Cage
No había
hablado mucho en el camino de vuelta a mi apartamento. Eva fue cauta, yo lo
sabía, lo sabía desde el primer día en el que me dijo que me acostaba con todo
el mundo.
Era una de
las cosas que me gustó de ella. Hasta esta noche habíamos progresado, ella me
habló de Josh y había sido capaz de consolarla cuando lloraba. Pensé que
habíamos formado un lazo de confianza entre nosotros. Pero el traerla a mi
mundo había deshecho todo lo que le había demostrado. Si no tenía a chicas
lanzándose a mí o hablando de tríos, tenía a mis amigos comentando lo que hacía
con las chicas anteriormente. Quería que mis amigos la conocieran, que
conociera el verdadero sabor de la vida.
Pero ahora,
quería hacerla volver a la granja para que pudiéramos vivir allí aislados donde
mi pasado no me atormentaba.
“¿Estás enfadado conmigo?” me pregunta Eva, sacándome de mis
pensamientos.
Levanté los
ojos del suelo y miré a Eva que llevaba unos pantalones cortos de lunares rosas
y una camiseta a juego. Era la cosa más sexy que había visto nunca.
“¿Eh?” me las arreglé para responderle a
través de la lujuria que se había apoderado de mí. No llevaba sujetador. Tragué
saliva mientras miraba sus pezones presionados contra la tela sedosa y fina.
“No has dicho nada en el camino de
vuelta. Pensé que estabas enfadado conmigo por algo.”
¿Enfadado con
ella? ¿Qué? Dejé de mirar sus tetas y me centré en su cara llena de
preocupación.
Movió sus
pies y se mordió el interior de la mejilla nerviosamente.
“Ven aquí.”
La invité,
señalando el extremo de la cama. Ella vino de buena gana y traté de
concentrarme en su rostro, para no ponerla más nerviosa. Pero, joder, sus
pantalones cortos no cubrían casi su culo y eso era una puta distracción.
Se sentó a mi
lado y puso las manos sobre su regazo. Estiré la mano y le cogí la suya.
“Relájate, Eva. No estoy enfadado
contigo. Estoy frustrado conmigo mismo.”
Ella inclinó
la cabeza hacia un lado y me miró. Sus sedosos rizos castaños se deslizaron
sobre su hombro desnudo. ¿Cómo no me había fijado antes en estas cosas? Una
cosa tan simple como un hombro desnudo podía llegar a ser muy sexy.
“¿Por qué estás frustrado contigo
mismo?”
Porque lo he echado todo a perder y ahora lo sabes.
“Esta noche no ha ido tan bien como
esperaba. No tengo una reputación muy buena y parecía que todo el mundo quería
recordar mi pasado.”
Sus hombros
se relajaron, se inclinó y chocó mi brazo con su hombro.
“¿Te das cuenta de que ya sabía que
no tenías una reputación buena?” su tono de broma me hizo sonreír.
“¿Qué? ¿No tenías pensado que yo
sería el próximo Papa? Maldita sea, pensé que te había engañado.”
Eva se rio y
puso sus piernas debajo de ella.
“Sí, todo el asunto de conducir
borracho me hizo sospechar.”
“Crees que eres divertida, ¿no?”
Me apoyé en
los codos para poder mirarla. También porque tenía una visión muy buena de su
culo ahora que sus pantalones se subieron lo suficiente.
“Me he divertido mucho esta noche.
Tus amigos son muy entretenidos.”
Sin embargo,
yo había amenazado al único amigo suyo que había allí.
“Siento mucho lo de tu amigo, la he
cagado.”
Frunció el
ceño y se encogió de hombros.
“Te disculpaste y te perdoné, pero,
en el futuro, si pudieras abstenerte de amenazar a la gente por mí, te lo
agradecería.”
No respondí
porque eso probablemente no iba a suceder. Si ella estaba con otro chico, me
vería rojo. No tenía mucho sentido prometer algo que no podía cumplir.
“Me gusta mucho tu pijama,” le dije cambiando de tema y pasé mi
dedo por el borde de sus pantalones cortos. No podía seguir mirando a su culo
más sin tocarlo.
