la camisa.
Yo quería ver su pecho, ya que había oído decir a las chicas que tenía el mejor cuerpo. Hasta la señora Gunner, esposa de uno de los miembros del Consejo de la ciudad, se había acostado con Preston. Yo no me lo creía, era demasiado guapo para tener relaciones sexuales con alguien de esa edad.
Oí un crujido y empecé a preguntarle qué estaba haciendo, cuando me di cuenta de que había abierto un condón.
Sus manos comenzaron a moverse hasta el interior de mis piernas, y no me preocupé más por los rumores que había escuchado sobre su vida sexual.

"Abre." Su ronca orden consiguió el efecto deseado. Dejé que mis piernas se abrieran.
Su mano se deslizó hasta el borde de mi ropa interior, con un dedo recorría el centro de mi calor.
"Estás jodidamente caliente." La aprobación en su voz no hizo que me diese vergüenza, y la podría haber tenido con un comentario como ese.

Sus manos se deslizaron hacia arriba y mis bragas hacia abajo hasta que estaban en mis tobillos. Preston se arrodilló y se puso a quitarme los tacones. Luego se puso de pie y se inclinó sobre mí.

"Me quedo con esto."
¿Mi ropa interior?
"Acuéstate," dijo mientras su cuerpo se apoderaba del mío.
Me di la vuelta para asegurarme de que la caja era lo suficientemente grande.
"Tienes un montón de espacio, Manda. Acuéstate," repitió.

No quería que cambiase de opinión, así que hice lo que me dijo. El cartón era robusto, firme y pesado.
Su boca cubrió la mía y me preparé para nuestro primer beso, cuando se detuvo. Sus labios tocaron los míos sólo durante un segundo antes de que él se alejase y comenzase a besarme el cuello. ¿Qué acababa de ocurrir? ¿Me olía mal el aliento? Me acababa de tomar un caramelo de menta en el bar.
Las pequeñas lamidas y mordiscos que estaban recorriendo mi clavícula me hacía difícil pensar con claridad.
Entonces sus caderas bajaron y sus manos empujaron mi falda hasta la cintura. No tuve mucho tiempo para prepararme antes de que él estuviese presionando contra mi entrada.

"Joder, joder, está tan apretado," me susurró y su cuerpo tembló sobre mí, por lo que el agudo dolor entre mis piernas se hizo un poco más soportable. "No puedo contenerme, Manda. A la mierda... no puedo."

Sentía un dolor muy grande a través de mí, grité y me arqueé debajo de él. Él maldecía mientras decía mi nombre y se deslizaba dentro y fuera de mí. El dolor poco a poco empezó a ceder y sentí el primer estremecimiento de placer.

"Ahh, dios," gritó, y su cuerpo se sacudió por encima de mí. No estaba segura de lo que acababa de suceder, pero al escuchar sus pequeños gemidos, lo disfruté.

Cuando no se movió más y lo duro que había dentro de mí comenzó a desaparecer, me di cuenta de que todo había terminado.
Preston se empujó hacia atrás lejos de mí y lentamente se retiró de mí mientras murmuraba palabrotas.
Se movió, y por lo que pude ver se puso la camisa.
¿Ya?
Me senté y me puse la falda hacia abajo.  Ahora sí que me importaba estar así.
Cuando oí la cremallera de sus pantalones vaqueros, rápidamente cogí mi sujetador, me lo puse y empecé a abotonarme la camisa.

"Manda," su voz sonaba triste, "lo siento."

Abrí la boca para preguntarle por qué, porque lo que acabábamos de hacer se lo había pedido yo, cuando abrió la puerta y se fue.



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