Cage
Eva se había
echado crema mientras estábamos tumbados mirando las olas. Estaba preocupado
por las partes que no estaban cubiertas y quería ponerle crema del sol hasta en
los pies.
Esos ojos
azules me observaban atentamente mientras se la ponía y se los masajeaba.
“Mmm, me gusta. Espero que no estés
esperando una propina,” dijo con voz soñolienta.
“Yo no trabajo gratis.”
“Tengo miedo de preguntar qué forma
de pago aceptas.”
Estaba
pensando en varias cosas, pero decidí ser cuidadoso con mis palabras. Eva había
visto y oído suficientes cosas anoche sobre mí y no quería que pensara que
estaba hablando en serio.
“¿Tienes hambre?” dije, decidiendo cambiar de tema.
Se sentó un
poco más erguida y me dio una sonrisa tímida.
“Sí, un poco.”
Cogí su pie
que estaba encima de mi pierna y lo puse de nuevo en la silla.
“Vamos a comer,” le contesté, con una mano la levanté.
“¿Vamos a entrar? ¿Recogemos las
cosas?”
“No, lo podemos dejar todo aquí.
Nadie lo tocará, conozco a un chico,” le aseguré.
Frunció un
poco los labios y lo encontré malditamente sexy. Incliné la cabeza y apreté los
labios contra los suyos antes de tirar de ese labio inferior suyo que me
encanta. Sus manos me agarraron y ella hizo un jadeo de sorpresa. Sonriendo, me
aparté y le guiñé un ojo antes de cogerle la mano.
“¿Qué fue eso?” preguntó casi sin aliento.
“Haces eso con el ceño fruncido y te
pones tan sexy… no voy a ser capaz de ignorarlo.”
Una lenta
sonrisa se extendió por su cara y se lamió los labios.
“Oh.”
Fuimos hacia
el Beach Shack, había marisco bueno en ese lugar y también tenía las mejores
patatas fritas caseras.
“Cage, mi día se ha vuelto más
brillante.” Me gritó
la prima de Rock mientras se pavoneaba hacia nosotros con un bikini que llevaba
la bandera americana.
Jess era un
problema… había cometido el error de jugar con ella un poco, sólo para
quitársela de encima a Marcus porque ella estaba enfadando a Low. Jess no
entendía lo del compromiso. Sin embargo, su primo, Rock, no sabía que Jess era
una chica fácil.
“Jess,” le contesté, enhebrando mis dedos en
los de Eva.
Nunca se
sabía lo que Jess iba a decir.
“He oído que te han enviado fuera por
ser un chico malo.”
Jess se me
acercó y se inclinó para besar mi mejilla. Moví la cabeza hacia atrás lejos de
sus labios.
“Sí, me vengo los domingos.”
A Jess no le
gustaba que le quitasen la cara, era una mocosa cuando las cosas no salían como
ella quería.
“Me tienes que llamar el próximo
domingo. Te echo de menos.” Bajó la voz como si estuviera compartiendo un secreto.
“Eso no va a suceder, Jess. No tengo
intención de verte.”
Jess se me
acercó y pasó su uña por mi brazo.
“Prometo no decírselo a Rock.”
Me solté de
la mano de Eva y le deslicé el brazo por la cintura.
“Jess, esta es Eva. Eva, esta es la
prima de Rock, Jess.”
Eva parecía
tensa y odiaba que se sintiese incómoda por mi culpa. ¿Podría ser capaz de
llevarla a cualquier lugar y que no apareciese una chica de golpe? Esto era una
mierda…
Le di un beso
en la cabeza, bajó un poco los brazos y se inclinó hacia mí. Eso estaba mucho
mejor.
“Entonces, ¿estáis juntos?” preguntó Jess con incredulidad.
¿Cómo iba a
responder a eso? Eva no era una chica cualquiera para pasar el día, pero no
habíamos formalizado la relación tampoco.
“Estamos saliendo,” intervino Eva.
Jess frunció
el ceño, “Cage no sale con nadie.”