Ella se estremeció
y apretó los labios con fuerza. Qué inocente era… Había estado con Josh
siempre, habían estado comprometidos. Estaba claro que no era virgen. Ningún
hombre se pasaría toda la escuela secundaria con una chica sin hacer nada. No
quería saber todo lo que había hecho con él, incluso aunque el chico estuviese
muerto, no podía imaginarme que otro la tocara.
Teniendo en
cuenta que ni siquiera sabía con cuántas chicas había estado, a mí me
preocupaba. Porque yo no las había querido, pero ella sí que había amado a
Josh, había una gran diferencia, por lo menos para mí.
“Quiero… quiero hacer cosas, esta
noche. Quiero decir, quiero hacer más de lo que tenemos,” tartamudeó y su cara se puso de un
rosa brillante. “Pero no estoy segura de
si estoy lista para, ya sabes… el sexo.”
Me senté y
cerré el espacio que había entre nosotros. La verdad es que el que no estaba
seguro era yo. Sería muy diferente para mí ahora y eso me asustaba. El sexo y
la emoción nunca habían ido juntos antes, pero había pasado mucho tiempo desde
que había estado con alguien y no estaba seguro de si podía llegar a parar si
llegábamos lejos. No estaba acostumbrado a parar y nunca había dicho que no.
Pero ella era Eva, lo podría hacer por ella.
Deslicé una
mano por su cintura y la otra la puse en su cabeza.
“Sólo haz lo que quieras hacer.
Pararemos cuando tú quieras parar,” le susurré mientras ponía mi boca en la suya.
Ella inclinó
la cabeza hacia atrás y se encontró con mi boca.
Eva
A pesar de
que Cage me había besado más veces, todavía se me olvidaba todo cuando sus
suaves labios tocaban los míos. Sus besos siempre empezaban suaves pero nunca
seguían igual. Me besó y me mordió. Le gustaba chupar mi labio inferior y pasó
mucho tiempo degustándolo. Siguió besándome por la mandíbula y por el cuello.
Quería ir más allá. Tenía que apretar los dientes para no tener que rogarle que
siguiera bajando. Se me escapó un gemido y debería haberme avergonzado, pero él
siguió hacia la parte superior de mis pechos así que me alegré. Sus manos
rozaron mi estómago y me sobresalté. Levantó la cabeza para mirarme cuando me
quedé sin aliento. No me lo pidió pero pude ver la pregunta en sus ojos. Asentí
con la cabeza y me quitó la parte superior del pijama. La forma en la que me
miró y miró con avidez mis pechos desnudos sólo causó que la sensación de
hormigueo se intensificara.
Quería
quitarle la camisa, quería sentir su cálida piel contra la mía. Antes de que me
pudiera distraer con su boca, se la quité con facilidad. El piercing del pezón
ahora me excitaba más. Empecé a inclinarme hacia adelante cuando Cage se
inclinó sobre mí y me obligó a tumbarme mientras cubría mi cuerpo con el suyo.
“Por mucho que me gustaría ver a tu
pequeña lengua lamer mi pezón, quiero probar esto primero.” Su voz era baja y ronca.
Le pasé las
manos por el pelo mientras bajaba su boca a mi pecho y tiraba de uno de mis
pezones. Con cada tirón, me perdía más y quería más…
El calor
entre mis piernas se estaba volviendo incómodo. Me froté las piernas,
necesitaba alivio.
Cage pasó una
mano por mi estómago y deslizó sus dedos en la parte superior de mis pantalones
cortos. Deslizó sus dedos hacia atrás y hacia adelante haciendo que mi
necesidad creciera. Estaba tan cerca de rogarle más, cuando su mano se alejó.
Mi pequeño
grito de frustración sólo le hizo sonreír. Se quitó de encima de mí, y su mano
fue hasta la piel sensible de mi muslo hasta que su pulgar tocó el borde de mi
ropa interior. Podía escuchar mis propios jadeos mientras esperaba algo.
Cuando pasó
su dedo alrededor de mi pierna, me vine abajo.
“Por favor,” le supliqué.
Él levantó la
cabeza y sus ojos se encontraron con los míos. Le miré fijamente a los ojos
azules mientras su dedo se deslizaba hacia la fuente de mi calor.
“Oh, dios,” jadeé, cerré los ojos mientras sentía
el éxtasis de su toque.
