Cage
Me había
pasado tres días pensando en ir tras ella. No estaba seguro de cuánto tiempo
más podía estar así. Había salido corriendo y esperaba que ella viniera detrás
de mí, pero verla sentada allí en ese porche con sus ojos tristes puestos en mí
era más de lo que podía soportar.
Cerré mi
puerta y le di un puñetazo a la pared. Necesitaba descargar mi frustración de
alguna manera. Ella me importaba demasiado. Esto era diferente de cuidar a Low,
completamente diferente. Eva me había enamorado, yo no estaba hecho para el
compromiso, no era hombre de una sola mujer, me gusta la variedad. No necesito
esto.
Un golpe en
la puerta me sorprendió y la esperanza se disparó en el pecho. Finalmente ella
había regresado. Fui rápido a abrir la puerta y a punto estuvo de caerme de la
sorpresa, haría lo que fuera por hacerla feliz.
“Ey Cage,” dijo Beca alegremente contrarrestando
con mi amargura.
“Becca,” le contesté.
“Mmm… ¿puedo entrar?” me preguntó.
Miré detrás
de ella para asegurarme de que Eva no estaba allí de pie esperando para hablar
conmigo. De todos modos, ¿habría visto a Becca venir para hablar conmigo?
“Supongo.”
Di un paso
atrás. Esperemos que la falta de entusiasmo en mi tono le impida hacer algo
estúpido.
“Mmm, así que, ¿cómo has estado?” me pregunta ella mientras cierra la
puerta.
“Bien.”
Se acerca y
se sienta en el borde de la cama. Por la forma en que pega las tetas en mi
dirección me imagino lo que está ofreciendo. Hace un par de semanas me habría
vuelto loco, pero ahora no. Las cosas habían cambiado.
“Lo siento, no he venido desde la
noche en el lago. Supongo que no me tomo bien el rechazo,” arrulló.
“Supongo que no,” gruñí y me mantuve a distancia de
ella.
Becca se
agachó para empezar a quitarse la camiseta.
“No, Becca, no estoy interesado. Ya
te lo he dicho, eres una chica agradable y muy bonita, pero no eres mi tipo.”
Becca se
quitó la camiseta de todos modos y la lanzo a la cama. Sus tetas desnudas
estaban bien, pero después de haber visto a Eva no había ni punto de
comparación.
“Sé lo de tu novia, no se lo voy a
decir a nadie,” ronroneó
ella mientras empezaba a jugar con sus pezones.
“¿Qué novia?” le pregunté, confundido.
Becca me
sonrió.
“Tú has crecido con ella, Eva me lo
dijo.”
¿Eva le había
dicho a Becca que yo tenía novia? Había usado a Low como “la novia” para
mantenerla lejos de mí. No podía ocultar mi sonrisa, no quería que Becca
viniera, ella estaba celosa.
No quería más
juegos, quería hablar con Eva, ahora. Necesitaba que me lo dijera todo. Ya era
hora de que ella dejara de correr y se enfrentara a sus miedos.
“¿A dónde vas?” me preguntó Becca y me volví a
mirarla ahora de pie en mi habitación sin camiseta y confundida.
“Ponte la camiseta Becca y vete.”
No esperé a
que me lanzara algo o a que me insultara, todo eso ya lo había oído antes. Sólo
quería encontrar a Eva.
Abrí las
puertas del granero, miré de nuevo hacia el porche y la encontré todavía
sentada allí. Nuestras miradas se encontraron y le hice un gesto hacia el lago
con una inclinación de cabeza, a pesar de que estaba a una milla de distancia.
Esperé hasta
que ella asintiera con la cabeza y luego me dirigí a la camioneta. Ya era hora
de aclararlo todo.
Eva
Tan pronto
como Cage se alejó con su camioneta, Becca llegó a mí pisando fuerte y con una
cara muy enfadada. Cuando la había visto irse hacia allí no paraba de
imaginarme escenas en mi cabeza, hasta que Cage había salido del granero como
si estuviera en una misión. Cuando me di cuenta de que quería que fuera hacia
el lago, las mariposas aparecieron de nuevo en mi estómago.