Abrí la boca
para detener a Jess.
“Puede que antes no, pero ahora
definitivamente sí, estamos saliendo juntos,” respondió Eva antes de que yo pudiera
decir nada.
Se notaba que
a Jess le estaba molestando. Lo sentía, pero no podía apartar los ojos de Eva.
Había manejado la situación ella misma y la ridícula sonrisa en mi cara no
podía ayudar. Maldición, se ponía tan sexy cuando era descarada.
Eva inclinó
la cabeza hacia atrás para mirarme, me incliné y la besé mientras sentía la
sonrisa de satisfacción en su rostro.
“Increíble,” respondió Jess con incredulidad.
“Y tanto,” le respondí, guiñándole un ojo a Eva.
“Cómo os divertís con esto,” dijo Jess con sarcasmo antes de irse.
Recoger y
regresar a la granja donde ella estaría lejos de mí la mayor parte del día era
una mierda, quería tenerla aquí conmigo. Anoche había empezado mal, pero había
tomado un giro importante y terminamos muy bien la noche. Eché las maletas al
Jeep y me dirigí al piso de arriba para ayudar a Eva, que había decidido
limpiar antes de que nos fuéramos.
El rasgueo de
las cuerdas de una guitarra llegó a mis oídos cuando abrí la puerta del
apartamento. Una suave voz se unió a una canción desconocida. ¿Eva tocaba la
guitarra?
Cerré la
puerta tras de mí sin hacer ruido. No era una canción que conociera, pero sabía
lo suficiente acerca de tocar la guitarra para saber que lo que estaba tocando
no era fácil. Yo sabía tocar algunas canciones, pero mi talento terminaba ahí.
La guitarra acústica la habría encontrado en la esquina de mi habitación, la
había ganado en una apuesta. Krit se había cabreado cuando había tenido que
renunciar a ella, pero yo quería una guitarra, así que no iba a quedarme sin
ella.
El sonido
suave de su voz tenía un aire de campo, pero no del todo. Eva era un talento
musical, no había ninguna duda al respecto. Si Krit la escuchase tendría un
maldito orgasmo.
No quería que
me viera y parase, pero tenía que llegar lo más cerca de la puerta como fuera
posible, quería verla así. Su cabeza estaba inclinada y la cortina de su pelo
me impedía ver su rostro. La emoción en so voz me decía más que si pudiera ver
su cara. Apoyado en el marco de la puerta me crucé de brazos y miré cómo sus
manos volaban por las cuerdas. No fallaba ni una, simplemente no dejaba pasar
ni un acorde. Su voz era tan baja que no podía distinguir las palabras, pero
las que oía me desgarraban el alma.
Una vez que
la canción terminó, levantó la cabeza y dejó escapar un suspiro profundo y
largo.
“Esta es sólo la segunda vez que he
tocado la guitarra desde la muerta de Josh,” dijo en voz alta.
Luego volvió
la cabeza para mirarme. La sonrisa que había en su rostro no era triste, que
era lo que había esperado, estaba feliz. Había recuperado otra cosa después de
la muerte de Josh.
“¿Cuánto tiempo llevas tocando?” le pregunté.
“Desde que tenía cinco años. La
guitarra siempre me ha fascinado. La mayoría de los instrumentos musicales en
realidad, pero el único que he aprendido a tocar ha sido la guitarra. Siempre
he querido tocar el piano, pero mi madre tocaba el piano y mi padre se
trastorna al ver uno. Por eso, nunca lo pedí o he expresado interés por él.”
Le iba a
conseguir un piano, estará aquí la próxima vez que se venga conmigo a casa.
“Eres increíble,” le dije y me acerqué a sentarme a su
lado.
“¿Quieres tocar otra? Quiero escuchar
tu voz en esta ocasión.”
Agachó la
cabeza y se sonrojó.
“No puedo. Sabía que estabas ahí,
pero no podía verte. Si estás donde puedo verte, no voy a ser capaz de tocar.
Me pones nerviosa.”
