Cage
La cabeza de
Eva estaba echada hacia atrás y sus largos rizos oscuros se desplegaron sobre
la almohada mientras gritaba mi nombre. Los temblores que recorrían su cuerpo
sólo hizo que me presionara más fuerte contra ella.
De alguna
manera me las arreglé para no romper sus bragas, empujarme dentro de ella y
encontrar alivio. Nunca había estado en esta posición y era muy dolorosa.
Sus largas
pestañas se abrieron lentamente a medida que su cuerpo comenzó a relajarse
debajo de mí. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y de repente me sentí
como una maldita estrella de rock. Puede ser que estuviera más duro que el
cemento, pero me había hecho sentir tan bien. Eso hizo que se me dibujara una
gran sonrisa en la cara.
“Guau,” suspiró ella.
Sus párpados
estaban caídos. Ella iba a dormir bien esta noche. No me importaría hacer esto
todas las noches.
“Eres preciosa, pero cuando te vienes
abajo eres todavía más preciosa,” le susurré, apartándole el pelo de la cara.
“Está claro que sabes lo que hay que
decirle a una chica,” me dijo con voz ronca y baja.
“No te equivoques, no he estado nunca
el tiempo suficiente con una chica para decirle gracias después de eso. Y mucho menos de decirle a una chica lo
bonita que es cuando se viene abajo. Nunca me he preocupado de eso nunca.”
Una pequeña
“o” se formó en sus labios hinchados. Me agaché, los besé y luego me levanté.
Tenía que terminar esto en el baño… no podía dormir con esto así.
“¿A dónde vas?” me preguntó medio dormida mientras me
levantaba.
“Tengo algunas cosas que atender…
volveré en un par de minutos,” le guiñé un ojo y me dirigí al cuarto de baño.
Al entrar,
miré la ducha y traté de decidir si debía tomar una ducha fría o echarme aceite de bebé.
“¿Cage?” me llamó Eva.
“¿Sí?”
“¿Puedo pasar?”
Mierda. ¿De
versad se pensaba que la había rechazado?
La puerta se
abrió y entró. Se había puesto la camiseta pero seguía en bragas, estaban
empapadas. Sólo de pensarlo me ponía tan caliente…
“¿Puedo hacerlo?” me preguntó nerviosamente.
“¿Hacer qué?”
Se paró
delante de mío y deslizó su mano por mi erección.
“Quiero hacerlo mejor,” susurró.
Dejé de
prestar atención cuando me tocó. Se movió hacia arriba apretando suavemente y
mis rodillas se doblaron. Oh mierda, sí.
“Sí,” dije con voz ronca y apoyé la espalda
contra la pared para no caerme.
Arrastraba
ligeramente la uña por mi pecho antes de quitarme los calzoncillos. Me quedé
mirando con fascinación cuando se arrodilló frente a mí. Me los quitó del todo,
se levantó de nuevo y me dio un beso en el pecho. Si seguía haciendo esto iba a
estallar sin que me tocase siquiera.
“¿Tienes loción?” me preguntó, mirándome a través de
sus pestañas.
“Aceite de bebé, en el cajón.”
Se volvió y
encontró la botella que rara vez utilizaba, se echó un poco en las manos y lo
calentó. Yo la miraba con fascinación.
Se volvió
hacia mí y me cubrió con sus resbaladizas manos y empezó a deslizarlas arriba y
abajo.
“Mierda,” gemí, dejando caer la cabeza hacia
atrás.
Su cálida
boca cubrió mi pezón perforado y sentí que me temblaban las rodillas. No iba a
durar mucho más. Al abrir los ojos vi como la lengua de Eva se movía hacia mi
pezón y tiró de él mientras lo chupaba. Cuando se movió hacia abajo, le seguí
la mirada. La visión de sus dos pequeñas manos deslizándose hacia arriba y
abajo me enviaron al borde.
“A la mierda, me voy a correr.
Muévete,” le pedí. Ella
no se movió. En cambio, me apretó contra la parte con su pequeño cuerpo.
Exploté en sus manos…
“¡Aaahh!” grité hasta que terminé.
Me quedé
mirando el desastre en el que ella había participado. No podía creer que ella
acabara de hacer esto. Caray, no podía creer que acababa de dejarla. ¿Cuándo
fue la última vez que hice esto? ¿En secundaria? Probablemente. Pero, maldita
sea, si no era la cosa más caliente que había visto nunca. ¿Sería todo con Eva
así? ¿Iba a ser todo mucho más…?
“Oh,” respiró ella, sonriéndome. “Me gustó.”
Riendo, cogí
la toalla más cercana y comencé a limpiarla a ella.
