sábado, 1 de febrero de 2014

CAPÍTULO 18

Cage

Eva se había echado crema mientras estábamos tumbados mirando las olas. Estaba preocupado por las partes que no estaban cubiertas y quería ponerle crema del sol hasta en los pies.
Esos ojos azules me observaban atentamente mientras se la ponía y se los masajeaba.

“Mmm, me gusta. Espero que no estés esperando una propina,” dijo con voz soñolienta.
“Yo no trabajo gratis.”
“Tengo miedo de preguntar qué forma de pago aceptas.”

Estaba pensando en varias cosas, pero decidí ser cuidadoso con mis palabras. Eva había visto y oído suficientes cosas anoche sobre mí y no quería que pensara que estaba hablando en serio.

“¿Tienes hambre?” dije, decidiendo cambiar de tema.
Se sentó un poco más erguida y me dio una sonrisa tímida.
“Sí, un poco.”
Cogí su pie que estaba encima de mi pierna y lo puse de nuevo en la silla.
“Vamos a comer,” le contesté, con una mano la levanté.
“¿Vamos a entrar? ¿Recogemos las cosas?”
“No, lo podemos dejar todo aquí. Nadie lo tocará, conozco a un chico,” le aseguré.

Frunció un poco los labios y lo encontré malditamente sexy. Incliné la cabeza y apreté los labios contra los suyos antes de tirar de ese labio inferior suyo que me encanta. Sus manos me agarraron y ella hizo un jadeo de sorpresa. Sonriendo, me aparté y le guiñé un ojo antes de cogerle la mano.

“¿Qué fue eso?” preguntó casi sin aliento.
“Haces eso con el ceño fruncido y te pones tan sexy… no voy a ser capaz de ignorarlo.”
Una lenta sonrisa se extendió por su cara y se lamió los labios.
“Oh.”
Fuimos hacia el Beach Shack, había marisco bueno en ese lugar y también tenía las mejores patatas fritas caseras.
“Cage, mi día se ha vuelto más brillante.” Me gritó la prima de Rock mientras se pavoneaba hacia nosotros con un bikini que llevaba la bandera americana.

Jess era un problema… había cometido el error de jugar con ella un poco, sólo para quitársela de encima a Marcus porque ella estaba enfadando a Low. Jess no entendía lo del compromiso. Sin embargo, su primo, Rock, no sabía que Jess era una chica fácil.

“Jess,” le contesté, enhebrando mis dedos en los de Eva.
Nunca se sabía lo que Jess iba a decir.
“He oído que te han enviado fuera por ser un chico malo.”
Jess se me acercó y se inclinó para besar mi mejilla. Moví la cabeza hacia atrás lejos de sus labios.
“Sí, me vengo los domingos.”
A Jess no le gustaba que le quitasen la cara, era una mocosa cuando las cosas no salían como ella quería.
“Me tienes que llamar el próximo domingo. Te echo de menos.” Bajó la voz como si estuviera compartiendo un secreto.
“Eso no va a suceder, Jess. No tengo intención de verte.”
Jess se me acercó y pasó su uña por mi brazo.
“Prometo no decírselo a Rock.”
Me solté de la mano de Eva y le deslicé el brazo por la cintura.
“Jess, esta es Eva. Eva, esta es la prima de Rock, Jess.”

Eva parecía tensa y odiaba que se sintiese incómoda por mi culpa. ¿Podría ser capaz de llevarla a cualquier lugar y que no apareciese una chica de golpe? Esto era una mierda…
Le di un beso en la cabeza, bajó un poco los brazos y se inclinó hacia mí. Eso estaba mucho mejor.

“Entonces, ¿estáis juntos?” preguntó Jess con incredulidad.
¿Cómo iba a responder a eso? Eva no era una chica cualquiera para pasar el día, pero no habíamos formalizado la relación tampoco.
“Estamos saliendo,” intervino Eva.
Jess frunció el ceño, “Cage no sale con nadie.”
Abrí la boca para detener a Jess.
“Puede que antes no, pero ahora definitivamente sí, estamos saliendo juntos,” respondió Eva antes de que yo pudiera decir nada.