“Mmm…” deslicé
mi mano dentro de la calidez de sus muslos.
“¿Y si
te soborno?”
Se rio y negó con la cabeza.
“Ninguna
cantidad de besos puede conseguir que cante para ti. Tal vez algún día, pero no
en este momento.”
“¿Estás
segura de eso?” le pregunté mientras me inclinaba y le besaba la
comisura de la boca.
“Sí,” dijo
con voz entrecortada.
“Mmm…
no importaría intentarlo de todas formas,” le contesté, besándole
la otra esquina de la boca.
“Está
bien.”
Le quité la guitarra del regazo y la puse en la cama junto a ella antes
de ponerla encima de mí. Enterré las manos en su pelo y le devoré los labios.
Eva
Cage:
¿Qué llevas puesto?
Me reí cuando leí el mensaje que me había enviado. Se había asegurado
de conseguir mi número de teléfono antes de llegar a casa el domingo por la
noche.
Yo:
Nada
Sonreí, esperando a que me respondiese.
Cage: Mierda.
Al lago, ahora.
Me tapé la boca para evitar reírme a carcajadas. Papá estaba en la
casa, en alguna parte. No lo había visto desde la cena.
Yo:
Sabes que no puedo, papá está todavía despierto.
Cage:
¿Al granero, entonces?
Me acerqué a la ventana y miré hacia la oscuridad para ver la luz en
la parte de atrás del granero.
Yo:
Mala idea, también.
Cage:
No estoy de acuerdo.
Yo: Lo
sé. Buenas noches J
Cage:
Podrían ser mejores.
La sonrisa en mi cara parecía estar permanentemente allí últimamente.
Papá incluso lo notó durante la cena. Quería contarle todo acerca de Cage, pero
nunca sería capaz de hacer eso, sé que nunca lo aceptaría. Además no quería ser
la causa por la que él perdiese la beca, y se iría en poco más de un mes.
El verano terminaría y nuestro tiempo juntos no sería más que un
recuerdo. No paraba de recordármelo a mí misma. Cage había sido la clave de mi
curación, él me había obligado a superar las cosas. Nadie me había empujado
tanto como él, siempre lo apreciaría por eso.
Me dejé caer en la cama y la felicidad que había sentido desapareció
de repente. No me gustaba hacer frente a los hechos acerca de Cage. Odiaba a
Low porque ella nunca iba a perderle. Él siempre estaría allí cuando ella lo
necesitaba, envidiaba eso.
Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos melancólicos.
“Eva,
niña, ¿estás despierta?” llamó mi padre.
“Sí,
pasa,” le contesté.
Abrió la puerta y entró. Siempre parecía tan fuera de lugar en mi
habitación… rara vez entraba aquí.
“Quería
hablar contigo sobre algo,” dijo, cruzando los brazos sobre
su amplio pecho.
“Está
bien.”
Lo odiaba cuando empezaba las conversaciones así. Normalmente no me
gusta lo que viene después.
“Jeremy
se irá pronto a la escuela. Antes de que se haya ido quiero invitarlo a él
y a sus padres a cenar. Ha sido él quien
te ha ayudado a superar todo y son como de la familia, a pesar de que las cosas
salieron así…”
No había pensado en eso, pero papá tenía razón. Necesitábamos cenar
con ellos, habíamos estado juntos a lo largo de los años.
“Buena
idea. Los llamaré por la mañana y prepararé las cosas.”
Papá asintió. “Bien, bueno…
buenas noches.”
“Buenas
noches.”
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El hada invisible ya no existía, ahora me asegura de que Cage
estuviese cerca cuando le llevaba limonada, una toalla fría y un aperitivo. Se
las llevaba todos los días que pudiera, en vez de dos días a la semana.
Una vez que supe que papá se había ido a la ciudad, me llevé un gran
trozo de la tarta de chocolate que había hecho para la cena esta noche con los
Beasley y cogí las otras cosas que necesitaba Cage.
