martes, 17 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 12

Cage

Me había pasado tres días pensando en ir tras ella. No estaba seguro de cuánto tiempo más podía estar así. Había salido corriendo y esperaba que ella viniera detrás de mí, pero verla sentada allí en ese porche con sus ojos tristes puestos en mí era más de lo que podía soportar.
Cerré mi puerta y le di un puñetazo a la pared. Necesitaba descargar mi frustración de alguna manera. Ella me importaba demasiado. Esto era diferente de cuidar a Low, completamente diferente. Eva me había enamorado, yo no estaba hecho para el compromiso, no era hombre de una sola mujer, me gusta la variedad. No necesito esto.
Un golpe en la puerta me sorprendió y la esperanza se disparó en el pecho. Finalmente ella había regresado. Fui rápido a abrir la puerta y a punto estuvo de caerme de la sorpresa, haría lo que fuera por hacerla feliz.

“Ey Cage,” dijo Beca alegremente contrarrestando con mi amargura.
“Becca,” le contesté.
“Mmm… ¿puedo entrar?” me preguntó.
Miré detrás de ella para asegurarme de que Eva no estaba allí de pie esperando para hablar conmigo. De todos modos, ¿habría visto a Becca venir para hablar conmigo?
“Supongo.”
Di un paso atrás. Esperemos que la falta de entusiasmo en mi tono le impida hacer algo estúpido.
“Mmm, así que, ¿cómo has estado?” me pregunta ella mientras cierra la puerta.
“Bien.”
Se acerca y se sienta en el borde de la cama. Por la forma en que pega las tetas en mi dirección me imagino lo que está ofreciendo. Hace un par de semanas me habría vuelto loco, pero ahora no. Las cosas habían cambiado.
“Lo siento, no he venido desde la noche en el lago. Supongo que no me tomo bien el rechazo,” arrulló.
“Supongo que no,” gruñí y me mantuve a distancia de ella.
Becca se agachó para empezar a quitarse la camiseta.
“No, Becca, no estoy interesado. Ya te lo he dicho, eres una chica agradable y muy bonita, pero no eres mi tipo.”
Becca se quitó la camiseta de todos modos y la lanzo a la cama. Sus tetas desnudas estaban bien, pero después de haber visto a Eva no había ni punto de comparación.
“Sé lo de tu novia, no se lo voy a decir a nadie,” ronroneó ella mientras empezaba a jugar con sus pezones.
“¿Qué novia?” le pregunté, confundido.
Becca me sonrió.
“Tú has crecido con ella, Eva me lo dijo.”
¿Eva le había dicho a Becca que yo tenía novia? Había usado a Low como “la novia” para mantenerla lejos de mí. No podía ocultar mi sonrisa, no quería que Becca viniera, ella estaba celosa.
No quería más juegos, quería hablar con Eva, ahora. Necesitaba que me lo dijera todo. Ya era hora de que ella dejara de correr y se enfrentara a sus miedos.
“¿A dónde vas?” me preguntó Becca y me volví a mirarla ahora de pie en mi habitación sin camiseta y confundida.
“Ponte la camiseta Becca y vete.”
No esperé a que me lanzara algo o a que me insultara, todo eso ya lo había oído antes. Sólo quería encontrar a Eva.
Abrí las puertas del granero, miré de nuevo hacia el porche y la encontré todavía sentada allí. Nuestras miradas se encontraron y le hice un gesto hacia el lago con una inclinación de cabeza, a pesar de que estaba a una milla de distancia.
Esperé hasta que ella asintiera con la cabeza y luego me dirigí a la camioneta. Ya era hora de aclararlo todo.


Eva

Tan pronto como Cage se alejó con su camioneta, Becca llegó a mí pisando fuerte y con una cara muy enfadada. Cuando la había visto irse hacia allí no paraba de imaginarme escenas en mi cabeza, hasta que Cage había salido del granero como si estuviera en una misión. Cuando me di cuenta de que quería que fuera hacia el lago, las mariposas aparecieron de nuevo en mi estómago.