Se notaba que a Jess le estaba molestando. Lo sentía, pero no podía apartar los ojos de Eva. Había manejado la situación ella misma y la ridícula sonrisa en mi cara no podía ayudar. Maldición, se ponía tan sexy cuando era descarada.
Eva inclinó la cabeza hacia atrás para mirarme, me incliné y la besé mientras sentía la sonrisa de satisfacción en su rostro.

“Increíble,” respondió Jess con incredulidad.
“Y tanto,” le respondí, guiñándole un ojo a Eva.
“Cómo os divertís con esto,” dijo Jess con sarcasmo antes de irse.

Recoger y regresar a la granja donde ella estaría lejos de mí la mayor parte del día era una mierda, quería tenerla aquí conmigo. Anoche había empezado mal, pero había tomado un giro importante y terminamos muy bien la noche. Eché las maletas al Jeep y me dirigí al piso de arriba para ayudar a Eva, que había decidido limpiar antes de que nos fuéramos.
El rasgueo de las cuerdas de una guitarra llegó a mis oídos cuando abrí la puerta del apartamento. Una suave voz se unió a una canción desconocida. ¿Eva tocaba la guitarra?
Cerré la puerta tras de mí sin hacer ruido. No era una canción que conociera, pero sabía lo suficiente acerca de tocar la guitarra para saber que lo que estaba tocando no era fácil. Yo sabía tocar algunas canciones, pero mi talento terminaba ahí. La guitarra acústica la habría encontrado en la esquina de mi habitación, la había ganado en una apuesta. Krit se había cabreado cuando había tenido que renunciar a ella, pero yo quería una guitarra, así que no iba a quedarme sin ella.
El sonido suave de su voz tenía un aire de campo, pero no del todo. Eva era un talento musical, no había ninguna duda al respecto. Si Krit la escuchase tendría un maldito orgasmo.
No quería que me viera y parase, pero tenía que llegar lo más cerca de la puerta como fuera posible, quería verla así. Su cabeza estaba inclinada y la cortina de su pelo me impedía ver su rostro. La emoción en so voz me decía más que si pudiera ver su cara. Apoyado en el marco de la puerta me crucé de brazos y miré cómo sus manos volaban por las cuerdas. No fallaba ni una, simplemente no dejaba pasar ni un acorde. Su voz era tan baja que no podía distinguir las palabras, pero las que oía me desgarraban el alma.
Una vez que la canción terminó, levantó la cabeza y dejó escapar un suspiro profundo y largo.

“Esta es sólo la segunda vez que he tocado la guitarra desde la muerta de Josh,” dijo en voz alta.

Luego volvió la cabeza para mirarme. La sonrisa que había en su rostro no era triste, que era lo que había esperado, estaba feliz. Había recuperado otra cosa después de la muerte de Josh.

“¿Cuánto tiempo llevas tocando?” le pregunté.
“Desde que tenía cinco años. La guitarra siempre me ha fascinado. La mayoría de los instrumentos musicales en realidad, pero el único que he aprendido a tocar ha sido la guitarra. Siempre he querido tocar el piano, pero mi madre tocaba el piano y mi padre se trastorna al ver uno. Por eso, nunca lo pedí o he expresado interés por él.”
Le iba a conseguir un piano, estará aquí la próxima vez que se venga conmigo a casa.
“Eres increíble,” le dije y me acerqué a sentarme a su lado.
“¿Quieres tocar otra? Quiero escuchar tu voz en esta ocasión.”
Agachó la cabeza y se sonrojó.
“No puedo. Sabía que estabas ahí, pero no podía verte. Si estás donde puedo verte, no voy a ser capaz de tocar. Me pones nerviosa.”
“Mmm…” deslicé mi mano dentro de la calidez de sus muslos.
“¿Y si te soborno?”
Se rio y negó con la cabeza.
“Ninguna cantidad de besos puede conseguir que cante para ti. Tal vez algún día, pero no en este momento.”
“¿Estás segura de eso?” le pregunté mientras me inclinaba y le besaba la comisura de la boca.
“Sí,” dijo con voz entrecortada.
“Mmm… no importaría intentarlo de todas formas,” le contesté, besándole la otra esquina de la boca.
“Está bien.”
Le quité la guitarra del regazo y la puse en la cama junto a ella antes de ponerla encima de mí. Enterré las manos en su pelo y le devoré los labios.