Le miré la espalda mientras recogía el heno y las arrojaba sobre la
cerca. Me senté en el portón trasero y decidí disfrutar del espectáculo unos
cuantos minutos, ya que me vería enseguida.
El sudor brillaba en su espalda mientras el sol caía a plomo sobre
él. Los vaqueros de trabajo le encajaban perfectamente en las caderas y me daba
una visión perfecta de los hoyuelos de su espalda y de la parte superior de los
bóxer.
Se agachó para coger más heno y se detuvo, se puso de pie y miró por
encima del hombro. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, le apreció una
sonrisa maliciosa en la cara.
“¿Estás
mirando algo, cariño?”
“Puede
ser… estoy revisando unas cuantas cosas, para ver si me interesan,” le
respondí con una sonrisa maligna.
Sus cejas se alzaron y se dio la vuelta entero y vi su pecho
sudoroso. Oh, dios mío…
“Estoy
viendo lo que quiero,” dijo arrastrando las palabras mientras se
acercaba a mí.
Mis latidos empezaron a acelerarse y llegó a mí.
“¿En
serio?” le pregunté cuando se paró y se inclinó.
“Claro
que sí,” me murmuró. “Me encanta el
chocolate.”
¿Qué? Mi emoción se volvió confusión. Su brazo se acercó y cogió el
trozo de tarta de chocolate que le había traído.
“Me
estás tomando el pelo,” le dije haciendo un puchero.
Se sentó a mi lado.
“¿Yo? Eres
tú la que vienes aquí con esos pantalones tan cortos y arruinando mi trabajando
mientras me comías con los ojos. Diablos, chica. ¿Crees que un hombre puede
trabajar sabiendo que me estás buscando?”
El cálido placer de sus palabras se extendió a través de mí. Él tomó
un bocado de la tarta, luego cerró los ojos e hizo un gemido. Mierda…
“Maldita
sea nena, esto está muy bueno.”
Sí que era bueno sí. La forma en que los músculos de su mandíbula se
flexionaban mientras masticaba y cómo se movía su garganta al tragar.
“Eva,” me dijo
Cage, desviando mi atención de su bonito cuello.
“¿Mmm?”
le contesté.
“Si me
voy a comer la tarta que me has traído necesito que me hables y que pares de
mirarme así, porque si no te voy a coger y te voy a comer a ti, y me da igual
quien nos pille.”
No pude evitarlo, me eché a reír.
“No te
rías, esto no es una broma,” me regañó, alzando una ceja
mientras tomaba otro bocado de tarta.
Me obligué a mirarlo a los ojos. Habían pasado dos días sin tocarnos
y me estaba resultado una tortura.
“Tienes
compañía,” dijo Cage, poniéndose de pie y alejándose de mí.
¿Compañía? ¿Quién?
Salté y me volví para mirar hacia el camino de entrada. Mi estómago
se cerró con un nudo… conocía de sobra el coche. ¿Nos habría visto? Tenía que
irme.
“Me
tengo que ir,” dije sin mirarle.
No quería que viera la preocupación en mis ojos, si se lo explicase
nunca lo entendería. Además no estaba segura de poder explicarlo. Simplemente
no quería que Elaine Beasley me atrapara con alguien como Cage, se
decepcionaría.
Corrí de nuevo hacía mi casa y recé para que ella no estuviera
mirando hacia nosotros.
Ella había salido ya del coche y su sonrisa amable me trajo muchos
recuerdos. Ella había sido la única madre que podía recordar. Yo era muy
pequeña cuando perdí a mi madre, y Elaine había sido la sustituta mientras yo
crecía. Cuando necesitaba una madre, Josh siempre me llevaba con ella.
“Hola
Eva,” me dijo, abriendo los brazos para un abrazo.
Fui a abrazarla, siempre me sentía segura cuando lo hacía. Olía a
primavera y a galletas.
“Señora
Elaine, es tan bueno verte,” le contesté, abrazándola antes
de dar un paso atrás.
