Willow
“Low”, la voz de Marcus me susurró en el oído. Me acurruqué
más cerca del sonido y respiré profundamente. Olía tan bien que quería
acurrucarme dentro de su ropa.
“Low, tienes que despertarte”, dijo la voz un poco más
fuerte. Me estiré y abrí los ojos. Me tomó un segundo para que mis ojos se
acostumbrasen a la oscuridad. Pero lo primero que vi fue el definido estómago
de Marcus Hardy asomando desde debajo de la camiseta azul oscura que llevaba
puesta.
Lo siguiente fue darme cuenta de que tenía mi cabeza en su
regazo.
“Lo siento, tenía que despertarte, pero es que después de
dos horas pensé que querías irte a la cama antes de que llegase Cage.”
El algodón caliente de su camisa se cerraba firmemente en mi
puño. Miré mi mano y rápidamente la liberé. ¿Qué diablos…? ¿Quería desnudarlo
en mi sueño? Dios, no me esperaba esto. Me senté y bostecé.
“Lo siento, me quedé dormida sobre ti”, le murmuré sintiendo
que mis mejillas se enrojecían. Él sonrío y sus ojos verdes brillaron con
picardía.
“No te preocupes. He disfrutado mucho esta noche.”
Agaché la cabeza y me mordí el labio para evitar una sonrisa
tonta. “Yo también, bueno, excepto cuando me quedé dormida.”
Su profunda risa envió un calor a través de mí que no
conocía. No era algo que me era familiar, pero era agradable. Más que
agradable. Podría ser adictivo.
“Será mejor que te vayas a la cama. Tienes clase temprano”,
me dijo en voz baja. Asentí con la cabeza, me puse de pie y me dirigí a la
puerta del dormitorio de Cage. Me volví antes de desaparecer en el interior y
le grité: “Buenas noches.”
“Buenas noches Low”, su profunda voz retumbó en la
oscuridad.
“Hola cariño, estoy en casa y estoy limpio. Me restregué
mucho en la ducha y utilicé la mitad de una botella de enjuague bucal”, Cage
murmuró mientras se metía en la cama a mi lado. Me obligué a abrir los ojos de sueño para
ver el amanecer en el horizonte. Asentí con la cabeza y me di la vuelta para
poder dormir una hora más antes de levantarme.
“Lo siento, me quedé toda la noche. No quería hacerlo”,
susurró extendiendo la mano y apretando mi mano en la suya. Yo no le permito
que se acurruque conmigo. Nunca terminaría bien. Él se pondría caliente y
comenzaría a tocarme. Lo habíamos intentando un par de veces y yo siempre
terminaba frustrada con él y amenazaba con dormir en el suelo. Yo no quiero que
las cosas se calienten entre nosotros. Cage es mi familia. Él nunca sería nada
más.
“Vale”, dije.
“¿Tuviste una buena noche? Vi que hiciste pizza y me dejaste
un poco en la nevera.”
Asentí con la cabeza sobre la almohada. “¿Marcus comió
contigo?” Asentí con la cabeza otra vez.
“Él no es como nosotros Low. Sabes que es así.” Yo sabía lo
que decía Cage. Marcus estaba fuera de mi alcance. Él no quería que yo pensara
que podría haber algo entre su compañero de piso y yo. Yo era de clase baja y
Marcus era un niño rico.
“No soy tonta, Cage.”
“No, eres jodidamente brillante. Y alguien como Marcus nunca
se daría cuenta de lo jodidamente perfecta y brillante que eres. Él nunca
miraría más allá.” Yo quería estar enfadada con él, pero sabía que Cage tenía
razón. Si Marcus me viera ir hacia él ni me daría la hora.
“Lo sé”, dije en voz baja a la oscuridad.
“Te quiero, Low”.
“Yo también te quiero Cage.”
