viernes, 17 de enero de 2014

CAPÍTULO 16

Cage

No había hablado mucho en el camino de vuelta a mi apartamento. Eva fue cauta, yo lo sabía, lo sabía desde el primer día en el que me dijo que me acostaba con todo el mundo.
Era una de las cosas que me gustó de ella. Hasta esta noche habíamos progresado, ella me habló de Josh y había sido capaz de consolarla cuando lloraba. Pensé que habíamos formado un lazo de confianza entre nosotros. Pero el traerla a mi mundo había deshecho todo lo que le había demostrado. Si no tenía a chicas lanzándose a mí o hablando de tríos, tenía a mis amigos comentando lo que hacía con las chicas anteriormente. Quería que mis amigos la conocieran, que conociera el verdadero sabor de la vida.
Pero ahora, quería hacerla volver a la granja para que pudiéramos vivir allí aislados donde mi pasado no me atormentaba.

“¿Estás enfadado conmigo?” me pregunta Eva, sacándome de mis pensamientos.
Levanté los ojos del suelo y miré a Eva que llevaba unos pantalones cortos de lunares rosas y una camiseta a juego. Era la cosa más sexy que había visto nunca.
“¿Eh?” me las arreglé para responderle a través de la lujuria que se había apoderado de mí. No llevaba sujetador. Tragué saliva mientras miraba sus pezones presionados contra la tela sedosa y fina.
“No has dicho nada en el camino de vuelta. Pensé que estabas enfadado conmigo por algo.”
¿Enfadado con ella? ¿Qué? Dejé de mirar sus tetas y me centré en su cara llena de preocupación.
Movió sus pies y se mordió el interior de la mejilla nerviosamente.
“Ven aquí.”

La invité, señalando el extremo de la cama. Ella vino de buena gana y traté de concentrarme en su rostro, para no ponerla más nerviosa. Pero, joder, sus pantalones cortos no cubrían casi su culo y eso era una puta distracción.
Se sentó a mi lado y puso las manos sobre su regazo. Estiré la mano y le cogí la suya.

“Relájate, Eva. No estoy enfadado contigo. Estoy frustrado conmigo mismo.”
Ella inclinó la cabeza hacia un lado y me miró. Sus sedosos rizos castaños se deslizaron sobre su hombro desnudo. ¿Cómo no me había fijado antes en estas cosas? Una cosa tan simple como un hombro desnudo podía llegar a ser muy sexy.
“¿Por qué estás frustrado contigo mismo?”
Porque lo he echado todo a perder y ahora lo sabes.
“Esta noche no ha ido tan bien como esperaba. No tengo una reputación muy buena y parecía que todo el mundo quería recordar mi pasado.”
Sus hombros se relajaron, se inclinó y chocó mi brazo con su hombro.
“¿Te das cuenta de que ya sabía que no tenías una reputación buena?” su tono de broma me hizo sonreír.
“¿Qué? ¿No tenías pensado que yo sería el próximo Papa? Maldita sea, pensé que te había engañado.”
Eva se rio y puso sus piernas debajo de ella.
“Sí, todo el asunto de conducir borracho me hizo sospechar.”
“Crees que eres divertida, ¿no?”
Me apoyé en los codos para poder mirarla. También porque tenía una visión muy buena de su culo ahora que sus pantalones se subieron lo suficiente.
“Me he divertido mucho esta noche. Tus amigos son muy entretenidos.”
Sin embargo, yo había amenazado al único amigo suyo que había allí.
“Siento mucho lo de tu amigo, la he cagado.”
Frunció el ceño y se encogió de hombros.
“Te disculpaste y te perdoné, pero, en el futuro, si pudieras abstenerte de amenazar a la gente por mí, te lo agradecería.”
No respondí porque eso probablemente no iba a suceder. Si ella estaba con otro chico, me vería rojo. No tenía mucho sentido prometer algo que no podía cumplir.
“Me gusta mucho tu pijama,” le dije cambiando de tema y pasé mi dedo por el borde de sus pantalones cortos. No podía seguir mirando a su culo más sin tocarlo.

