domingo, 11 de agosto de 2013

CAPÍTULO 16

Marcus

Me senté en el borde de la cama y acuné la cabeza entre mis manos. ¿Qué demonios acababa de suceder? ¿Y por qué no había sido capaz de ayudarla? Al verla abrazada en sus brazos no había podido soportarlo más. Los celos me comían vivo, yo era el segundo mejor, otra vez, pero esta vez me estaba destrozando. Sadie no me había consumido de esta manera, ella no me había poseído, Low si lo hacía.
La puerta se abrió lentamente y volví la cabeza para ver a Willow. Vi como ella cerró la puerta. La preocupación y el miedo en sus ojos me mataban, ella no me había querido, quería a Cage.

“Siento que me vieras así,” dijo en voz baja.
¿Lo sentía por eso?
“Te has ido con él, no conmigo.”
Sus ojos se abrieron de sorpresa.
“Estaba teniendo un ataque de ansiedad, estaba concentrándome en la respiración. Cuando escuché la voz de Cage sabía que me iba a ayudar, siempre me ha ayudado con eso.”
“Yo también podría haberte ayudado.”
Sus ojos brillaban por las lágrimas no derramadas y ella dio un paso tentativo hacia mí y se detuvo.
“Necesitaba su ayuda porque el ataque tuvo que ver con él. Necesitaba su tranquilidad.”
¿Qué?
“No lo entiendo,” dije sentándome y viendo como ella daba otro paso en mi dirección.
“Tú lo has visto, Cage nunca me ha dejado. Mi padre se fue, mi madre se fue, mi hermana se fue. Cage no. Cuando la gente se va, él siempre está ahí, él es la única persona de la que he dependido. Siempre he sabido que no importa lo que pase que él siempre iba a estar ahí.”
Se detuvo y respiró hondo.
“Cuando abrí la nevera vi que mis bebidas no estaban, y eso nunca había pasado. Pensé que me estaba dejando ir.”
Ah coño, me levanté y cerré la distancia que había entre nosotros.
“Estoy aquí, me tienes a mí.”
Ella me dio una sonrisa triste.
“Algún día esto se terminará, las relaciones son así. Entonces me dejarás también.”
Ella había sufrido muchísimo. Cogí su cara entre mis manos y le sostuve la mirada.
“Escúchame, estoy enamorado de ti, locamente enamorado de ti y no me voy a ir a ninguna parte. No puedes deshacerte de mí.”
Una lágrima rodó por su rostro y la limpié con mi pulgar y luego besé la punta de su nariz.
“Me encantaría creerte, y sé que tú lo haces, pero de donde vengo la gente me abandona.”
Si me tomo el resto de mi vida, me gustaría demostrarle que no iba a ir a ninguna parte. Sólo necesitaba acciones, no palabras, las palabras que ya había oído antes.
“Voy a pasar el resto de mi vida demostrándotelo.”
Cerró los ojos.
“Eso espero,” susurró.
Me agaché, cogí su mano y la llevé hasta la cama. Ahora sólo quería ser el que la tenía entre sus brazos, quería hacer todo mejor, sólo yo.