Eva

Cage: ¿Qué llevas puesto?

Me reí cuando leí el mensaje que me había enviado. Se había asegurado de conseguir mi número de teléfono antes de llegar a casa el domingo por la noche.

Yo: Nada
Sonreí, esperando a que me respondiese.
Cage: Mierda. Al lago, ahora.
Me tapé la boca para evitar reírme a carcajadas. Papá estaba en la casa, en alguna parte. No lo había visto desde la cena.
Yo: Sabes que no puedo, papá está todavía despierto.
Cage: ¿Al granero, entonces?
Me acerqué a la ventana y miré hacia la oscuridad para ver la luz en la parte de atrás del granero.
Yo: Mala idea, también.
Cage: No estoy de acuerdo.
Yo: Lo sé. Buenas noches J
Cage: Podrían ser mejores.

La sonrisa en mi cara parecía estar permanentemente allí últimamente. Papá incluso lo notó durante la cena. Quería contarle todo acerca de Cage, pero nunca sería capaz de hacer eso, sé que nunca lo aceptaría. Además no quería ser la causa por la que él perdiese la beca, y se iría en poco más de un mes.
El verano terminaría y nuestro tiempo juntos no sería más que un recuerdo. No paraba de recordármelo a mí misma. Cage había sido la clave de mi curación, él me había obligado a superar las cosas. Nadie me había empujado tanto como él, siempre lo apreciaría por eso.
Me dejé caer en la cama y la felicidad que había sentido desapareció de repente. No me gustaba hacer frente a los hechos acerca de Cage. Odiaba a Low porque ella nunca iba a perderle. Él siempre estaría allí cuando ella lo necesitaba, envidiaba eso.
Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos melancólicos.

“Eva, niña, ¿estás despierta?” llamó mi padre.
“Sí, pasa,” le contesté.
Abrió la puerta y entró. Siempre parecía tan fuera de lugar en mi habitación… rara vez entraba aquí.
“Quería hablar contigo sobre algo,” dijo, cruzando los brazos sobre su amplio pecho.
“Está bien.”
Lo odiaba cuando empezaba las conversaciones así. Normalmente no me gusta lo que viene después.
“Jeremy se irá pronto a la escuela. Antes de que se haya ido quiero invitarlo a él y  a sus padres a cenar. Ha sido él quien te ha ayudado a superar todo y son como de la familia, a pesar de que las cosas salieron así…”
No había pensado en eso, pero papá tenía razón. Necesitábamos cenar con ellos, habíamos estado juntos a lo largo de los años.
“Buena idea. Los llamaré por la mañana y prepararé las cosas.”
Papá asintió. “Bien, bueno… buenas noches.”
“Buenas noches.”