Su cálido
aliento me hacía cosquillas en el estómago desnudo mientras su dedo se
deslizaba con facilidad dentro de mí. Estaba al borde de estallar en mil
pedazos. Quería rogarle más y más.
Subió y me
besó cada pezón, me lamió hasta llegar a mi cuello, mientras su dedo se
mantenía dentro de mí sólo a duras penas.
“¿Te gusta?” dijo con voz entrecortada. Su aliento
caliente en mi oído me daba escalofríos.
“Me encanta,” me atraganté.
Su dedo
lentamente siguió y pensé que me iba a morir de placer.
“¿Se siente bien, nena?” me preguntó mientras me daba besos al
lado de la oreja.
“Mmmm,” me las arreglé para decir.
Me pasó la
punta de la nariz por mi cara.
“Estás tan mojada y tan caliente…” me murmuró.
Me gustó que
me hablara mientras me tocaba. Al oír el efecto que estaba teniendo sobre él me
hizo todo más fácil.
“Cage,” gemí, cuando siguió más fuerte.
“¿Sí, cariño?” me preguntó mientras me besaba el
cuello.
“Quiero que te quites los vaqueros,” me las arreglé para decirle.
Su mano dejó
de moverse, levantó la cabeza y me miró.
“¿Por qué?”
“Quiero sentirte más cerca,” le susurré.
Cage dejó
caer la cabeza y respiró hondo. No se movió durante unos segundos. Cuando se
levantó, me dirigió una mirada torturada.
“Tengo que dejarme la ropa interior,
no puedo… tengo que tener una barrera.”
Asentí con la
cabeza para decirle que estaba de acuerdo. Cuando deslizó su mano fuera de mi
ropa interior quise protestar, pero había sido yo la que le había pedido que se
desnudase, no podía hacerlo si seguía con lo que estaba haciendo antes.
Se puso de
pie y lentamente se desabrochó los vaqueros. ¿Me estaba tomando el pelo o me
estaba dando tiempo para cambiar de opinión? Antes de bajarse los pantalones,
me miró y me sonrió.
Entonces,
deslizó los vaqueros hacia abajo y los dejó caer al suelo. Los calzoncillos
bóxer blancos que llevaba no dejaban mucho a la imaginación.
Observé su
hermoso cuerpo mientras se arrastraba sobre mí y abrí mis piernas para sentirle
más cerca.
Al segundo me
gritó: “Joder, Eva.”
Dio un
suspiro tembloroso aunque se mantenía todavía sobre mí, no lo quería todavía. Me frotaba contra él y le temblaban
los brazos.
“No quiero perder el control contigo
Eva.” Su voz sonaba
desesperada.
“Está bien,” le dije pasándole las manos por el
pelo y levanté las caderas de nuevo. Todavía teníamos demasiadas capas de tela
entre nosotros. Quería quitarme los pantalones cortos.
“Quiero estar dentro de ti, pero eso
no está bien,” me
respondió con los dientes apretados.
Moví mis
manos hasta mis pantalones cortos y empecé a empujarlos hacia abajo. Cage se
quejó en voz alta cuando me quité los pantalones y los tiré al suelo. Ahora sólo
había entre nosotros mis bragas de encaje y sus calzoncillos.
“Bésame,” le dije, levantando la cabeza para
encontrarme con sus labios.
El hambre que
sentí en ese beso fue emocionante. Se le escaparon pequeños gruñidos mientras
exploraba mi boca. Poco a poco se dejó caer hacia abajo con tanta fuerza que lo
único que tenía que hacer era mover mis caderas para conseguir un poco de
fricción.
Cage apartó
su boca de la mía justo antes de que empezara a moverse contra mí. Eso era
mucho mejor.
“Sí, por favor,” le animé.
Le pasé las
manos por el pecho y encontré el piercing que tanto me gustaba.
“Ah,” me gritó cuando tiré suavemente de
él.
Su evidente
placer hizo que el mío aumentara. Levanté las caderas en sintonía con él y dejó
escapar un gemido cerrando los ojos con fuerza.
“Quiero estar dentro de ti, Eva. Esto
es tan malo…”
La desesperación
en su cara y la necesidad de su voz me llevó al límite. Mi mundo se quemó y
grité mientras me sentía en llamas.
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