“Es un completo gilipollas, no sé por
qué me molesto.” Me
dijo Becca mientras pasaba junto al porche y se iba hacia su coche.
“¿Te vas?” le pregunté sólo para estar segura
antes de seguir a Cage.
“Sí, tengo una cosa que hacer. Te
llamaré,” me contestó
Becca.
Una vez que
ella se fue, me levanté de un salto y corrí hacia la camioneta, pero me detuve
antes de llegar a la puerta. Me di la vuelta y me quedé mirando el garaje. Mi
Jeep estaba ahí sin usar, me había quitado el anillo. Había llegado el momento
de volver a cogerlo. Poco a poco, me dirigí hacia el garaje. No estaba segura
de si los recuerdos iban a ser demasiado para mí. Abrí la puerta del garaje. Mi
Jeep era color plata y estaba muy limpio. Sabía que mi padre le pagaba a Jeremy
para que lo sacase cada dos semanas para lavarlo y asegurarse de que estuviera
en buenas condiciones. Hacía como que no lo sabía para no enfrentarme con ellos
por si venían los recuerdos.
La necesidad
de acurrucarme en el suelo y llorar se había ido, sólo tenía buenos recuerdos.
Di la vuelta y abrí la puerta del lado del conductor.
“Supongo que es el momento de cogerte
de nuevo,” le
susurré mientras me subía y lo encendía.
La música
country sonaba en la radio y sonreí pensando en Jeremy mientras lo conducía y
lo limpiaba.
Salí y me
dirigí hacia el lago sin ningún problema. No había momentos de dolor intenso ni
pérdida. Sólo mi Jeep y yo.
Vi la
camioneta de Cage en cuanto di la vuelta en la esquina detrás de los viejos
arces. Estaba sentado esperándome. Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando
llegué, nunca había visto mi Jeep. Sonreí ante su expresión, bajé y me acerqué
a él.
“Lindas llantas,” me dijo cuando me detuve frente a él.
“Gracias,” le contesté, antes de sentarme al
lado suyo.
“En caso de que tengas curiosidad,
Becca se quitó la camiseta después de decirle que no lo hiciese. No me acerqué
a ella, supongo que estará enfadada.”
No pude
contener la risa.
“Sí, mucho.”
“¿Crees que es divertido?” me preguntó Cage tratando de parecer
serio, pero el tono burlón de su voz era inconfundible.
“Sí, mucho.”
Cage sonrío y
luego miró hacia el suelo. Sabía que estaba esperando a que dijera algo. Puede
que haya dicho que venga a aquí, porque todavía estaba esperando respuestas. Se
las merecía…
“Estaba comprometida,” empecé y no podía encontrar las
palabras adecuadas.
Cage no me
presiona, espera en silencio a mi lado.
“Josh murió en Bagdad hace un año y
medio,” me las
arreglé para decir sin nudo en la garganta.
Cage no
volvió la cabeza para mirarme, no hubo piedad ni condolencias vacías. No estaba
segura de lo que esperaba de él, pero su tranquila aceptación me parecía
extraña.
“Lo sé, Jeremy me lo dijo.”
¿Jeremy se lo
había dicho? ¿Por qué?
“Pero nunca me dijiste nada,” le dije, aceptando que Jeremy me
había traicionado.
Se había roto
la confianza, él sabía que yo no quería que Cage se enterase.
“Quería que fueses tú la que me lo
dijeses.”
Desvió la
mirada del suelo y giró la cabeza para mirarme. No había piedad en sus
profundos ojos azules, sólo comprensión.
“Es tu historia, si querías que lo
supiera me lo tenías que decir tú. Después de que no me lo contases en el lago
estaba enfadado, herido… Esperaba que entendieras que esto no es un juego para
mí.”
Él lo había
sabido todo el tiempo y no me había tratado ni una sola vez de forma diferente.
No me había manejado con guantes de seda.
Estiré la
mano y la puse encima de la suya, enroscó sus dedos con los míos y los apretó.
“Cuando viniste a mi habitación la
otra noche, sabía por qué. Quería consolarte y estar ahí contigo, pero no me dejabas
entrar. A mí nadie me deja entrar ni yo quiero, Eva. Hasta que…”
Necesitaba
decirle más. Si íbamos a tener una aventura de verano, sólo amigos o lo que
fuese, quería que lo supiera.