“Sólo
porque no has venido a visitarme en un par de semanas. Aunque Jeremy se esté
mudando no significa que no puedas venir a visitarme.”
La culpa se instaló en mis entrañas, no había ido a verla desde que
había empezado con Cage. Estar en la casa de Josh hacía que la lujuria con Cage
se sintiera mal y contaminada. No quería sentirme así, así que, me había
mantenido al margen.
Me cogió la mano izquierda, ya sin anillo.
“Jeremy
me dijo que por fin te lo quitaste. Quiero que sepas que me alegro. Yo lo amaba
demasiado Eva, pero cariño, ya era hora de poner distancia al anillo.” Su voz
era suave y maternal. Era a su hijo al que había dejado ir al quitarme el
anillo, pero ella estaba feliz por eso.
¿Cómo?
“Todavía
hay días que voy a salir y me lo pongo de nuevo,” admití.
“Lo sé.
Hay días en los que quiero ir a limpiar su habitación y hacerle la cama como si
volviera a casa para entrar en ella.”
La emoción en su voz me rompió. Dios, el dolor todavía estaba allí.
Desvió la mirada por encima del hombro y miró hacia el granero, pude sentir una
pizca de preocupación en su expresión.
“Eva,
¿es ese el chico que envió tu tío para trabajar, porque se había metido en
problemas?”
Nos había visto…
“Sí,
señora,” me atraganté.
No quería admitirlo, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Me había visto
sentada en el portón trasero riéndome con él. ¿Qué estaría pensando? ¿Pensaba
que le estaba faltando al respeto a Josh por pasar tiempo con alguien que no
era tan bueno como lo era su hijo?
“Sabes
que te quiero como a una hija, tú eres para mí como Josh y Jeremy. Siempre me
he preocupado por ti y recé por ti igual que por mis hijos, todavía lo sigo
haciendo. Josh te amaba tanto… Tú eras su mundo desde que era un niño, quería
que tuvieses la vida maravillosa que vosotros habíais planeado. Pero cariño, te
puedo decir que no querría que pasaras tiempo con ese chico.” Asintió
con la cabeza en dirección al granero. “Él
no es digno de ti. Josh quiere que encuentres a alguien que sea bueno y
estable. Alguien que pueda cuidar de ti y estar junto a ti a través de los
giros y vueltas que da la vida.” Su fría mano se acercó y tomó la mía
apretándola. “Te mereces mucho más que
una pequeña aventura con un tipo como ese. No permitas que la tristeza y el
dolor te envíen por el camino que no quieres ir.”
Mi pecho se sentía tan pesado… Culpabilidad, dolor, pérdida. Todo se
arremolinaba junto, no podía respirar bien. ¿Estaban haciendo lo correcto?
¿Estaba olvidando a Josh porque Cage tenía un cuerpo increíble y una sonrisa
sexy? ¿Me había convertido en tan superficial? Oh, Dios.
Las lágrimas me escocían en los ojos y Elaine me volvió a abrazar.
“No fue
mi intención molestarte, cariño. A veces una madre necesita ayudarnos para
encontrar el camino correcto cuando nos desviamos. Eso es todo.”
Ella me alisó el pelo, pensando que me tranquilizaría.
“Ahora,
vamos a hablar de otras cosas, cosas positivas. Al igual que lo son tus planes
ahora que has decidido coger de nuevo el Jeep y empezar a vivir tu vida. Quiero
saberlo todo. Vas a ir a la universidad, ¿no? Quiero decir que… no puedes
quedarte aquí y seguir yendo a la universidad. Eres demasiado inteligente para
este lugar, Eva. Ah, y la guitarra. Tu padre me dijo que estabas tocándola el
otro día. Estoy tan orgullosa de ti…”
Seguí a Elaine a la casa, pero no tenía ganas de hablar de nada de
eso, quería esconderme en mi habitación y echarme a llorar. Si querer estar con
Cage era tan malo, ¿por qué me dolía que me dijese que era un error? Él era la
razón por la que me seguía moviendo. ¿No contaba eso para algo?
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