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El hada invisible ya no existía, ahora me asegura de que Cage estuviese cerca cuando le llevaba limonada, una toalla fría y un aperitivo. Se las llevaba todos los días que pudiera, en vez de dos días a la semana.
Una vez que supe que papá se había ido a la ciudad, me llevé un gran trozo de la tarta de chocolate que había hecho para la cena esta noche con los Beasley y cogí las otras cosas que necesitaba Cage.
Le miré la espalda mientras recogía el heno y las arrojaba sobre la cerca. Me senté en el portón trasero y decidí disfrutar del espectáculo unos cuantos minutos, ya que me vería enseguida.
El sudor brillaba en su espalda mientras el sol caía a plomo sobre él. Los vaqueros de trabajo le encajaban perfectamente en las caderas y me daba una visión perfecta de los hoyuelos de su espalda y de la parte superior de los bóxer.
Se agachó para coger más heno y se detuvo, se puso de pie y miró por encima del hombro. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, le apreció una sonrisa maliciosa en la cara.

“¿Estás mirando algo, cariño?”
“Puede ser… estoy revisando unas cuantas cosas, para ver si me interesan,” le respondí con una sonrisa maligna.
Sus cejas se alzaron y se dio la vuelta entero y vi su pecho sudoroso. Oh, dios mío…
“Estoy viendo lo que quiero,” dijo arrastrando las palabras mientras se acercaba a mí.
Mis latidos empezaron a acelerarse y llegó a mí.
“¿En serio?” le pregunté cuando se paró y se inclinó.
“Claro que sí,” me murmuró. “Me encanta el chocolate.”
¿Qué? Mi emoción se volvió confusión. Su brazo se acercó y cogió el trozo de tarta de chocolate que le había traído.
“Me estás tomando el pelo,” le dije haciendo un puchero.
Se sentó a mi lado.
“¿Yo? Eres tú la que vienes aquí con esos pantalones tan cortos y arruinando mi trabajando mientras me comías con los ojos. Diablos, chica. ¿Crees que un hombre puede trabajar sabiendo que me estás buscando?”

El cálido placer de sus palabras se extendió a través de mí. Él tomó un bocado de la tarta, luego cerró los ojos e hizo un gemido. Mierda…

“Maldita sea nena, esto está muy bueno.”

Sí que era bueno sí. La forma en que los músculos de su mandíbula se flexionaban mientras masticaba y cómo se movía su garganta al tragar.

“Eva,” me dijo Cage, desviando mi atención de su bonito cuello.
“¿Mmm?” le contesté.
“Si me voy a comer la tarta que me has traído necesito que me hables y que pares de mirarme así, porque si no te voy a coger y te voy a comer a ti, y me da igual quien nos pille.”
No pude evitarlo, me eché a reír.
“No te rías, esto no es una broma,” me regañó, alzando una ceja mientras tomaba otro bocado de tarta.
Me obligué a mirarlo a los ojos. Habían pasado dos días sin tocarnos y me estaba resultado una tortura.
“Tienes compañía,” dijo Cage, poniéndose de pie y alejándose de mí.

¿Compañía? ¿Quién?
Salté y me volví para mirar hacia el camino de entrada. Mi estómago se cerró con un nudo… conocía de sobra el coche. ¿Nos habría visto? Tenía que irme.

“Me tengo que ir,” dije sin mirarle.

No quería que viera la preocupación en mis ojos, si se lo explicase nunca lo entendería. Además no estaba segura de poder explicarlo. Simplemente no quería que Elaine Beasley me atrapara con alguien como Cage, se decepcionaría.
Corrí de nuevo hacía mi casa y recé para que ella no estuviera mirando hacia nosotros.
Ella había salido ya del coche y su sonrisa amable me trajo muchos recuerdos. Ella había sido la única madre que podía recordar. Yo era muy pequeña cuando perdí a mi madre, y Elaine había sido la sustituta mientras yo crecía. Cuando necesitaba una madre, Josh siempre me llevaba con ella.

“Hola Eva,” me dijo, abriendo los brazos para un abrazo.
Fui a abrazarla, siempre me sentía segura cuando lo hacía. Olía a primavera y a galletas.
“Señora Elaine, es tan bueno verte,” le contesté, abrazándola antes de dar un paso atrás.
“Sólo porque no has venido a visitarme en un par de semanas. Aunque Jeremy se esté mudando no significa que no puedas venir a visitarme.”