“Él era mi mejor amigo, habíamos sido
inseparables desde que teníamos 5 años, fue mi primer beso y mi primera cita.”
Sentía la
quemadura familiar en la nariz mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.
Tenía que hacerlo, tenía que compartir esto con él.
“Íbamos a envejecer juntos, pero él
no regresó a casa.”
Cage soltó mi
mano y deslizó su brazo por mi hombro tirando de mí. Apoyé la cabeza en su
pecho y dejé caer las últimas lágrimas que sabía que iba a llorar por Josh
Beasley.
No hablamos,
él no me pidió más de lo que estaba dispuesta a compartir. En cambio, me
sostenía. Su mano acarició suavemente mi brazo de arriba abajo y me daba besos
en la cabeza de vez en cuando. Aparte de eso, nos quedamos sentados en
silencio.
…………………………………………………..*…………………………………………………
Después de
haber dejado a Cage en el lago regresé a casa y me fui a mi habitación. La
guitarra en la esquina me recordaba todos los días en los que era una parte de
mí. Me las había arreglado para quitarme el anillo, había conducido el Jeep, y
quería volver a tocar. Cerré la puerta de mi habitación y me acerqué a la cama
que había justo enfrente de la caja de la guitarra. Las pegatinas que Josh me había
comprado los últimos años cubrían cada milímetro cuadrado de la caja negra.
Odiaba la caja negra cuando papá me lo regaló. Cuando mi primera guitarra se me
quedó pequeña él me compró una nueva y yo quería una caja nueva, la negra había
sido tan aburrida. Josh había venido esa noche para ver mi nueva guitarra y le
había dicho lo infeliz que era con esa caja fea. Al día siguiente me había
mostrado un par de divertidas pegatinas para el parachoques y las puso sobre la
caja. Me reí y le dije que era perfecto. Durante el próximo par de años, me
había traído pegatinas de todos los lugares que visitó, o simplemente las que
había encontrado y pensó que me gustarían.
Este iba a
ser el obstáculo más difícil, pero había perdido tanto cuando había muerto
Josh… Quería que las cosas volvieran a la normalidad y mi música era algo que
había perdido. Alcanzé la caja y la puse en la cama junto a mí.
Al abrir la
caja lentamente mi corazón se aceleró mientras veía la madura suave y familiar.
El cuaderno donde había escrito todas mis canciones también estaba allí. No iba
a tocar las canciones, todavía no, iba a ir poco a poco.
Con cuidado
cogí la guitarra, esta noche me gustaría afinarla nada más, eso sería
suficiente por ahora. La sostuve entre mis manos y cerré los ojos sintiendo la
familiaridad de su tacto. Era como si hubiera vuelto a casa. Mis ojos se
llenaron de lágrimas contenidas con la emoción de volver a ser capaz de
sostenerla entre mis brazos otra vez.
Empecé a
afinarla, la simple melodía me rodeaba y el mundo a mi alrededor se desvaneció.
Esto era como antes, éramos sólo mi música y yo. Todo lo que había sentido
durante este tiempo empezó a salir a través de la música. Estaba tocando a
través de mi dolor, mi rabia, mi amargura, mi perdón y finalmente la esperanza
que estaba empezando a formarse lentamente dentro de mí.
Mis dedos que
no estaban tocando empezaron a adormecerse y me obligaron a pararme. La humedad
en mi cara me sorprendió.
No eran
lágrimas de tristeza, ya no, esta vez eran lágrimas de felicidad. Tal vez
habría un mañana después de todo.
El sonido de
los aplausos me sobresaltó y abrí los ojos para ver a mi padre de pie en el
marco de la puerta. Tenía los ojos llorosos y una enorme sonrisa.
“Esa es mi chica,” dijo con la voz ronca y cargada de
emoción. “No sabes lo bueno que es
entrar y escuchar ese sonido.” Apretó los labios con fuerza e inhaló
profundamente por la nariz. “Espero con
interés escuchar más de eso.” Él asintió con la cabeza en señal de
aprobación y luego se dirigió por el pasillo hasta su habitación.
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