Marcus
Willow había
ido a ducharse. Al parecer, ella tenía miedo de que me enfrentase solo a Cage.
El hecho de que ella se interpusiera entre ambos para protegerme me hubiera
parecido divertido si no estuviera enfadado.
Me daban
ganas de salir y golpear algo para que ella pudiera ver que yo no era un chico
rico y malcriado que nunca se había peleado y le habían partido el labio.
Ella había
conocido a Rock, Dewayne y Preston. Se notaba que yo no me juntaba con la gente
del club de campo. Le di la vuelta al último panqueque y cogí la mantequilla de
la nevera.
“Ella ha cambiado sus cosas de sitio,
¿le dijiste tú que lo hiciera?” me preguntó Cage detrás de mí.
Supongo que
al final íbamos a hablar solos. Saqué una barra de mantequilla y me di la
vuelta, cerrando la puerta detrás de mí.
“Yo no la obligué a nada.”
Cage gruñó y
miró a la puerta de mi cuarto de baño. Esa era la primera vez que se había
duchado en mi cuarto de baño, normalmente utilizaba el de Cage.
“¿Por qué Low? Podrías haber
conseguido a una chica elegante en esta maldita ciudad. ¿Por qué tuviste que ir
y lo arruinas con Low?”
Cuando decía
esas estupideces me hacía cuestionar el creer que él pensaba que ella era
especial.
Fui a coger
un cuchillo para ponerle mantequilla a los panqueques. Sin mirar hacia atrás
para mirarlo por miedo a perder mi temperamento, me respondió.
“Tú mejor que nadie debes saber lo
especial que es, las chicas como ella no son fáciles de encontrar. Desde el
momento en el que abrí esa puerta…” dejé de cortar y lo miré.
Quería que
él viera mi cara cuando le dijese esto, yo necesitaba que me creyese.
“Yo sabía que estaba empezando a enamorarme
de ella, y por mucho que odies escuchar esto ella también quiere acercarse a
mí.”
Cage dejó
escapar una risa dura y se giró para volver a su habitación. Volví a cortar la
mantequilla.
“Quiero creer que no vas a hacerle
daño, pero sé que lo harás. Voy a dar un paso atrás y voy a estar fuera de este
juego. Porque sé que al final, vendrá corriendo de nuevo a mí.”
Su puerta se
cerró detrás de él. Él estaba equivocado, pero no iba a discutirlo más.
Mientras que se apartase y nos dejase solos, me parecía bien. Eso era más de lo
que esperaba, la verdad.
Puse la mesa
y serví el café como le gusta a Low, también puse un vaso de zumo de naranja
junto al plato de panqueques. No sabía si le gustaba tomar café con comida. A
mí me gustaba la leche fría con los panqueques, así que le serví un vaso.
La puerta de
mi cuarto de baño se abrió y ella salió vestida con la misma ropa que antes,
pero ahora su cabello caía húmedo y suelto por la espalda. Los extremos se
cerraban un poco cuando estaba mojado. Su rostro estaba limpio, sin maquillaje
y estaba preciosa. Sus ojos verdes y grandes se fijaron en la mesa, a
continuación me miró a los ojos agradeciéndomelo.
“Guau, eso tiene muy buena pinta.”
Saqué su
silla y agité la mano para que ella tomara asiento. Riendo vino y se detuvo
justo enfrente de mí. De pie y de puntillas me besó suavemente y luego se echó
hacia atrás y me susurró:
“Gracias.”
“De nada.”
Ella se
sentó en su silla y yo me senté en la mía.
“Nunca nadie me había hecho esto.
Siempre pensé que sería un poco raro el poner la silla, pero lo has hecho tan
fácil como en televisión.”
Sonreí y
alcancé el sirope.
“Trabajé para Jax Stone durante
varios veranos en su casa de vacaciones en la isla. Uno de mis trabajos era
servir la comida. Le coloqué la silla a su madre un millón de veces.”
Su boca hizo
una pequeña forma o.
“¿Ahí conociste a Sadie?”
Asentí con
la cabeza y una vez más me sorprendió que mi pecho no doliera ante la mención
de Sadie.
“Um, Marcus,” ella se rio y levanté la vista para
ver que era tan gracioso.
“¿Por qué me das 3 bebidas?”
Esta vez me
reí yo y me encogí de hombros.
“No estaba seguro de lo que te
gustaba.”
Willow se
mordió el labio inferior sin dejar de sonreír y luego cogió la leche.
“Con cosas dulces, me gusta la
leche.”
“Lo recordaré.”
Willow
Tenía que
trabajar esta noche, pero Tawny me llamó y me preguntó si me podía quedar con
Larissa un par de horas por la tarde. Marcus no había discutido conmigo como
Cage quería. Él parecía entender la locura de mi familia y me llevó hasta allí.