“Venga coge esto”, dijo mientras me ponía una llave en la
mano y cerraba mi puño sobre ella. “Seré capaz de relajarme sabiendo que tienes
una llave. Por favor, cógela.” No respondí. No sabía qué decir. La cosa era que
yo quería esa llave. Me dio un retorcido sentido de seguridad de que podría ver
más a Marcus.
En cuestión de segundos estaba roncando suavemente en mi
oído. Me quedé allí mirando al techo. El destino no era justo, le encantaba
hacer bromas crueles sobre mí. Marcus Hardy era su nueva broma.
No esperaba que Marcus estuviese despierto cuando salí de la
habitación de Cage a las 7 de la mañana. Y tampoco esperaba que estuviese
haciendo huevos y bacon.
“Buenos días”, no pude evitar sonreír ante lo guapo que se
le veía en la cocina, en unos pantalones de chándal y una camiseta que le
cubría su pecho delicioso, el que yo había visto anoche.
“No quiero que vayas a clase con hambre. Entonces me levanté
y te preparé algo.”
Mi corazón se derritió un poco. Nunca nadie me había hecho
el desayuno, ni siquiera mi madre. ¿Por qué es Marcus este chico
maravillosamente sexy e increíble? ¿Por qué no es uno de los chicos de mi
barrio? Alguien que entienda la vida que he tenido y que no me juzgue ni me vea
diferente por eso.
“Eso es muy dulce.”
Él sonrió y cogió un plato. “Entonces creo que mi misión
está cumplida.” Riendo suavemente para no despertar a Cage, me acerqué y cogí
el plato que me estaba ofreciendo.
“Hice café. ¿Quieres?” Esto es demasiado bueno para ser
real. Eché un vistazo a la puerta del dormitorio y me pregunté si yo en
realidad no estaría acurrucada en mi cama durmiendo. Esto se parecía más a un
sueño que al mundo real.
“¿Azúcar o crema?” Su voz interrumpió mis pensamientos y me
volví hacia él y sonreí.
“Los dos por favor, dos cucharaditas de azúcar. Y gracias,
de verdad. Nadie me había hecho el desayuno antes. No sé qué decir.”
La sonrisa de Marcus se profundizó y había algo en su mirada
que yo esperaba no estar imaginando. El interés estaba allí. Podía verlo. ¿Era
porque él pensaba que yo era fácil?
“De nada, y si sigues mirándome como si fuese tu chef
personal.” Cubrí la risa que no pude controlar. Era posiblemente el hombre más
encantador que yo había conocido. Sus ojos se pusieron serios y vi como él
extendió su mano y me tocó la mejilla con respeto.
“Me gustan mucho tus hoyuelos”, susurró.
El calor subió hasta mi cuello tan rápidamente e inundó mi
cara, tendría que parecer una baya roja. Odiaba mi piel blanca.
“Ve y siéntate y come Low, por favor.” Yo obedecí sin
rechistar. Había repetido dos veces cuando él se sentó frente a mí en la mesa.
“¿Qué clase tienes hoy?” Tragué saliva y tomé un sorbo de
café para bajar la comida antes de responder.
“Cálculo.”
Él sonrió. “Si necesitas ayuda, matemáticas es lo mío.”
Necesitaba ayuda, pero dudaba de que fuese capaz de
disimular lo que sentía por él y prestar atención a sus palabras. “Gracias.”
Él asintió con la cabeza y tomó un sorbo de su café. “¿Vas a
venir de nuevo esta noche?”, preguntó unos minutos después. Yo quería saber por
qué quería verme. Pero también sabía que tenía que controlar esos pensamientos
antes de que me hicieran daño.
“No estoy segura, pero lo dudo. Probablemente me quede esta
noche en casa de mi hermana”, yo no quería seguir hablando de eso, yo sólo me
quedaría allí una noche ya que ayer había cuidado a Larissa. Además de que no
me podía mover en la cama de Cage. Él frunció la frente y parecía pensar en
algo que le molestaba.