“No tanto como a mí,” le contesté.
“Sí, probablemente no. Parece que te
ha gustado un poco,” bromeó
ella mientras le limpiaba las manos.
Eva
Cage estaba
envuelto alrededor de mí cuando abrí los ojos a la mañana siguiente. Su brazo
me sostenía fuertemente contra su pecho y su pierna se había enhebrado a la mía.
Me acurruqué más cerca… esto era muy agradable. Nunca había dormido con un
hombre antes, excepto la noche que me había emborrachado y había dormido con
Cage.
La noche
anterior había sido increíble, había olvidado lo mucho que echaba de menos
estar cerca de alguien así. Josh y yo nunca habíamos tenido relaciones
sexuales. Él siempre se apartaba y se cubría primero. Con Cage quería más, tal
vez porque ahora era más vieja. Quería las cosas que no había querido antes.
Si no fuera
porque era una de las muchas de Cage habría estado dispuesta a llegar hasta el
final. Mi cuerpo lo había querido y su declaración desesperado de que quería
estar dentro de mí había sido difícil de resistir. Sin embargo, no podía dejar
que lo que estaba pasando entre nosotros llegara a ser demasiado importante. El
verano se acabaría y él se iría. Nuestro tiempo juntos sería como un tiempo de
curación para mí. Podía disfrutar de él mientras durase.
“Mmmm te sientes bien,” me susurró Cage al oído con voz
ronca.
Su mano se
detuvo a hacerme cosquillas en la barriga, solté una risita y me retorcí.
“No te retuerzas,” me advirtió y puso un poco de espacio
entre su erección y mi culo.
“Está bien, está bien. Me portaré
bien.” Me di la
vuelta y le miré a los ojos. Apoyó la cabeza en la mano y me sonrió con
malicia.
“Para que lo sepas, te toqué en
sueños,” admitió.
“¿Qué?” le pregunté, levantándome.
“Te estoy tomando el pelo. Bueno, tal
vez no del todo. Metí mi mano debajo de tu top y jugué con ellas. Espero que te
haya gustado.”
Riendo le
tiré mi almohada a la cabeza y me arrastré fuera de la cama.
“¡Ey! ¿A dónde vas?”
Eché mi pelo
hacia atrás y lo miré.
“Me muero de hambre. Voy a ver si hay
comida aquí.”
Cage gimió.
“Comida… se me olvidó.”
Sacó las
piernas de la cama, se puso de pie y se estiró. Cada músculo de su cuerpo
bronceado se hinchó. De repente, la comida ya no parecía tan importante.
Terminó y me pilló embobada.
“Normalmente cobro por esto, pero
para ti es gratis.”
Me guiñó un
ojo y cogió unos vaqueros de su armario. Iba a empezar a sugerir que se los
quitara ya cuando un golpe en la puerta me interrumpió. ¿Quién estaría aquí tan
temprano? Di un paso atrás en la habitación y fui a mi bolsa para coger algo de
ropa. Sin embargo, Cage no se molestó en ponerse una camisa. Estaba tan increíble
así…
“Probablemente será Low,” me dijo, dirigiéndose a la puerta y
cerrándola detrás de él para que yo pudiera vestirme.
No estaba
segura de si quería conocer oficialmente a Low ahora que sabía quién era.
Saqué el
vestido corto amarillo que me había traído y me lo puse. Había dejado la bolsa
de aseo en el baño de Cage anoche, pero mi pelo y mis dientes necesitaban un
cepillo. Traté de estar presentable sin ponerme maquillaje, me hice una coleta
ya que llevaba el pelo sucio y tendría que ducharme antes de ir a algún sitio.
Cuando abrí
la puerta y entré en la cocina el olor del café me golpeó en la nariz. Gracias
a Dios.
“Ahí está,” dijo Cage sonriéndome.
Estaba
sentado en el mostrador con una taza de café en la mano.
“Low ha traído comida.”
Saltó del
mostrador y se acercó a mí.
“Eva, ¿te acuerdas de Low? Es la que
cometió un gran delito cambiándome las sábanas.” Me dijo Cage sonriendo como un niño
pequeño, intentando ser gracioso.
Low se rio y
sonaba casi musical.
“Déjala en paz, Cage. No es bueno
burlarse de las mujeres. Lo sabes perfectamente,” le regañó Low levantando dos grandes
bolsas de papel marrón. “Sabía que no
tendría nada de comer y odiaba que os levantaseis y no tuvierais nada de comer.
Así que he traído galletas, salchichas, huevos, y rosquillas por si prefieres
dulces para el desayuno.”
Mi estómago
rugió y puse una mano sobre él, Cage se rio entre dientes.