Me había hecho prometer que lo llamara en cuanto estuviera lista para irme.
Él estaba
buscando trabajo y tenía un papel para escribir para uno de sus cursos en
línea. Alejarme de él se me hacía duro, ya era adicta a él. Aunque eso no era
un comportamiento muy saludable.
Como de
costumbre Tawny llegaba tarde, me había prometido que tendría tiempo de ir a
casa y cambiarme antes de ir al trabajo, pero parecía que me iba a tener que ir
directa.
Eché un
vistazo a mi teléfono por décima vez en unos 5 minutos y solté un gruñido de
frustración. ¿Por qué no me avisaba cuando iba a llegar tarde?
Escuché el
crujir de la grava bajo los neumáticos y fui a cerrar la puerta de Larissa para
que Tawny no la despertase de su siesta.
Me voy fuera
para llamar a Marcus después de hablar con Tawny, no quería que escuchara la
conversación. Estaba caminando cerca de la ventana cuando me detuve. En lugar
del Ford Taurus de Tawny había un coche negro muy caro en el camino de la
entrada, eso no podía ser bueno. Me di la vuelta, me fui hacia la puerta y de
repente entró mi hermana con un hombre mayor, muy mayor.
“Ya te puedes ir,” me dijo Tawne mientras paseaba por la
casa y me miraba como si fuese una niñera.
“Um, bien,” le devolví la mirada al hombre
extraño.
¿Este era su
nuevo papá? Quien quiera que fuese yo quería saberlo antes de irme. Si Tawny
iba a traer a hombres extraños a conocer a mi sobrina yo también quería saber
quiénes eran.
“Llego tarde y tú tienes que
trabajar. ¿Por qué te quedas ahí parada?”
El hombre
frunció el ceño ligeramente a Tawny y dio un paso hacia mí con la mano
extendida.
“Hola, soy Jefferson.”
¿Eso es
todo, un nombre?
“Willow, la hermana de Tawny,” le contesté, sacudiendo la mano tan
firmemente como pude.
Una sonrisa
asomó a sus labios y de repente se volvió bastante familiar. Qué extraño… Nunca
lo había visto antes. Estudié su rostro con cuidado.
“Bueno, ya habéis cumplidos los dos.
Ya te puedes ir,” la
irritación en la voz de Tawny era inconfundible.
Ella no me
quiere aquí, pero ahora yo tenía curiosidad y eso era muy malo.
“¿Estás saliendo con mi hermana?” le pregunté, pensando en su nombre a
ver si me acordaba de él.
“Sí.”
“¿No eres lo suficientemente mayor
como para ser su padre?”
“¡WILLOW!” chilló Tawny asaltando la habitación
y me agarró tan fuerte el brazo que me clavó las uñas.
“¿Qué? Tengo derecho a saber quién es
exactamente. Lo estás trayendo cerca de mi sobrina.”
“¡FUERA!” ella hervía.
Quité su
brazo y la miré.
“No, hasta que consiga respuestas.”
“Low, ayúdame...”
“Lowlow,” la pequeña voz de Larissa interrumpió
a mi hermana y ambas nos volvimos y la vimos en la puerta.
Sus rizos
rubios estaban desordenados ya que acababa de levantarse de la siesta.
“Ey dormilona estás despierta,” le contesté yendo hacia ella.
Levantó un
poco sus brazos y la cogí suavemente y la puse en mi cadera.
“Mamá,” murmuró con voz soñolienta señalando
a Tawny.
“Sí, mamá está en casa.”
“Papi,” señaló a Jefferson.
Mi cabeza se
giró bruscamente y mis ojos se encontraron con los suyos. Poco a poco me fijé
en su nariz y en sus ojos. La forma en la que su labio inferior era ligeramente
más grande que su superior. ¿Podría ser él? Sostuve firmemente a Larissa y
cambié mi mirada de duda a mi hermana. Dejó escapar un suspiro y puso los ojos
en blanco.
“Está bien, de todos modos te ibas a
dar cuenta muy pronto,” dijo entre dientes.
“Jefferson es el padre de Larissa,
pero él está todavía casado y está en proceso de divorcio. Al final yo me mudaré,
puedes quedarte con esta casa cuando nos vayamos. No quiero volver a poner los
pies más aquí.”
Ella había
roto un matrimonio. Larissa era fruto de una relación de amantes, oh mierda.
“Cierra la boca y dame a Larissa.
Vete, por favor.”
Caminé hacia
Tawny mientras estaba en una nube. Siempre me había preguntado quién era, pero
oírla admitirlo era como si me hubiera abofeteado. Tawny intentó coger a
Larissa y enterró su cabeza en mi pecho y se aferró a mí.
“No,” dijo en voz alta.
Las lágrimas
empezaron a caerle.
“Dámela Low,” Tawny estaba enfadada.