Ella se estremeció y apretó los labios con fuerza. Qué inocente era… Había estado con Josh siempre, habían estado comprometidos. Estaba claro que no era virgen. Ningún hombre se pasaría toda la escuela secundaria con una chica sin hacer nada. No quería saber todo lo que había hecho con él, incluso aunque el chico estuviese muerto, no podía imaginarme que otro la tocara.
Teniendo en cuenta que ni siquiera sabía con cuántas chicas había estado, a mí me preocupaba. Porque yo no las había querido, pero ella sí que había amado a Josh, había una gran diferencia, por lo menos para mí.

“Quiero… quiero hacer cosas, esta noche. Quiero decir, quiero hacer más de lo que tenemos,” tartamudeó y su cara se puso de un rosa brillante. “Pero no estoy segura de si estoy lista para, ya sabes… el sexo.”

Me senté y cerré el espacio que había entre nosotros. La verdad es que el que no estaba seguro era yo. Sería muy diferente para mí ahora y eso me asustaba. El sexo y la emoción nunca habían ido juntos antes, pero había pasado mucho tiempo desde que había estado con alguien y no estaba seguro de si podía llegar a parar si llegábamos lejos. No estaba acostumbrado a parar y nunca había dicho que no. Pero ella era Eva, lo podría hacer por ella.
Deslicé una mano por su cintura y la otra la puse en su cabeza.

“Sólo haz lo que quieras hacer. Pararemos cuando tú quieras parar,” le susurré mientras ponía mi boca en la suya.
Ella inclinó la cabeza hacia atrás y se encontró con mi boca.


Eva

A pesar de que Cage me había besado más veces, todavía se me olvidaba todo cuando sus suaves labios tocaban los míos. Sus besos siempre empezaban suaves pero nunca seguían igual. Me besó y me mordió. Le gustaba chupar mi labio inferior y pasó mucho tiempo degustándolo. Siguió besándome por la mandíbula y por el cuello. Quería ir más allá. Tenía que apretar los dientes para no tener que rogarle que siguiera bajando. Se me escapó un gemido y debería haberme avergonzado, pero él siguió hacia la parte superior de mis pechos así que me alegré. Sus manos rozaron mi estómago y me sobresalté. Levantó la cabeza para mirarme cuando me quedé sin aliento. No me lo pidió pero pude ver la pregunta en sus ojos. Asentí con la cabeza y me quitó la parte superior del pijama. La forma en la que me miró y miró con avidez mis pechos desnudos sólo causó que la sensación de hormigueo se intensificara.
Quería quitarle la camisa, quería sentir su cálida piel contra la mía. Antes de que me pudiera distraer con su boca, se la quité con facilidad. El piercing del pezón ahora me excitaba más. Empecé a inclinarme hacia adelante cuando Cage se inclinó sobre mí y me obligó a tumbarme mientras cubría mi cuerpo con el suyo.

“Por mucho que me gustaría ver a tu pequeña lengua lamer mi pezón, quiero probar esto primero.” Su voz era baja y ronca.
Le pasé las manos por el pelo mientras bajaba su boca a mi pecho y tiraba de uno de mis pezones. Con cada tirón, me perdía más y quería más…
El calor entre mis piernas se estaba volviendo incómodo. Me froté las piernas, necesitaba alivio.
Cage pasó una mano por mi estómago y deslizó sus dedos en la parte superior de mis pantalones cortos. Deslizó sus dedos hacia atrás y hacia adelante haciendo que mi necesidad creciera. Estaba tan cerca de rogarle más, cuando su mano se alejó.
Mi pequeño grito de frustración sólo le hizo sonreír. Se quitó de encima de mí, y su mano fue hasta la piel sensible de mi muslo hasta que su pulgar tocó el borde de mi ropa interior. Podía escuchar mis propios jadeos mientras esperaba algo.
Cuando pasó su dedo alrededor de mi pierna, me vine abajo.

“Por favor,” le supliqué.
Él levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los míos. Le miré fijamente a los ojos azules mientras su dedo se deslizaba hacia la fuente de mi calor.
“Oh, dios,” jadeé, cerré los ojos mientras sentía el éxtasis de su toque.