“Ya sabes que no me importa que estés aquí. Si tienes que
quedarte aquí estoy completamente de acuerdo. Este es el piso de Cage después
de todo.”
Sonreí y me tragué mi último bocado de bacon.
“Gracias pero no es por eso. Yo no puedo mudarme aquí. Cage
tiene su estilo de vida y yo le añadiría problemas y él se enfadaría conmigo.
Él no lo ve de esa manera, pero no quiero llevar a cabo mi bienvenida.”
Marcus negó con la cabeza, “No vas a llevar a cabo tu
bienvenida. Yo soy positivo y Cage nunca te dejaría en calle. Él es muy
protector contigo.”
Yo sonreí y llevé mi plato al fregador.
“Ya sea porque él se dé cuenta o no, Cage necesita su
libertad y espacio para respirar.”
Marcus frunció el ceño, pero no respondió.
“Gracias de nuevo por el desayuno. Es la cosa más bonita que
alguien ha hecho por mí. Te lo agradezco.”
Él sonrió, pero todavía podía ver la preocupación en sus
ojos. Dios, él iba a llegar a mí. Necesitaba poner un poco de distancia entre
nosotros.
“Debería irme, nos vemos más tarde”, le grité mientras me
dirigía hacia la puerta sin mirar atrás.
“Adiós Willow.”
Marcus
Amanda me llamó desde la escuela un poco después de que
Willow se hubiese ido. Al parecer, mi padre no había vuelto a casa ayer por la
noche y mi madre se había encerrado en su habitación llorando y no quería salir
esta mañana. Yo me había ido porque mi madre ponía cara feliz, pero sus ojeras
me decían la verdad. Era el momento de hablar con mi padre.
Cuando entré en el aparcamiento del Sea Breeze High School,
vi a Amanda sentada en una mesa de picnic fuera de la entrada de la cafetería
con Sadie White a su lado. El brazo de Sadie estaba envuelto alrededor de los
hombros de Amanda mientras lloraba. Me preguntaba lo mucho que mi hermana había
compartido con Sadie. Hacía más de 2 meses que no veía a Sadie. Echaba de menos
estar cerca de ella, pero era más fácil si mantenía la distancia. Sadie había
sido la única que se escapó de mí. Me la había quitado una maldita estrella del
rock.
Jax Stone, la estrella de rock adolescente más caliente en el
mundo había sido mi jefe y el de Sadie el verano pasado. Habíamos trabajado
como personal de su casa de verano, ubicada en la isla privada conectada a Sea
Breeze. La primera vez que la vi ya me enamoré. Por desgracia para mí, ella no
me correspondía.
Aparqué mi coche y me dirigí hacia donde estaba mi hermana.
La mirada preocupada de Sadie se encontró con la mía mientras me acercaba. Me
di cuenta por su mirada que ella lo sabía.
“Ey Sadie, gracias por estar aquí para ella”, le dije
mientras me acercaba y cogía la mano de mi hermana pequeña. Ella se lanzó hacía
mí y empezó a llorar más fuerte. Quería matar a mi padre con mis propias manos.
Maldito sea.
“Ella me lo contó,
Marcus”, dijo Sadie en voz baja, “Lo siento.”
Asentí con la cabeza. “Sí, yo también. Es un bastardo
egoísta.”
Sadie ni siquiera se inmutó, ella entendería por qué estaba
furioso con mi padre.
“Sólo quiero alejarme de todo. ¿Puedo ir a tu casa?” Amanda
preguntó hipando.
“Por supuesto. Sadie, déjala a mi cargo.”
Ella asintió y se puso de pie. “Por supuesto, y Marcus si
hay algo que pueda hacer, por favor no dudes en llamarme.”
“Gracias Sadie.” Cogí a mi hermana con fuerza y me dirigí a
mi furgoneta. Primero me ocuparía de calmarla y luego iba a tener una charla
con mi padre.
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