La culpa se instaló en mis entrañas, no había ido a verla desde que había empezado con Cage. Estar en la casa de Josh hacía que la lujuria con Cage se sintiera mal y contaminada. No quería sentirme así, así que, me había mantenido al margen.
Me cogió la mano izquierda, ya sin anillo.

“Jeremy me dijo que por fin te lo quitaste. Quiero que sepas que me alegro. Yo lo amaba demasiado Eva, pero cariño, ya era hora de poner distancia al anillo.” Su voz era suave y maternal. Era a su hijo al que había dejado ir al quitarme el anillo, pero ella estaba feliz por eso.
¿Cómo?
“Todavía hay días que voy a salir y me lo pongo de nuevo,” admití.
“Lo sé. Hay días en los que quiero ir a limpiar su habitación y hacerle la cama como si volviera a casa para entrar en ella.”

La emoción en su voz me rompió. Dios, el dolor todavía estaba allí. Desvió la mirada por encima del hombro y miró hacia el granero, pude sentir una pizca de preocupación en su expresión.

“Eva, ¿es ese el chico que envió tu tío para trabajar, porque se había metido en problemas?”
Nos había visto…
“Sí, señora,” me atraganté.

No quería admitirlo, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Me había visto sentada en el portón trasero riéndome con él. ¿Qué estaría pensando? ¿Pensaba que le estaba faltando al respeto a Josh por pasar tiempo con alguien que no era tan bueno como lo era su hijo?

“Sabes que te quiero como a una hija, tú eres para mí como Josh y Jeremy. Siempre me he preocupado por ti y recé por ti igual que por mis hijos, todavía lo sigo haciendo. Josh te amaba tanto… Tú eras su mundo desde que era un niño, quería que tuvieses la vida maravillosa que vosotros habíais planeado. Pero cariño, te puedo decir que no querría que pasaras tiempo con ese chico.” Asintió con la cabeza en dirección al granero. “Él no es digno de ti. Josh quiere que encuentres a alguien que sea bueno y estable. Alguien que pueda cuidar de ti y estar junto a ti a través de los giros y vueltas que da la vida.” Su fría mano se acercó y tomó la mía apretándola. “Te mereces mucho más que una pequeña aventura con un tipo como ese. No permitas que la tristeza y el dolor te envíen por el camino que no quieres ir.”

Mi pecho se sentía tan pesado… Culpabilidad, dolor, pérdida. Todo se arremolinaba junto, no podía respirar bien. ¿Estaban haciendo lo correcto? ¿Estaba olvidando a Josh porque Cage tenía un cuerpo increíble y una sonrisa sexy? ¿Me había convertido en tan superficial? Oh, Dios.
Las lágrimas me escocían en los ojos y Elaine me volvió a abrazar.

“No fue mi intención molestarte, cariño. A veces una madre necesita ayudarnos para encontrar el camino correcto cuando nos desviamos. Eso es todo.”
Ella me alisó el pelo, pensando que me tranquilizaría.
“Ahora, vamos a hablar de otras cosas, cosas positivas. Al igual que lo son tus planes ahora que has decidido coger de nuevo el Jeep y empezar a vivir tu vida. Quiero saberlo todo. Vas a ir a la universidad, ¿no? Quiero decir que… no puedes quedarte aquí y seguir yendo a la universidad. Eres demasiado inteligente para este lugar, Eva. Ah, y la guitarra. Tu padre me dijo que estabas tocándola el otro día. Estoy tan orgullosa de ti…”


Seguí a Elaine a la casa, pero no tenía ganas de hablar de nada de eso, quería esconderme en mi habitación y echarme a llorar. Si querer estar con Cage era tan malo, ¿por qué me dolía que me dijese que era un error? Él era la razón por la que me seguía moviendo. ¿No contaba eso para algo?

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