“Es un completo gilipollas, no sé por qué me molesto.” Me dijo Becca mientras pasaba junto al porche y se iba hacia su coche.
“¿Te vas?” le pregunté sólo para estar segura antes de seguir a Cage.
“Sí, tengo una cosa que hacer. Te llamaré,” me contestó Becca.

Una vez que ella se fue, me levanté de un salto y corrí hacia la camioneta, pero me detuve antes de llegar a la puerta. Me di la vuelta y me quedé mirando el garaje. Mi Jeep estaba ahí sin usar, me había quitado el anillo. Había llegado el momento de volver a cogerlo. Poco a poco, me dirigí hacia el garaje. No estaba segura de si los recuerdos iban a ser demasiado para mí. Abrí la puerta del garaje. Mi Jeep era color plata y estaba muy limpio. Sabía que mi padre le pagaba a Jeremy para que lo sacase cada dos semanas para lavarlo y asegurarse de que estuviera en buenas condiciones. Hacía como que no lo sabía para no enfrentarme con ellos por si venían los recuerdos.
La necesidad de acurrucarme en el suelo y llorar se había ido, sólo tenía buenos recuerdos. Di la vuelta y abrí la puerta del lado del conductor.

“Supongo que es el momento de cogerte de nuevo,” le susurré mientras me subía y lo encendía.

La música country sonaba en la radio y sonreí pensando en Jeremy mientras lo conducía y lo limpiaba.
Salí y me dirigí hacia el lago sin ningún problema. No había momentos de dolor intenso ni pérdida. Sólo mi Jeep y yo.
Vi la camioneta de Cage en cuanto di la vuelta en la esquina detrás de los viejos arces. Estaba sentado esperándome. Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando llegué, nunca había visto mi Jeep. Sonreí ante su expresión, bajé y me acerqué a él.

“Lindas llantas,” me dijo cuando me detuve frente a él.
“Gracias,” le contesté, antes de sentarme al lado suyo.
“En caso de que tengas curiosidad, Becca se quitó la camiseta después de decirle que no lo hiciese. No me acerqué a ella, supongo que estará enfadada.”
No pude contener la risa.
“Sí, mucho.”
“¿Crees que es divertido?” me preguntó Cage tratando de parecer serio, pero el tono burlón de su voz era inconfundible.
“Sí, mucho.”
Cage sonrío y luego miró hacia el suelo. Sabía que estaba esperando a que dijera algo. Puede que haya dicho que venga a aquí, porque todavía estaba esperando respuestas. Se las merecía…
“Estaba comprometida,” empecé y no podía encontrar las palabras adecuadas.
Cage no me presiona, espera en silencio a mi lado.
“Josh murió en Bagdad hace un año y medio,” me las arreglé para decir sin nudo en la garganta.
Cage no volvió la cabeza para mirarme, no hubo piedad ni condolencias vacías. No estaba segura de lo que esperaba de él, pero su tranquila aceptación me parecía extraña.
“Lo sé, Jeremy me lo dijo.”
¿Jeremy se lo había dicho? ¿Por qué?
“Pero nunca me dijiste nada,” le dije, aceptando que Jeremy me había traicionado.
Se había roto la confianza, él sabía que yo no quería que Cage se enterase.
“Quería que fueses tú la que me lo dijeses.”
Desvió la mirada del suelo y giró la cabeza para mirarme. No había piedad en sus profundos ojos azules, sólo comprensión.
“Es tu historia, si querías que lo supiera me lo tenías que decir tú. Después de que no me lo contases en el lago estaba enfadado, herido… Esperaba que entendieras que esto no es un juego para mí.”
Él lo había sabido todo el tiempo y no me había tratado ni una sola vez de forma diferente. No me había manejado con guantes de seda.
Estiré la mano y la puse encima de la suya, enroscó sus dedos con los míos y los apretó.
“Cuando viniste a mi habitación la otra noche, sabía por qué. Quería consolarte y estar ahí contigo, pero no me dejabas entrar. A mí nadie me deja entrar ni yo quiero, Eva. Hasta que…”
Necesitaba decirle más. Si íbamos a tener una aventura de verano, sólo amigos o lo que fuese, quería que lo supiera.
“Él era mi mejor amigo, habíamos sido inseparables desde que teníamos 5 años, fue mi primer beso y mi primera cita.”
Sentía la quemadura familiar en la nariz mientras los ojos se me llenaban de lágrimas. Tenía que hacerlo, tenía que compartir esto con él.
“Íbamos a envejecer juntos, pero él no regresó a casa.”
Cage soltó mi mano y deslizó su brazo por mi hombro tirando de mí. Apoyé la cabeza en su pecho y dejé caer las últimas lágrimas que sabía que iba a llorar por Josh Beasley.
No hablamos, él no me pidió más de lo que estaba dispuesta a compartir. En cambio, me sostenía. Su mano acarició suavemente mi brazo de arriba abajo y me daba besos en la cabeza de vez en cuando. Aparte de eso, nos quedamos sentados en silencio.
…………………………………………………..*…………………………………………………