Su cálido aliento me hacía cosquillas en el estómago desnudo mientras su dedo se deslizaba con facilidad dentro de mí. Estaba al borde de estallar en mil pedazos. Quería rogarle más y más.
Subió y me besó cada pezón, me lamió hasta llegar a mi cuello, mientras su dedo se mantenía dentro de mí sólo a duras penas.

“¿Te gusta?” dijo con voz entrecortada. Su aliento caliente en mi oído me daba escalofríos.
“Me encanta,” me atraganté.
Su dedo lentamente siguió y pensé que me iba a morir de placer.
“¿Se siente bien, nena?” me preguntó mientras me daba besos al lado de la oreja.
“Mmmm,” me las arreglé para decir.
Me pasó la punta de la nariz por mi cara.
“Estás tan mojada y tan caliente…” me murmuró.
Me gustó que me hablara mientras me tocaba. Al oír el efecto que estaba teniendo sobre él me hizo todo más fácil.
“Cage,” gemí, cuando siguió más fuerte.
“¿Sí, cariño?” me preguntó mientras me besaba el cuello.
“Quiero que te quites los vaqueros,” me las arreglé para decirle.
Su mano dejó de moverse, levantó la cabeza y me miró.
“¿Por qué?”
“Quiero sentirte más cerca,” le susurré.
Cage dejó caer la cabeza y respiró hondo. No se movió durante unos segundos. Cuando se levantó, me dirigió una mirada torturada.
“Tengo que dejarme la ropa interior, no puedo… tengo que tener una barrera.”

Asentí con la cabeza para decirle que estaba de acuerdo. Cuando deslizó su mano fuera de mi ropa interior quise protestar, pero había sido yo la que le había pedido que se desnudase, no podía hacerlo si seguía con lo que estaba haciendo antes.
Se puso de pie y lentamente se desabrochó los vaqueros. ¿Me estaba tomando el pelo o me estaba dando tiempo para cambiar de opinión? Antes de bajarse los pantalones, me miró y me sonrió.
Entonces, deslizó los vaqueros hacia abajo y los dejó caer al suelo. Los calzoncillos bóxer blancos que llevaba no dejaban mucho a la imaginación.
Observé su hermoso cuerpo mientras se arrastraba sobre mí y abrí mis piernas para sentirle más cerca.

Al segundo me gritó: “Joder, Eva.”
Dio un suspiro tembloroso aunque se mantenía todavía sobre mí, no lo quería  todavía. Me frotaba contra él y le temblaban los brazos.
“No quiero perder el control contigo Eva.” Su voz sonaba desesperada.
“Está bien,” le dije pasándole las manos por el pelo y levanté las caderas de nuevo. Todavía teníamos demasiadas capas de tela entre nosotros. Quería quitarme los pantalones cortos.
“Quiero estar dentro de ti, pero eso no está bien,” me respondió con los dientes apretados.
Moví mis manos hasta mis pantalones cortos y empecé a empujarlos hacia abajo. Cage se quejó en voz alta cuando me quité los pantalones y los tiré al suelo. Ahora sólo había entre nosotros mis bragas de encaje y sus calzoncillos.
“Bésame,” le dije, levantando la cabeza para encontrarme con sus labios.

El hambre que sentí en ese beso fue emocionante. Se le escaparon pequeños gruñidos mientras exploraba mi boca. Poco a poco se dejó caer hacia abajo con tanta fuerza que lo único que tenía que hacer era mover mis caderas para conseguir un poco de fricción.
Cage apartó su boca de la mía justo antes de que empezara a moverse contra mí. Eso era mucho mejor.

“Sí, por favor,” le animé.
Le pasé las manos por el pecho y encontré el piercing que tanto me gustaba.
“Ah,” me gritó cuando tiré suavemente de él.
Su evidente placer hizo que el mío aumentara. Levanté las caderas en sintonía con él y dejó escapar un gemido cerrando los ojos con fuerza.
“Quiero estar dentro de ti, Eva. Esto es tan malo…”


La desesperación en su cara y la necesidad de su voz me llevó al límite. Mi mundo se quemó y grité mientras me sentía en llamas.

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