“Tienes que irte con mamá ahora,
chica dulce. Tengo que irme a trabajar,” le dije mientras ella levantaba la cabeza suavemente
hacia atrás para mirarme.
“Mi Lowlow,” anunció envolviendo sus brazos
alrededor de mi cuello.
“Sí, su Lowlow pero tu Lowlow tiene
que ir a trabajar. Su….,” me detuve y miré hacia Jefferson ignorando el nudo de mi estómago: “papá está aquí para verte.”
Sentí que
iba a vomitar. Mi dulce niña fue producto del adulterio. Tenía ganas de gritar
a todo pulmón, esto era tan injusto. Odiaba lo que Tawny había hecho, pero sin
embargo no podía desear que nunca hubiera sucedido. Mientras sostenía a Larissa
yo nunca desearía que ella no existiese.
“Mi Lowlow,” repitió Larissa acariciando mi pecho.
Volví mi
atención a ella y ella le estaba dando a su padre una sonrisa mientras me lo
presentaba. Las lágrimas quemaron mis ojos y las obligué a retroceder. Llorar
la alteraría y tenía que irme. A pesar de que quería quedarme y envolverla con
fuerza entre mis brazos. Yo la quería lejos de la verdad que la perseguiría
siempre. Yo sabía de sobra lo que se sentía. Su padre sólo iría a visitarla
cuando podía alejarse de su verdadera familia, ya que era producto de una
aventura, igual que yo. Eso me había ensombrecido mi vida entera. No era
suficiente que mi papá me quisiera todo el tiempo, y de repente las visitas se detuvieron.
Se había mudado lejos con su familia y nunca supe nada más de él.
No tenía
ninguna duda de que Jefferson haría lo mismo con Larissa. Él le diría a mi estúpida
hermana que dejaba a su esposa, pero nunca lo haría. Ella nunca dejaría esa
casa. Larissa crecería mientras iban entrando y saliendo distintos hombres de
esa casa y ella lloraría hasta quedarse dormida por el padre que no la quería.
“Dámela y vete,” Tawny exigió a Larissa que se pusiese
en sus brazos.
Ella sabía
lo que yo estaba pensando, me odiaba por ello. La furia que veía en sus ojos no
me asustaba. El dolor que eventualmente tendría que enfrentar cuando este
hombre se fuera y las dejara solas, era lo que me asustaba.
“MI LOWLOW,” aulló Larissa cuando la dejé irse.
“Sssh Larissa, es suficiente,” la regañó Larissa, aunque eso sólo
sirvió para que Larissa gritara más fuerte.
Quería
cogerla de nuevo, pero llegaría muy tarde. En lugar de eso, lo que hice fue
mandarle un beso.
“Te quiero mi niña bonita.”
Luego me
acordé de lo que dijo Marcus y le dije: “Recuerda,
actúa como una princesa. Las princesas no gritan.”
Hizo una
pausa y pensó un minuto, mientras las pequeñas lágrimas rodaban por sus
mejillas.
“Bolos,” dijo con el ceño fruncido.
“Sí, es cierto que dicen bolos,” le aseguré y me despedí. “Te veré pronto, pórtate bien.”
Me di la
vuelta y corrí hacia la puerta antes de que me cayesen las lágrimas. Caminé una
milla cuando vi que la camioneta de Marcus estaba a mi lado. Estaba fuera de
ella y venía hacia mí, sabía que parecía un desastre. No lo había llamado
porque necesitaba llorar y vomitar. Caminar me ayudaría a calmarme un poco y a
despejarme la cabeza.
“Low, ¿qué pasa?”, me preguntó abrazándome.
Sacudí la
cabeza y me obligué a no perderlo de nuevo, no podía decirle a Marcus nada de
esto. Mi mundo era algo que no entendía, era feo. No quería que la mancha que
me había seguido toda mi vida afectase a mi relación. Él me vería diferente si
lo supiera y vería a Larissa diferente. No podía compartir esa parte de mí con
él.
“¿Por qué no me has llamado? Estaba
escribiendo y miré la hora, me di cuenta de que me deberías haber llamado hace
una hora, vine tan rápido como pude.”
Me aparté de
su pecho y tragué el nudo que tenía en la garganta. El sabor ácido del vómito
me quemaba en la garganta.
“Tuve una pelea con Tawny, es idiota.
Además Larissa estaba llorando porque me iba, odio tener que dejarla así.”
Marcus
asintió, sus pulgares acariciaban mis mejillas mientras me sostenía la cara.
Realmente esperaba que no me besase. Tenía que lavarme los dientes…
“La familia puede fastidiar mucho,” él estuvo de acuerdo.
Luego se
volvió y abrió la puerta de la camioneta, me levantó y me puso en el asiento.
“La próxima vez me llamas, por favor,”
me rogó.
Asentí con la cabeza y forcé una sonrisa.
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