“¡Vamos cariño, te daré de comer!”
Cage cogió
las bolsas de Low, empezó a abrirlas y a dejar las cosas en el mostrador. Volví
mi atención a Low.
“Me siento mal por la manera en que
nos conocimos. No sé por qué me comporté de forma tan ridícula por esa
tontería…” me callé
esperando que ella aceptase mi momento de estupidez.
Low sonrío y
me miró.
“No te preocupes por eso, te entiendo
muy bien, no me debería haber entrometido.”
Tratar de
explicarme un poco mejor habría llegado a ser un poco embarazoso, así que
decidí dejarlo así. Esperaba que se lo olvidase.
“Tu desayuno está servido,” dijo Cage, trayéndome un plato de
comida. “Ve a sentarte y te llevaré el
café.”
“Gracias,” le contesté.
Había puesto
un poco de todo en mi plato. La verdad es que no iba a quejarme, me estaba
muriendo de hambre.
“¿Café con dos de nata y uno de
azúcar?” me dijo
mientras iba hacia la cafetera. Empecé a responder y me detuve. ¿Cómo sabía
eso? Nunca nos habíamos tomado un café juntos.
Cuando no
contesté me miró. Vio la pregunta en mis ojos y su sonrisa arrogante asomó a
sus labios.
“Una vez le dijiste a Jeremy cómo
querías el café mientras estabas sentada en la mecedora del porche delantero.
Estaba descargando cosas de la camioneta y te oí,” explicó.
Guau.
“Oh,” le contesté, sintiendo los ojos de
Low en mí. Nos estaba observando de cerca.
“Así que, ¿los conociste a todos
anoche? ¿Tienes miedo ahora?” me preguntó Low cuando me senté en la mesa frente a ella.
“Estaban muy bien, muy entretenidos.”
Cage se rio, “Esa es su forma de decir que mis amigos
son una panda de frikis.”
“Eso no es cierto, sí que me lo pasé
bien con ellos.”
Cage se
acercó y puso la taza de café al lado de mi plato, me dio un beso en la cabeza
antes de irse a prepararse algo para desayunar. La curiosidad en el rostro de
Low casi me hizo echarme a reír. ¿No sabía que este hombre era mejor que nadie?
No sé de qué se sorprende…
“¿A qué hora os tenéis que volver
hoy?” preguntó Low,
yo acababa de empezar a comer y no pude responderle.
“Me imagino que saldremos a las 5 o
así, quiero dejarla antes de que su padre vuelva a casa. Y tengo que revisar a
las vacas antes de irme a dormir.”
Low volvió la
mirada curiosa de mí y la dirigió a Cage. No necesitaba mirar para saber que
estaban teniendo una conversación silenciosa. Yo también solía tenerlas con
Josh. Me dolía un poco el pecho por la idea de que no volverían, pero no me
dolía tanto como antes, estaba mejorando. Tal vez alguna vez estaría
completamente bien y sería capaz de seguir adelante.
Cage se
aclaró la garganta y sabía que estaba dando a entender que su conversación
silenciosa se había terminado. Otra señal que yo también utilizaba con Josh.
“Bueno, ¿qué tienen planeado hacer
hoy?” preguntó Low.
Levanté la
vista de mi plato y miré a Cage. No tenía ni idea de lo que quería hacer hoy.
“Tenía pensado pasar un par de horas
en la playa y poco más,” respondió Cage.
“Eso suena divertido.” Low iba a decir algo más, pero su
teléfono comenzó a sonar. Bajó la mirada y frunció el ceño.
“¿Quién es?” preguntó Cage mirándola atentamente.
Low suspiró y
se puso de pie. “Es mi hermana.”
Cage frunció
el ceño. “¿Quieres que me deshaga de
ella?”
Low negó con
la cabeza y se dirigió a la otra habitación antes de contestar.
Cage estaba
mirando la puerta con una postura extraña y protectora. Casi parecía que
estuviera listo para arrebatarle el teléfono de la mano si su hermana la
molestaba.
“¿Tan mala es la relación con su
hermana?” le
pregunté, deseando que se relajase.
Volvió la
cabeza hacia mí y sus hombros se relajaron cuando sus ojos se encontraron con
los míos.
“Sí, su hermana es una perra. Le ha
hecho vivir a Low un infierno.”
Pero
obviamente, Low había tenido a Cage para que la defendiese de todos los
matones.
“Si tienes que ir a ver cómo está, no
te preocupes, está bien.”
Me observó y
al minuto apareció una sonrisa de satisfacción en su rostro.
“Si ella me necesita va a venir a
buscarme, así que prefiero sentarme aquí contigo y disfrutar de mi desayuno.”
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