Después de haber dejado a Cage en el lago regresé a casa y me fui a mi habitación. La guitarra en la esquina me recordaba todos los días en los que era una parte de mí. Me las había arreglado para quitarme el anillo, había conducido el Jeep, y quería volver a tocar. Cerré la puerta de mi habitación y me acerqué a la cama que había justo enfrente de la caja de la guitarra. Las pegatinas que Josh me había comprado los últimos años cubrían cada milímetro cuadrado de la caja negra. Odiaba la caja negra cuando papá me lo regaló. Cuando mi primera guitarra se me quedó pequeña él me compró una nueva y yo quería una caja nueva, la negra había sido tan aburrida. Josh había venido esa noche para ver mi nueva guitarra y le había dicho lo infeliz que era con esa caja fea. Al día siguiente me había mostrado un par de divertidas pegatinas para el parachoques y las puso sobre la caja. Me reí y le dije que era perfecto. Durante el próximo par de años, me había traído pegatinas de todos los lugares que visitó, o simplemente las que había encontrado y pensó que me gustarían.
Este iba a ser el obstáculo más difícil, pero había perdido tanto cuando había muerto Josh… Quería que las cosas volvieran a la normalidad y mi música era algo que había perdido. Alcanzé la caja y la puse en la cama junto a mí.
Al abrir la caja lentamente mi corazón se aceleró mientras veía la madura suave y familiar. El cuaderno donde había escrito todas mis canciones también estaba allí. No iba a tocar las canciones, todavía no, iba a ir poco a poco.
Con cuidado cogí la guitarra, esta noche me gustaría afinarla nada más, eso sería suficiente por ahora. La sostuve entre mis manos y cerré los ojos sintiendo la familiaridad de su tacto. Era como si hubiera vuelto a casa. Mis ojos se llenaron de lágrimas contenidas con la emoción de volver a ser capaz de sostenerla entre mis brazos otra vez.
Empecé a afinarla, la simple melodía me rodeaba y el mundo a mi alrededor se desvaneció. Esto era como antes, éramos sólo mi música y yo. Todo lo que había sentido durante este tiempo empezó a salir a través de la música. Estaba tocando a través de mi dolor, mi rabia, mi amargura, mi perdón y finalmente la esperanza que estaba empezando a formarse lentamente dentro de mí.
Mis dedos que no estaban tocando empezaron a adormecerse y me obligaron a pararme. La humedad en mi cara me sorprendió.
No eran lágrimas de tristeza, ya no, esta vez eran lágrimas de felicidad. Tal vez habría un mañana después de todo.
El sonido de los aplausos me sobresaltó y abrí los ojos para ver a mi padre de pie en el marco de la puerta. Tenía los ojos llorosos y una enorme sonrisa.


“Esa es mi chica,” dijo con la voz ronca y cargada de emoción. “No sabes lo bueno que es entrar y escuchar ese sonido.” Apretó los labios con fuerza e inhaló profundamente por la nariz. “Espero con interés escuchar más de eso.” Él asintió con la cabeza en señal de aprobación y luego se dirigió por el pasillo hasta su habitación.

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