Abrí los ojos y vi que la habitación estaba oscura y que estaba solo en la cama. Me senté, me pasé las manos por el pelo y me levanté para ir a buscar a Willow. Cuando abrí la puerta de la habitación Larissa me sonrió.
“Martus,” anunció en voz alta.
“Princesa,” le respondí sonriéndole.
Sus brazos se levantaron en el aire y me agaché para cogerla.
“No sabía que ibas a venir a visitarme.”
Ella aplaudió.
“Pay Martus.”
“Se acaba de despertar Larissa, dale un minuto,” la regañó Willow mientras salía de la cocina.
“Hice un poco de pollo fettucini por si quieres. Tawny vino inesperadamente hace una hora y dejó a Larissa. Yo tengo que trabajar esta noche, pero no quería que se quedase con la horrible vecina de su calle toda la noche.” Se encogió de hombros.
“Yo me quedaré con ella.”
Willow se congeló y se me quedó mirando.
“¿Lo harás?” El shock en su cara me molestaba un poco.
“Sí, por supuesto. Me iba a quedar esta noche aquí de todas formas. Ella y yo construiremos bloques, jugaremos con cucharas y haremos una explosión.”
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Willow que me hizo sentir que estaba flotando.
“Vale, gracias, quiero decir, guau, ¿estás seguro?”
Me acerqué a ella y me incliné para darle un beso rápido en su pequeña boca sorprendida.
“Muy seguro.”
“Martus beo,”  dijo Larissa felizmente, luego me incliné y le di un beso húmedo en la mejilla.
Willow se rio.
“Está bien, pero no me robes a mi chico.”
Su chico, eso me gustaba mucho, un montón.
“Imposible. Incluso para las chicas rubias con rizos adorables,” le aseguré y le revolví el pelo a Larissa.
“Martus pagar,” anunció Larissa de nuevo.
“Sí, ya lo he oído. Vamos a jugar,” le contesté.
“Espera, ¿no tienes hambre?”
Me olvidé de que había cocinado y mi estómago rugía. Miré a Larissa.
“¿Puedo comer primero y luego jugamos? Puedes sentarte a mi lado y comer también.”
“Mordedura, mordeduras,” respondió Larissa.
Y Larissa se puso a cantar “Martus mordedura mordeduras.”
“Le gusta decir morder en vez de comer,” explicó Willow.
“Tiene mucho sentido para mí,” le contesté y ambas se rieron.


Willow

La televisión iluminaba el oscuro apartamento cuando entré. No había ningún sonido procedente de la televisión, pero The Tonight Show estaba en la pantalla. Cuando mis ojos se acostumbraron, me encontré a Marcus profundamente dormido en el sofá con Larissa acurrucada en su pecho profundamente dormida también. Había bloques dispersos por el suelo y había migas de galleta desde el salón hasta la cocina. Mi corazón se hinchó. Lo amaba, nunca pensé que esto iba a suceder. Nunca esperé amar a nadie más, no de esta forma.

Recogí los bloques y los apilé de nuevo en la canasta para cuando viniese Larissa de nuevo. Entonces me incliné para susurrarle al oído a Marcus: “Estoy en casa.”
Sus ojos parpadearon y una sonrisa somnolienta me saludó.
“Ey,” murmuró.
“Sólo voy a cogerla y a ponerla en la cama conmigo. Te traeré una manta y una almohada.”
“Puedo llevarla yo,” dijo empezando a incorporarse.
Puse mi mano sobre su hombro y lo empujó hacia abajo.
“No, quédate. Yo lo haré.”

Lo besé y cogí a Larissa. Después de haberla dejado bien en la cama, cogí una manta y una almohada y se las llevé a Marcus. No se había movido, estaba agotado. Cuidar a Larissa no era apto para cardíacos. Tenía los ojos cerrados. Me incliné sobre él para ponerle la almohada debajo de su cabeza cuando sus manos me agarraron por la cintura y me tiró encima de él.

“Mmm, esto está mejor,” me susurró antes de reclamar mi boca.

Su boca era dulce y suave al principio, pero luego se volvió más agresiva. La calidez de su boca sabía a galletas de chocolate. No me cansaba de él, agarré la parte delantera de su camisa acercándolo más. Sus manos se movieron hasta mis mulos y me cogió el trasero mientras gemía. Lo íbamos a hacer de nuevo. Antes de ir más lejos, lo miré y el deseo en sus ojos me deshizo.

“Yo también te quiero,” le susurré.

Sus ojos se abrieron y su boca estaba de nuevo en la mía. Esta vez despierta y decidida. Lo quería todo de él, no había más dudas. Sus manos estaban por todas partes y me sentía débil de tanta emoción. Rompió el beso y comenzó a tirar de mis pantalones cortos.

“Quítatelos,” me exigió.

Me puse de pie nerviosa, pero tan increíblemente emocionada que no podía dejar de temblar. No estaba segura de si quería. Elevé los ojos, le miré y me negó con la cabeza.

“Déjate las bragas. No quiero que nuestra primera vez sea en este sofá y si te las quitas no voy a poder aguantarme.”


Sonreí y me puse de nuevo encima de él a horcajadas, luego una vez más me perdí en Marcus Hardy.

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